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“La recuperación ya se siente”

25 enero de 2017

Entrevista a Fernando Marengo, Economista jefe de Arriazu & Asociados

Brotes verdes, Donald Trump, inflación, el 2018, los sectores, el dólar, el blanqueo, el gradualismo y más. Sobre todos estos temas, El Economista dialogó con Fernando Marengo, economista jefe de Arriazu & Asociados.

¿Ya “pegó” la vuelta la actividad, como dice el Gobierno y algunos colegas suyos del sector privado?

El peor momento para la actividad económica fue a mediados de 2016. De acuerdo a los datos oficiales, agosto creció, septiembre cayó y octubre no tuvo variación. Pero digamos que se frenó la caída y se estabilizó en el nivel de julio. Y de acuerdo a los primeros indicadores que uno va teniendo de noviembre y diciembre, se vería que la actividad económica de ambos meses tuvo crecimientos desestacionalizados, es decir respecto al mes anterior. Todavía la comparación interanual da negativa y es posible que durante el primer trimestre de 2017 todavía la comparación interanual sea negativa más allá de que la actividad económica en el margen siga creciendo. Creo que el indicador más importante de lo que uno ve es que desde agosto la economía viene generando puestos de trabajo. Es difícil pensar que las empresas estén tomando nuevas posiciones con una economía recesiva. Está claro que hay sectores ganadores que impulsan el crecimiento y otros en los que la situación aún es de recesión. En líneas generales, la economía terminó el 2016 en buenas condiciones como para tener un buen 2017 en cuanto a crecimiento. Te diría que hoy los mayores riesgos están asociados a qué pasará con la economía internacional.

¿Cuáles son los ganadores, cuáles los que empezarán a ganar y cuáles tal vez no ganen nunca con este modelo?

Cuando asumió el Gobierno dijimos que iba a tratar de implementar un gradualismo con shocks sectoriales. Que en la parte fiscal se iban a ir haciendo ajustes en el margen y nada muy profundo, pero que se iban a tomar decisiones para favorecer a sectores puntuales de la economía. Dentro de los sectores que habíamos identificado como potenciales favorecidos, y que finalmente se dieron así, fueron el sector agropecuario, el minero, el energético, el de comunicaciones y el sistema financiero. Claramente los primeros tres, por un tema de comercio internacional, es decir, generar divisas o ahorrar niveles de importación en el caso energético puntualmente. Las medidas que se tomaron básicamente fueron bajas de retenciones, ajustes de tarifas, tipo de cambio y demás. El sector energético y el agropecuario respondieron favorablemente, y generaron inversión y puestos de trabajo. Comunicaciones también generó inversiones. Y el sistema financiero, claramente en su rol de intermediario en una economía que se tiene que expandir y tiene que generar ahorro para financiar los niveles de inversión crecientes que necesita la economía, también deberá expandirse.

Hay dos sectores, también clave, como la construcción y el automotriz, que además son importantes para el empleo. ¿Hay brotecitos ahí?

El automotriz depende mucho de cómo esté Brasil, que tuvo fluctuaciones en la tasa de crecimiento similares a las de Argentina. Un mes bueno y un mes malo, y asociado también con la dinámica política que está atravesando Brasil. Pero el último dato de diciembre, tanto de producción como de exportaciones de autos, ambas mostraron crecimientos interanuales que no se veían hace varios meses. Eso debería ayudar al sector automotriz, y también a la industria. Y en la construcción, en cuanto a escrituras se refiere, se siguen viendo crecimientos interanuales, básicamente explicados porque el 2015 venía afectado por el cepo y los bajos niveles de actividad inmobiliaria. En el 2016 se estuvo recuperando y también era esperable, que en la medida en que estabilicen variables financieras, como puede ser la tasa de inflación o baje la tasa de interés, más el blanqueo, se reactive el sector de la construcción.

Hablo del riesgo internacional e imagino que habla de Trump. ¿Cómo puede llegar el contagio?

El contexto internacional tiene dos formas posibles de contagio. La primera: si ves las cifras de la economía norteamericana, el PIB potencial, es decir el ritmo al que le crece la capacidad de producción, es el 2% anual. Y el PIB real, lo que realmente produce, crece al 3,5%. Es decir, es un ritmo insostenible. Esto es antes de que asuma Trump. La economía crece arriba de su potencial, la tasa de desempleo es de 4,7%, la inflación está arriba de la meta de la Fed, los salarios crecen al 3% interanual y la capacidad ociosa industrial, salvo minería y energía, está en niveles de utilización similares a los de precrisis. Estaba creciendo a un ritmo insostenible y es una economía con pleno empleo. Entonces llega una nueva administración que parte de su discurso es una expansión fiscal, relacionada con baja de impuestos y expansión de gasto, fundamentalmente en defensa pero también en infraestructura. Y puede ser que necesite inversión en infraestructura, pero digamos que darle impulso fiscal a una economía en pleno empleo te va a generar una aceleración en la tasa de inflación, que se traduce en una suba de la tasa de interés. En cuanto sube la tasa en EE.UU., sube en todo el mundo. Entonces en una economía como la argentina, con un déficit fiscal abultado, que necesita el financiamiento externo, las tasas a las que va a conseguir ese financiamiento van a ser crecientes. Por el otro lado, el mundo ha aprendido a lo largo de los años que la especialización, el intercambio y el comercio internacional generaron un crecimiento económico y mejora del bienestar promedio de la sociedad. Promedio quiere decir que hay ganadores y perdedores, pero que en promedio estamos mejor. Trump llega con un discurso industrialista, con la promesa de que EE.UU. vuelva a ser un país industrial y mucha gente lo votó queriendo volver a ser el país que nunca va a poder ser de nuevo por su estructura de costos. Y la única forma de fomentar ese desarrollo industrial es cerrando la economía. Ahora, si la integración y la especialización te generan crecimiento económico, el cierre de la principal economía del mundo te puede desacelerar la tasa de crecimiento y esa desaceleración del crecimiento puede que impacte en el precio de las materias primas. Hay gente que plantea, y es cierto, que nosotros somos competidores de EE.UU. en nuestras exportaciones. Lo que nosotros exportamos, en general ellos también lo exportan. Los principales productos que le exportamos a EE.UU., en términos de dólares, son el biodiésel, los tubos sin costura para la industria energética y el resto ellos también lo exportan. El punto es que a nosotros no nos afecta de manera directa, sino indirecta. El día que EE.UU. deje de consumir en el resto del mundo, el poder de compra del resto del mundo caerá y cuando eso ocurra se verán afectadas nuestras exportaciones. Habrá que ver la velocidad y la magnitud del cierre de la economía norteamericana.

¿Puede haber una suba del tipo de cambio aquí, por factores externos, que impulse los precios y atente contra la desinflación?

Acá tenés el impacto extraordinario y por única vez del blanqueo, que te está generando un fuerte ingreso de divisas durante el cuarto trimestre del 2016 y que también es esperable que durante el primer trimestre de 2017 te genere otro flujo de divisas importante. Acá el punto crucial es que los argentinos pensamos en términos de dólares. Entonces es crucial la expectativa de depreciación que tenemos los argentinos y cuál es la tasa de interés que logramos por colocaciones en pesos. En la medida que la tasa en pesos sea superior a la expectativa de depreciación, la gente se queda en pesos y viceversa. Incluso, si uno se fija en lo que pasó en 2016, este proceso de dolarización no se interrumpió. Pero la inversión extranjera, los dólares del blanqueo o lo que fuera, te financió esa compra de activos externos por parte del sector privado.

Año electoral, brotes verdes, emisión de bonos a una tasa aceptable, imagen presidencial aceptable... está el riesgo de la procrastinación. ¿Qué le gustaría ver en el 2017 en política económica para percibir que no existe ese riesgo?

A partir de la media sanción del Impuesto a las Ganancias que le hizo la oposición en la Cámara Baja y la elección de Trump, el tema fiscal volvió a la agenda. El Gobierno avizoró una restricción presupuestaria, vio la necesidad de que el tema fiscal vuelva a la agenda, la necesidad de tener un sendero fiscal convergente y cumplir las metas. Y eso es una buena noticia que esperemos que se pueda cumplir, más allá de los ingresos que genere el blanqueo. Que se vea que, a pesar de ser año electoral, el Gobierno se comprometió a tener una dinámica fiscal convergente y que el gradualismo por el que se inclinó la política fiscal desde el primer día no se interrumpa.

Cometamos una herejía y vayamos hacia el mediano plazo. ¿Creceremos en 2018?

Te doy vuelta la respuesta. Si uno piensa el mediano plazo de Argentina, uno debería preguntarse qué objetivo tenemos como país. Para mí un objetivo sería bajar la pobreza a un dígito. Dada la distribución del ingreso que tiene Argentina hoy, para bajar la pobreza a un dígito necesitás crecer 20 años a 4,5%. Algo que no se dio nunca en la Historia. Y para crecer veinte años a 4,5% necesitás un nivel de inversión imposible de financiar en los mercados internacionales porque te generaría un déficit externo enorme. Entonces lo que necesitás es desarrollar un mercado de capitales doméstico, y para eso tenés que incentivar la tasa de ahorro, y no el consumo. Esto, entonces, va mucho más allá que el 2018. Debería ser el primer año de muchos de tasas de crecimiento a 4,5% para lograr un sendero de desarrollo que te permita resolver los problemas estructurales. Pero necesitás que te crezca la inversión, la tasa de ahorro y desarrollar el mercado interno de capitales.

¿Cuándo se va a sentir en la calle la incipiente recuperación?

Tenés una combinación de factores: qué pasa con el empleo, qué pasa con el salario, qué pasa con la tasa, con la inflación. Ahora, cuando uno ve que la cifra del patentamiento de motos y autos está creciendo, y que lo mismo pasa con el crédito con tarjetas, los prendarios, los personales, que están creciendo a ritmos importantes, algo se empieza a sentir en la calle. Eso ya está pasando. Lo que creo es que hay sectores a los que les está yendo mejor y a otros peor. Entonces cuando uno piensa en actividad económica en Capital y en GBA, que es muy dependiente de la construcción y la industria, que son los sectores más afectados, el humor no es el mejor. Cuando te vas al interior, que son regiones que dependen más del agro, la situación es mejor. Promediando el primer semestre debería sentirse en la calle la mejoría?si la cuestión internacional nos ayuda.

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