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¿Es necesario un gran capital para empezar a invertir?

19 enero de 2017

Por Matías Daghero (*)

Está muy arraigada en la mayoría de las personas de que para empezar a invertir es necesario un gran capital de varios miles de dólares. Fruto de esto, muchos desisten de empezar a dar los primeros pasos y terminan cediendo ante el consumo inmediato o, en el mejor de los casos, al simple atesoramiento de dólares billete.

Quizás esto era cierto hace treinta años, pero el avance de la industria financiera y una mayor competencia entre las distintas entidades, tanto bancarias como bursátiles, ha tenido el mismo impacto que el libre comercio tiene en todo el mundo: mejores alternativas para los consumidores de esos productos (en este caso, los inversores).

A nivel local, el desarrollo de los Fondos Comunes de Inversión (FCI) son una herramienta muy útil para los pequeños ahorristas. Un Fondo Común de Inversión nuclea a varias personas que invierten con un objetivo similar de rentabilidad y riesgo. Y para acceder a ellos basta con capitales tan pequeños como de apenas $1.000 y acercarse a su banco o sociedad de Bolsa. Entre las principales ventajas de los fondos comunes de inversión, además del bajo capital ya mencionado, encontramos al manejo profesional y la diversificación.

A su vez, también existen distintos tipos de fondos que se adaptan para cada ahorrista. Para inversores más conservadores, encontramos los fondos de liquidez o mercado de dinero. Ellos permiten la posibilidad de disponer del dinero invertido en plazos de 24 horas. Este tipo particular de fondos también es muy utilizado por grandes empresas (y cada vez más pymes también) para hacer un manejo más eficiente de su caja aprovechando las altas tasas de interés que hoy se pagan, fruto de la política de tasas reales del BCRA. Así, una Pyme podría administrar el flujo de fondos del dinero de sus cheques emitidos calzando todos a un día específico de la semana (evitando los días lunes para cobrar los intereses del fin de semana), colocar todos sus excedentes de dinero en este tipo de fondos y dejando a la vista un monto mínimo, para finalmente el día anterior al de pago semanal de cheques rescatar los fondos. Este simple ejercicio de administración de fondos puede contribuir a disminuir el costo de gastos bancarios y generar un saldo positivo en intereses.

Por otra parte, para inversores de un perfil más moderado y que busquen no sólo conservar el poder adquisitivo de su capital sino también incrementarlo, encontramos fondos comunes de bonos o renta fija. Aquí los plazos de rescate y acreditación son de 72 horas. Por otra parte, para perfiles agresivos existen los denominados Fondos de Acciones o Renta Variable y los Fondos Mixtos o de Retorno Total. En estos casos, la política de administración del fondo es mucho más agresiva (el de mayor rendimiento de este grupo en 2016 fue el Tavelli Plus, que rindió 75%).

Incluso, un ahorrista con $10.000 podría distribuir su dinero entre distintos fondos comunes para que se adapten mejor a sus necesidades y perfil de riesgo.

Pero los fondos comunes de inversión no son la única puerta de ingreso al mundo de las inversiones para los pequeños ahorristas. También en la Bolsa existen instrumentos como las famosas Letras del Banco Central (Lebac) y las Letes del Tesoro que permiten invertir en pesos o en dólares desde capitales de $1.000 o US$ 1.000, respectivamente. Las Lebac otorgan rendimientos de entre 22 y 23,5% para plazos desde el mes hasta los 280 días y las Letes rinden 3% anual en dólares para plazos que comienzan en los 90 días.

Por otra parte, cuando el ahorro ya supera los $15.000 se puede comenzar a invertir en activos individuales de la Bolsa como los bonos o acciones. En estos casos es importante por parte del ahorrista tener un conocimiento acerca de los riesgos y retornos esperados del instrumento que estamos comprando, ya que no será posible una gran diversificación. En cambio, cuando los capitales ya superan los $50.000 empieza a resultar mucho más aconsejable acercarse a una sociedad de Bolsa o banco para conformar un portafolio de inversiones diversificado.

Como se verá, el contar con un pequeño capital y por este motivo no invertir es más una excusa que suelen usar muchas personas para no empezar a invertir que una verdad comprobable. Lo importante es ser consciente de que, más allá de que derribe las ilusiones de muchos, uno no se vuelve millonario invirtiendo en la Bolsa. Y empezar con esto bien en claro le evitaría muchos problemas a gente que luego huye de la Bolsa por malas experiencias. Al momento de encarar sus inversiones, sobre todo cuando se empieza con capitales bajos, se debe observar como una manera de defender sus ahorros y no ser vulnerable a los vaivenes de la economía del país y de su economía familiar.

(*) Autor del libro “Con los $ que tengo, ¿qué hago?” @medaghero

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