por Mariano Cúparo Ortíz
En un ranking de las posibles decisiones de política económica que pueden generar discusiones acaloradas entre economistas, la de cómo regular el ingreso y la salida de capitales externos está dentro del top ten. Tal vez un tema poco discutido sea el de la regulación frente al ingreso de la niña mimada de las inversiones extranjeras, es decir la inversión directa, por su carácter productivo y su potencial mirada de largo plazo (aunque existen especialistas que sugieren que debería ser más discutida esa regulación, por los costos que genera la libre remisión de utilidades).
Pero el de la inversión de portafolio seguirá generando tantas polémicas como las que genera el ingreso de divisas vía endeudamiento: en ambos casos la discusión es para determinar si la cantidad de dólares que ingresen hoy será claramente superior a la cantidad de los que salgan más adelante cuando los humores cambien, en el caso de las inversiones financieras, o cuando comiencen a llegar los pagos de intereses, en el caso del endeudamiento.
Regulación del capital
El primer decreto firmado por Nicolás Dujovne al frente del Ministerio de Hacienda no hizo sino suscitar reacciones diferenciadas. Por un lado generó algunas broncas y pánicos. Por otro, fue celebrado y visto como una señal positiva para que los inversores internacionales se atrevan a traer su dinero.
En concreto, la resolución 1-E/2017 del Ministerio de Hacienda modificó al decreto 616/2005, que había sido impulsado por el entonces ministro de Economía, Roberto Lavagna. La iniciativa de Lavagna obligaba a los capitales a quedarse por 365 en el país, intentando evitar a los golondrina. Luego en diciembre de 2015, al comienzo de su gestión, Alfonso Prat-Gay, lo modificó y achicó ese plazo a 120 días.
La resolución de Dujovne elimina por completo todo tipo de restricción. Busca invitar a los capitales a venir al país con una señal de que son bien venidos: intenta propiciar la tantas veces mentada lluvia de inversiones. En esa sintonía, a través de un comunicado oficial, Dujovne afirmó: “Con esta medida Argentina continúa en su camino de integración al mundo y de normalización de su esquema macroeconómico, que permitirá avanzar en el proceso de mayor creación de empleo y de crecimiento del país”.
Las posiciones
El director ejecutivo de la consultora Econviews, Miguel Kiguel, se mostró optimista respecto a la nueva medida: “Desde todo punto de vista es positivo porque era un requisito para que Argentina pueda tener mejor acceso al mercado financiero internacional, era algo que se esperaba que se hiciera y que por algún motivo se estaba demorando”.
“Hay quienes dicen que esto facilita la entrada y salida de capitales, lo cual genera más movimientos especulativos, pero el mercado ya está muy desregulado, por lo cual si esto existiera sería chico, creo que es muy positivo y que había que hacerlo”, concluyó quien fuera secretario de Financiamiento hacia finales de los '90.
Quien no coincide es el economista Alejandro Robba, de la Universidad Nacional de Moreno, que afirmó que “van a llover dólares pero de adentro hacia afuera”. Además, en declaraciones a Télam, dijo: “Es un paso más para la financiación de la economía, en un mundo completamente volátil. No tener la posibilidad de retener capitales en Argentina por un tiempo es sumar más incertidumbre a la política económica, más en un momento de incremento de tasas de interés y repatriación de capitales”.
“Los capitales así como van a ingresar con mayor facilidad en cualquier momento de inestabilidad se van a ir con mayor rapidez. La idea de establecer un plazo es dar mayor estabilidad a las decisiones de políticas económicas y que no sea el capital financiero el que maneja la entrada y salida sino el Estado nacional. Ahora el mercado financiero va a manejar la salida completamente”, sostuvo el economista de La Gran Makro.
