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Trump, China y Argentina

08 diciembre de 2016

por Francisco Urdinez (*) y Luis L. Schenoni (**)

El pasado 2 de diciembre, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quebró un protocolo de “buenos modales” internacionales que se mantenía desde 1979: llamó por teléfono a la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, violando la política de “una sola China” que considera que todo lo ocurrido en Taiwán, Hong Kong y Macao son asuntos de política interna que atañen al Partido Comunista chino. Esta ha sido una clara señal de la política externa que Trump tendrá hacia China, mucho más agresiva y contestataria que la que tuvo Obama. A fin de cuentas, China fue reiteradamente el chivo expiatorio que Trump utilizó durante su campaña presidencial para explicar la decadencia de la industria norteamericana.

Muchos analistas internacionales han sugerido que la retórica del presidente electo brinda una oportunidad para que China haga incursiones más agresivas en América Latina, el patio trasero histórico de Estados Unidos, sin miedo a tocar intereses de este último. Por ejemplo, el presidente chino, Xi Jinping, promovió recientemente un bloque comercial dirigido por China como una alternativa a la Asociación Transpacífica en una reunión de 21 líderes del Pacífico que tuvo lugar en Perú, el pasado 19 de noviembre. Si la relación se tensa, ¿cómo afectará a Argentina? Nosotros pensamos que habrá más continuidades que cambios. Si la respuesta a esta pregunta le intriga, aquí están las cinco cosas que usted necesita saber sobre cómo están las relaciones hoy.

Pekin ya ha estado llenando el vacío que Estados Unidos dejó en América Latina por varios años. En un reciente artículo publicado en Latin American Politics and Society, junto a colegas de la Universidad de São Paulo, examinamos el patrón de la actividad económica china en América Latina entre 2003 y 2014. Encontramos que mientras la exportación de commodities al mercado chino estuvo impulsada por variables meramente comerciales (variación de precios, demanda interna, etcétera), el comportamiento de las empresas estatales chinas invirtiendo en la región, los préstamos estatales de bancos chinos y las exportaciones de manufacturas chinas hacia la región se dirigieron en mayor medida a los países latinoamericanos donde Estados Unidos eran menos influyentes política y económicamente.

Estos son los sectores más propensos a ser utilizados por Pekín como herramientas de diplomacia económica. En el mismo artículo encontramos que los países con relaciones diplomáticas con Taiwán recibieron sustantivamente menos inversiones y préstamos de China, lo que puede reforzarse aún más luego del llamado de Trump. Este no es un dato menor, teniendo en cuenta que 11 de los 21 países que actualmente reconocen a Taiwán como país soberano están en la región.

Diciembre era la fecha límite para reconocer a China como economía de mercado y Mauricio Macri no cedió a las presiones de la Unión Industrial Argentina (UIA). Cuando China se incorporó a la Organización Mundial del Comercio (OMC), se estableció un plazo de quince años para que todos los países miembros la reconocieran como economía de mercado, lo que tiene un efecto directo sobre el uso de medidas anti dumping contra el país reconocido. Durante la visita de Hu Jintao a América del Sur en 2004, Argentina y China firmaron un memorando de entendimiento que reconoció a China como una economía de mercado en su primer artículo. El memorando no tiene validez jurídica alguna, y la UIA hizo lobby tanto durante el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner como en el de Macri para que Argentina formalmente no reconozca tal estatus sobre el argumento de que China vendía sus productos manufacturados a precios por debajo de los establecidos como “normales” por la OMC. Como ha demostrado un estudio reciente, ésta no es una discusión técnica, como puede parecer, sino política.

Para el Gobierno chino era un objetivo central de política económica que este plazo se cumpliera. Sin embargo, Estados Unidos ni la Unión Europea han concedido este reconocimiento. ¿Y Argentina? El Gobierno de Macri, que reafirmó el estatus de economía de mercado durante la última reunión del G-20, hizo vista gorda a los reclamos de la UIA tratando de no generar fricciones comerciales con los asiáticos. Es que mientras la UIA presionaba para que no se hiciera dicho reconocimiento, el sector del agro estaba desesperado por dar señales de conciliación con los chinos, que para presionar al Gobierno dejaron de comprar aceite de soja a principios de año.

En 1997, China era el segundo mercado de exportación de Santa Fe y en 2004 ya había cuatro provincias para las cuales China era el principal mercado y el segundo para otras dos. Y eso siguió en aumento. Ninguna política comercial prudente generaría roces con un país que en 2015 es ya el principal comprador para siete provincias y el segundo para tres de ellas. En lo comercial somos chino-dependientes y el Gobierno sabe que no tiene margen de negociación alguno. El embajador en China, Diego Guelar, lo dio a entender recientemente: “Existen expresiones en Argentina que muestran hostilidad hacia China, posición que ni el Gobierno ni yo suscribimos”.

En la política argentina las inversiones chinas son vistas principalmente como un tema que polariza el debate La reciente instalación de una base china de observación estelar en el medio del desierto neuquino ofreció una oportunidad única para quienes estudian las relaciones entre Argentina y China: fue el primer proyecto de inversión china a ser discutido en el Congreso. Utilizando los discursos parlamentares de los legisladores que votaron a favor y en contra, pudimos sacar conclusiones de cuáles son las preocupaciones que los políticos argentinos tienen sobre el ascenso del dragón. Nuestro análisis llega a tres conclusiones relevantes.

La primera, que la memoria histórica de la hegemonía estadounidense en la región latinoamericana se está proyectando sobre la relación entre Argentina y China y el papel que la estación de monitoreo espacial juega en esta relación. Algunos tenían miedo de que la amistad con China ofendiera a los estadounidenses y, otros, justamente, querían que eso sucediera. La segunda es que hay un miedo a que la relación de centro-periferia que Argentina ya sufrió con Inglaterra y con Estados Unidos durante los siglos XIX y XX sea reemplazada por la de China. Finalmente, que los debates en el Congreso argentino sobre la estación china no estuvieron impulsados por ninguna división de tipo ideológico o de discusión sobre paradigmas de política exterior divergentes sino que siguieron una clara división entre gobierno y oposición. Todo lo que dijo el PRO de malo sobre las inversiones chinas deben ser entendidas, entonces, apenas como una estrategia electoral para atacar al kircherismo. Todas las inversiones acordadas durante el Gobierno anterior (represas en el sur, centrales nucleares, contratos del tren Belgrano) seguirán en pie.

Uruguay quiere un TLC con China y abrir la cláusula 32/00 del Mercosur. Uruguay y China fijaron 2018 como plazo para firmar un TLC. Ya se firmaron 16 acuerdos marco que incluyen protocolos para cítricos y soja, cooperación en materia forestal y un plan quinquenal en lo que respecta al sector agropecuario. Hoy China es el principal socio comercial de Uruguay, por encima de Brasil o Argentina, socios del Mercosur. Sin embargo, son éstos los que tienen que dar el visto bueno político para que se permita a Uruguay quebrar la cláusula 32/ 00 que obliga a los países del bloque a negociar tratados de libre comercio en forma conjunta. Macri declaró: “Ya hubo flexibilidades a esa cláusula así que bueno. Se verá y se evaluará. De una no puedo contestar pero voy a tener la mejor predisposición para ayudar a los hermanos uruguayos en las cosas que ellos piensen que son mejores para sus necesidades”. Lo cierto es que un TLC con un miembro de la unión aduanera generaría desviaciones de comercio, y los industriales brasileños y argentinos jamás lo permitirían, y eso obligaría a Uruguay a elegir: Mercosur o China. ¿Y si elige a China? Luego del desplazamiento reciente de Venezuela del bloque, la salida de Uruguay sería la muerte del Mercosur. Y tal vez sea esto lo que Macri y Michel Temer quieran tácitamente. Al fin de cuentas, el bloque es hoy más una fuente de problemas que de soluciones.

La opinión pública argentina es fiel a los tiempos que corren. Una encuesta a nivel nacional realizada el año pasado preguntó a los argentinos: “En su opinión, si la economía de China creciera hasta ser tan grande como la de Estados Unidos, ¿usted piensa que este hecho sería positivo, negativo o igualmente positivo que negativo para el mundo?”. El 56% de los encuestados lo ve como un escenario positivo y apenas 18% como un escenario negativo.

(*) Relacionista internacional y candidato a doctor por la Universidad de São Paulo de Brasil y King's College London del Reino Unido.

(**) Relacionista internacional y candidato a doctor por la Universidad de Notre Dame de Estados Unidos.

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