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18 noviembre de 2016

por Matías Carugati (*)

La victoria de Donald Trump en las elecciones norteamericanas literalmente pateó el tablero global. El magnate venció a Hillary Clinton en el Colegio Electoral (aunque no en el voto popular) y se convertirá a partir del 20 de enero próximo en el Presidente de Estados Unidos. Lo sorpresivo del resultado dio paso a una elevada incertidumbre. No se sabe cuáles de las medidas anunciadas en campaña serán implementadas, ni cómo, ni por quién.

La incertidumbre es mucha y aún no se sabe si como presidente Trump hará lo que prometió como candidato. Apenas se conocen algunos lineamientos generales de la estrategia económica de Trump, por eso sólo podemos esbozar conjeturas. En materia fiscal, se espera que el recorte impositivo avance sin problemas en el Congreso y también habría algo de margen para aumentar el gasto público, lo cual empujaría el crecimiento. Esto podría aumentar la inflación y acelerar el ciclo de alzas en la tasa de referencia de la Fed (sobre todo si Trump logra nombrar más halcones dentro del organismo), potenciando el efecto del déficit sobre la estructura de tasas de todo el sistema. En el camino, el dólar se fortalecería a nivel internacional. Los movimientos recientes del sistema financiero dejan entrever que el mercado espera un escenario como el descripto.

Existen otras dos fuentes de incertidumbre importantes respecto a qué hará Trump. Por un lado, el grado de proteccionismo. Si Estados Unidos avanza mucho en este sentido (más allá de renogociar el Nafta o abandonar las negociaciones por el TPP) puede generarse una guerra comercial de escala global, lo cual terminaría contrarrestando el impulso fiscal y acelerando un poco más la inflación. Por otro lado, la intención de Trump de repatriar capitales e inversiones ensombrece las perspectivas para el resto del mundo.

Los mercados emergentes sintieron el cimbronazo electoral. Las monedas de los principales países se adecuaron rápidamente al nuevo escenario para luego estabilizarse. De todos modos, es temprano aún para saber si esta corrección terminó o sólo se tomó una pausa, ya que la presidencia de Trump ofrece perspectivas ambivalentes para este grupo de países. Podría haber más crecimiento pero también más inflación, commodities más baratos (se mueven de forma inversa al dólar), financiamiento más caro y menor liquidez global. La balanza se inclina más hacia el lado negativo si las promesas más disruptivas de Trump se materializan, aunque el impacto a nivel individual dependerá de la salud de cada economía.

En este contexto, la flotación del peso argentino también se puso a prueba. El tipo de cambio venía moviéndose a la baja en las últimas semanas debido al fuerte ingreso de divisas y tres días después de la elección se sumó a la tendencia de los emergentes. El BCRA observa estos movimientos sin demasiada preocupación, convencido de que la flotación cambiaria ayuda a absorber los shocks externos. Es más, los recortes sorpresivos de tasa de interés de las últimas dos semanas (las Lebac a 35 días rinden 25,75% anual) le otorgan al tipo de cambio margen de maniobra aunque habrá que ver qué fuerzas imperan en las próximas semanas (depreciación por shock externo vs apreciación por ingreso de divisas).

Aún es temprano para prever los efectos sobre Argentina de la presidencia de Trump pero los indicios no son positivos. Los mencionados efectos para economías emergentes complicarían tres frentes sensibles para el gobierno. Primero, una inflación global más alta dificultaría alcanzar las metas del gobierno. Segundo, tasas de interés más elevadas y flujo de capitales hacia desarrollados complicaría el financiamiento del déficit y, por lo tanto, la viabilidad del gradualismo fiscal. Y tercero, se podrían terminar reduciendo las perspectivas de boom inversor y exportador. Viendo el vaso medio lleno podríamos esperar que estos efectos se materialicen más a mediano plazo, lo cual evitaría mayores sofocones al gobierno en el año electoral. Pero la victoria de Trump ciertamente acelera los tiempos de la estrategia oficial.

(*) Economista jefe de Management & Fit

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