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Los desafíos de la nueva deuda externa

15 noviembre de 2016

Por Pablo Mira (*)

La combinación de política fiscal y monetaria que siguen las autoridades tiene propiedades bastante claras. Como principio general, la política fiscal debe subordinarse a los objetivos de crecimiento de la base monetaria, asociados con los objetivos de estabilización. Pero considerandoque las carencias sociales siguen siendo preocupantes y que la economía sigue en recesión, el ajuste fiscal no puede ejercerse bruscamente. De este modo, tal como lo explican las propias autoridades, la variable de ajuste es la deuda externa o, más precisamente, la deuda en dólares.

La marcada reducción del endeudamiento en moneda extranjera durante el Gobierno anterior significó cierto margen de maniobra para que la actual administración utilice este recurso durante un tiempo. Pensemos ahora en las posibles consecuencias de esta nueva tendencia.

Hacia adelante

Lo primero que debemos aclarar es que el ritmo al cual la economía se está endeudando no es menor. La Nación intenta reemplazar financiamiento del BCRA por recursos externos, pero además varias provincias y municipios aprovecharon el arreglo con los fondos buitres y el cambio de Gobierno para tomar recursos en dólares. A esto se suma un componente normalmente obviado, que es el endeudamiento del sector privado.

El resultado natural de la combinación de las políticas vigentes son tasas de interés en pesos muy elevadas (¡pregunte a un estudiante de principios de macroeconomía!). Dado que hoy la devaluación esperada de la moneda es baja, las tasas de interés medidas en dólares también son altas. En consecuencia, a las grandes empresas sólo les queda la opción de endeudarse fuera del país.

Nada de esto significa que la economía tenga en el futuro inmediato un problema de solidez, pero las dificultades de liquidez pueden surgir con mucha mayor rapidez. Argentina no ha reducido tanto su riesgo país como para endeudarse barato, pese a que las tasas internacionales siguen siendo bajas. Además, todos los años la economía deberá refinanciar una deuda creciente y, si las tasas internacionales repuntan, como todos esperan, la sostenibilidad puede deteriorarse en menos tiempo del pensado.

Cambia, todo cambia

Luego de la victoria de Trump, si el candidato republicano tiene en mente el modelo de su predecesor Ronald Reagan y su presidente de la Reserva Federal monetarista, Paul Volcker, la presión de la Fed para subir tasas puede tornarse políticamente irresistible.

Por lo tanto, si bien el endeudamiento no es un peligro inmediato, puede rápidamente convertirse en una daga que amenace con caer cada año sobre las decisiones de política económica. Cuando un país es pequeño y débil, y queda a merced de los mercados financieros internacionales, una “parada súbita” (sudden- stop) en el financiamiento debido a un cambio en la confianza internacional puede producir ajustes bruscos en la situación fiscal, por lo general afectando a la inversión pública.

Cambiar el mix

Por supuesto, todo esto no significa que Argentina no deba endeudarse en el exterior. Lo que se requiere es hacerlo con un plan para reemplazar, lenta pero sistemáticamente, una deuda en dólares peligrosa por mayor deuda en moneda propia.

Esto se logra a partir de dos premisas. La primera es ganar la lucha contra la inflación. La segunda es, una vez que contamos con alguna confianza en el peso, propiciar el endeudamiento en la moneda nacional a tasas decrecientes. La convertibilidad fue muy exitosa con la primera, pero ignoró por completo la segunda, un error que terminó costándole muy caro al país.

Estabilizar a cualquier precio es un objetivo que ya está en la agenda del Gobierno, y no parece que en lo inmediato lo vaya a abandonar. En caso que sea exitoso, será importante no financiar la estabilidad con deuda en dólares, y ponerse a trabajar duro para sacar de la mente de los agentes económicos locales al dólar como referencia de ahorro y de fijación de precios. Esto es pensar verdaderamente en el largo plazo, al menos en lo que a la macroeconomía se refiere.

(*) Economista

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