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El crecimiento será menor al que pronostica Trump

23 enero de 2017

La primera semana completa con Donald Trump en la Casa Blanca concluirá el viernes y ese día se dará a conocer dato preliminar sobre el crecimiento del PIB en el cuarto trimestre de 2016. Los analistas estiman que la suba fue de 2,2% luego del 3,5% que se registró en el tercer trimestre y de esa manera el crecimiento anual habría llegado al 2%. Una cifra modesta, al igual que la de los años anteriores, pero que refleja el mejor desempeño económico que en el resto del mundo desarrollado. El dato es que en ninguno de los últimos diez años la economía creció más del 3% y por lo tanto, que ahora pase de crecer del 2% al 4% como propone Trump, parece una apuesta sin fundamento.

En esa línea, la titular de la Reserva Federal, Janet Yellen sostuvo que no observa riesgos de recalentamiento de la economía lo cual quiere decir que la suba de tasas de interés será moderada y gradual. Además, considera que no habrá un salto abrupto en el corto plazo en la tasa de crecimiento de la economía. De hecho, casi todos los analistas cree que la Fed no subirá las tasas de interés en su próxima reunión prevista para los días 31 de enero y 1 de febrero y el 75% considera que tampoco lo hará en la siguiente que se realizará el 13 y 14 de marzo.

Factores como el envejecimiento poblacional, la baja de la productividad y un dólar fuerte que le resta competitividad a las exportaciones están detrás de los pronósticos más cautos sobre la economía estadounidense.

El rumbo del dólar

Una de las incógnitas a resolver para tener más claro el escenario es el del rumbo del dólar. Hasta hace un tiempo se descontaba que mantendría su recorrido alcista ante el comienzo de un ciclo de suba de tasas. Pero la propia Yellen anticipó que no ve motivos para un ajuste muy duro de la política monetaria. Por otra parte, Trump sostuvo que a su juicio el dólar estaba demasiado fuerte y no sería razonable esperar que los inversores apuesten por la moneda de un país cuyo presidente quiere que se devalúe.

Un dólar más débil mejorará las posibilidades de las exportaciones y encarecerá las importaciones alineando el desempeño del sector externo con los objetivos de Trump. Claro que también implicará algo más de inflación y por lo tanto los márgenes para actuar son estrechos.

Para el mundo emergente y países como Argentina, una suba más moderada de las tasas de interés y un dólar estable, pero no muy fuerte, constituyen buenas noticias porque permiten endeudarse a tasas razonables y aseguran buenos precios para las materias primas.

A su vez, Trump cuenta con una base favorable. El país está lejos de vivir una situación crítica como la que describió el flamante presidente. La tasa de desempleo, por ejemplo, se ubica en el 4,7% y casi no hay indicador económico que no esté en terreno positivo y que no haya mejorado durante el gobierno de Barack Obama aun cuando puede discutirse su magnitud y profundidad. Es lo que ocurre con el crecimiento, que si bien no registra una tasa espectacular, es uno de los más largos en la historia del país. Esa situación no requiere tomar medidas urgentes ante un cuadro crítico sino que da plazos para poner en marcha las iniciativas más relevantes que planea el nuevo Gobierno, muchas de las cuales necesitan del acuerdo del Congreso que es dominado por los republicanos, pero mucho de ellos tienen una actitud cautelosa.

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