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Déficit y subsidios: un déjà vu

27 enero de 2017

El Gobierno logró sobrecumplir su meta fiscal?con ayuda. El 2016 cerró con un déficit primario de $ 359.373 millones, equivalentes a 4,6% del PIB. Esto es, 0,2 puntos porcentuales menos que la meta que se había impuesto el Gobierno meses atrás. De todos modos, el resultado se alcanzó gracias al blanqueo, que aportó $106.769 millones vía impuestos. Sin estos recursos, el rojo primario habría sido de 5,9% del PIB. Dejando estos “detalles” al margen, el déficit aumentó en el primer año de la gestión de Cambiemos (era 4% del PIB en 2015). El ministro de Hacienda reafirmó el gradualismo fiscal, aunque el cumplimiento de la meta para 2017 dependerá, en gran medida, de avanzar con un recorte de subsidios, tan necesario como impopular. Por las dudas, el ministro de Finanzas está aprovechando la coyuntura para conseguir fondos lo más rápido posible y el BCRA empieza a mostrarse (un poco) menos confiado respecto a la dinámica de los precios.

Los detalles

Durante 2016, los subsidios tarifarios fueron un verdadero dolor de cabeza. El Presidente asumió con la intención de una reforma profunda que permitiera reducir el costo fiscal de sostener las tarifas en valores irreales y disminuir la inequidad que implica subsidiar al área metropolitana de Buenos Aires en detrimento del resto del país. Sin embargo, plasmar esta intención fue más difícil de lo esperado, teniendo incluso que dar marcha atrás frente a la reacción política, social y judicial. El Gobierno dispuso de suficiente tiempo como para diseñar, explicar e implementar una política de aumentos tarifarios razonable y viable. Que no se haya logrado avanzar en este frente es un claro reflejo de errores de gestión y el resultado fiscal no hace más que explicitar el costo pagado (uno de ellos, al menos).

El trabajo sucio que no se hizo el año pasado tendrá que hacerse en este 2017 que recién arranca. A pesar de ser una medida impopular (paradójicamente, la sociedad está en contra de los subsidios, pero no digiere bien los aumentos tarifarios) y que se avecinan las elecciones legislativas, el Gobierno dio a conocer un cronograma de aumentos para algunos servicios públicos. Fiscalmente hablando, no tienen demasiada alternativa. Con un gasto sumamente rígido, recortar subsidios es la forma más fácil de reducir el rojo y cumplir con la meta de déficit primario de 4,2% del PIB. En efecto, el propio Gobierno prevé un ahorro de 0,9% del PIB con la rebaja, que será compensado por el mayor gasto en jubilaciones y las transferencias automáticas a las provincias. La baja adicional necesaria para alcanzar el objetivo (0,4% del PIB) debería proceder de una mayor recaudación, ligada a la recuperación económica.

La credibilidad

Reducir los subsidios, y con ello cumplir la meta para este año, es importante. Ello aumentaría la credibilidad de la estrategia económica y reduciría la incertidumbre respecto a la dinámica fiscal a mediano plazo, lo cual acotaría potenciales problemas de solvencia. Asimismo, sería una buena muestra de la voluntad del Gobierno por alcanzar sus objetivos y no ceder ante los incentivos del año electoral, lo cual podría ayudar a conseguir financiamiento suficiente a tasas razonables. Esto reduciría los riesgos de liquidez derivados de fuerte necesidades financieras y un contexto internacional marcado por la incertidumbre. En efecto, el Ministerio de Finanzas está tratando de conseguir la mayor cantidad de financiamiento posible antes de que se materialice algún shock externo negativo.

La “coordinación” alrededor del tema tarifas también le interesa al BCRA. Está claro que un incremento de tarifas implica un salto discreto en el IPC. Sin embargo, cualquier cambio en los precios relativos se traduce luego en una mayor tasa de inflación. El desafío del BCRA será lograr que esta aceleración sea temporaria y no empuje las expectativas (clave: paritarias). Habrá que analizar en detalle los comunicados de política monetaria y las declaraciones de las autoridades de la entidad, que comienzan a reflejar cierta preocupación porque la desinflación está avanzando con mayores dificultades a las esperadas y ahora se enfrenta a nuevos desafíos. No casualmente, la tasa de referencia se mantiene sin cambios desde hace casi dos meses.

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