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El pateador de tableros

Héctor Rubini 30 enero de 2017

por Héctor Rubini (*)

La primera semana de gobierno de Donald J. Trump ha mostrado lo esperable de alguien que no viene para irse pronto. Se lo ve muy cómodo y a gusto como primer mandatario, y focalizado en cumplir con sus promesas de campaña. Sus primeras decisiones, focalizadas en cuestiones migratorias, y de política comercial, reafirman lo que venimos observando sobre la postura firme en no defraudar a su electorado.

La promesa de crear empleo se basa en un intervencionismo selectivo, que consiste en bloquear el libre intercambio de bienes y servicios, y la libre circulación de personas a nivel mundial. El discurso proteccionista y xenófobo apunta a reconfigurar la base de apoyo interno y externo. En el plano interno, desea recuperar la creación de vacantes laborales y de cierto bienestar en estados industriales. En el externo, se obsesiona por recuperar cierto liderazgo en el control de recursos naturales y de las vías de transporte de bienes, personas y activos.

Común denominador: el recurso al miedo. Fronteras adentro, apunta a legitimar el nuevo programa restringiendo el ingreso de bienes o personas del exterior. Fronteras afuera se trata de infundir miedo en países percibidos como enemigos, al menos, potenciales.

Sus primeras decisiones confirman la intención de cumplir sus promesas de campaña:

El abandono del Obamacare

Prohibición del financiamiento estatal a las ONG que apoyan el aborto o su práctica en el exterior. Esto es la restauración de una medida de la década de los '80 que había sido derogada por Barack Obama.

Aprobación de la construcción de dos polémicos oleoductos cercanos a reservas indígenas.

Congelamiento de vacantes para empleos públicos, excepto para las FF.AA.

Retiro de EE.UU. de la Asociación Transpacífica de Libre Comercio.

Anuncio de la renegociación del NAFTA, y el probable abandono del mismo.

Inicio de la construcción del polémico muro en la frontera con México, a financiar con un arancel del 20% sobre importaciones mexicanas, hasta que el país vecino lo pague.

Imposición de restricciones a varios departamentos para tener contactos con la prensa.

Eliminación de toda mención al cambio climático en la página web de la Casa Blanca, y desactivación de la página web en español de esta última.

Corte de fondos federales a ciudades consideradas “refugios” para inmigrantes ilegales, como Nueva York y Chicago, que no permiten operativos policiales para apresarlos.

Suspensión por 120 días del ingreso de refugiados del exterior y prohibición por 90 de inmigrantes de Yemen, Siria, Irak, Irán, Libia, Sudán y Somalia.

Expulsión de 439 salvadoreños y deportación a su país.

Anuncio de sanciones (poco probables) contra Rusia por supuestos ciberataques al Partido Demócrata en la campaña electoral, y vía Twitter.

Ataque aéreo contra milicianos de Al Qaeda y civiles en Yemen, dejando 57 muertos.

Las claves

El experimento Trump combina, como observamos desde el año pasado, propuestas simpáticas, como el anuncio de bajas de impuestos, con fuerte suba de gasto público, sobre todo militar y en obras públicas. Por ahora se presenta con una retórica menos promercado que proempresa, que la Reaganomics y rumbo a un exceso de demanda impulsado por el déficit fiscal que buena parte de los republicanos no pueden digerir.

El retorno de dólares y la mayor demanda de acciones y bonos tuvieron buen impacto en Wall Street, pero en Europa los títulos públicos ya registraron caídas. Los bonos a 10 años de Francia y los bund alemanes están en una corriente vendedora que impulsó sus rendimientos al alza. También están bajo presión vendedora los bonos italianos a 10 años, que pagan tasas superiores al 2,2%, pico alcanzado en septiembre pasado.

Los números

Igualmente, no todo es “efecto Trump”. Se perciben presiones inflacionarias y se espera que el Banco Central Europeo (BCE) revise la decisión de postergar las compras de bonos hasta diciembre de 2017, cuando los gobiernos de la eurozona enfrenta un año con cuentas fiscales deficitarias. Entre los tesoros con los más pesados vencimientos a cancelar o refinanciar en 2017, se destacan Italia (casi 330.000 millones de euros), Francia (250.000 millones de euros), España (198.000 millones) y Alemania (145.000 millones de euros).

En América Latina, en cambio, el riesgo país de Argentina, Brasil y México se mantiene estable, mientras que los inversores en oro están a la expectativa de que Trump profundice su hostilidad hacia China. La excusa puede ser comercial, o calificar a China como “manipulador cambiario”, u optar por una “Guerra Fría” algo espesa, declarando ilegal los reclamos chinos en el Mar de China Meridional, o abandonando la política de “Una sola China”.

¿Un nuevo mundo?

En suma, estamos en el inicio de un ciclo algo diferente, dentro de un sendero de largo plazo que no comienza con Trump, sino con el atentado del 11-S. Ese hecho inició una serie de crecientes amenazas a la paz internacional, progresivas limitaciones a la libre circulación de bienes, servicios y personas en el mundo, y el debilitamiento del ideario liberal y del Estado de Derecho en todo el mundo.

Ralf Dahrendorf, fallecido en 2009, recordaba en uno de sus últimos libros que el fin del imperio soviético abrió la perspectiva mental, el ideario (más bien que la construcción), de un mundo de sociedades abiertas, con prosperidad económica y cohesión social, con libertad de elección y movilidad social [1]. El descontento de los desfavorecidos se expresó de distintas maneras.

Desde entonces el descreimiento en el multilateralismo y en los principios de las sociedades abiertas fue ganando terreno en cada vez más países. Trump emerge sin saqueos a supermercados ni pánico bancario, sino por las debilidades del propio sistema. Algo que como sostenía Dahrendorf, configura la más contundente refutación de lo que entendía como el “espejismo de Francis Fukuyama del fin de la historia”.

Trump no sólo anunció, sino que dio inicio a un nuevo ciclo con una impronta más afín al fascismo de Mussolini que al populismo mediático de Silvio Berlusconi.

El escenario es más que favorable: se ha metido en temas en los que ni los demócratas de su país, ni gobiernos del exterior parecen ponerle límite alguno. Cuenta con mayoría propia en el Congreso y se encamina a controlar el Poder Judicial. De iniciarse un rápido vaciamiento de ambos, ¿profundizará la marcha hacia un experimento autoritario? ¿La desconfianza hacia México, China y los musulmanes se extenderá hacia otros “peligros” o “enemigos”? ¿Cómo se posicionará Argentina en este nuevo escenario?

Los mercados financieros están por ahora expectantes y sin grandes temores. Sin embargo, la concentración de poder en Trump, y con mecanismos de control cada vez más débiles, es en sí un factor de potencial inestabilidad política y económica no sólo para su país, sino para todo el mundo.

(*) Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la USAL

[1] Ralf Dahrendorf (2006): El Recomienzo de la Historia. De la Caída del Muro a la Guerra de Irak. Katz Editores. Buenos Aires.

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