La consolidación de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires, que tuvo como eje durante el 2016 afianzar la relación entre la gobernadora María Eugenia Vidal y los jefes comunales, trajo a su vez algunos cuestionamientos y un constante tironeo del que el gobierno bonaerense no se hace cargo. En la última semana, se habló del posible paso del intendente de Carlos Casares, Walter Torchio (FpV), y meses atrás, el PJ bonaerense se sorprendió por el la adhesión del kirchnerista Francisco Echarren, de Castelli, al gabinete de Vidal.
Curiosamente, quien ofició de vocero en esta oportunidad para aclarar la situación, fue el ministro de Gobierno bonaerense, Joaquín de la Torre, que en 2015 fue electo intendente de San Miguel por el Frente Renovador, y meses después se sumó al equipo de Cambiemos, en el cual ocupa un rol importante. “Las relaciones que construimos con los dirigentes de los distintos espacios, son a través de la gestión”, señaló vía Twitter el funcionario y aclaró que “no está en nuestro espíritu una `cazas de intendentes´”. De la Torre concluyó que “queremos trabajar en conjunto con todos, sin importar el color político, estamos convencidos de que cada uno, desde su lugar de pertenencia, puede aportar mucho a la causa común que debe unirnos desde la política”.
A los 64 intendentes originales con los cuales el gobierno de Vidal asumió el 10 de diciembre 2015, le sumó después, además de los mencionados De la Torre y Echarren, a Ismael Passaglia, de San Nicolás; Hernán Bertellys, Azul; Carlos Berterret, Coronel Pringles y de Exaltación de la Cruz, Adrián Sánchez.
“Hay intendentes muy interesantes por su forma de ver la política que se asimilan a la de Cambiemos, no podemos excluir a alguien por su origen partidario”, declaró ayer a Página 12 el subsecretario de Gestión Municipal del Ministerio del Interior, Lucas Delfino, figura que trabaja en la coordinación de Nación y municipios.
