Uno de los factores habitualmente mencionados a la hora de fundamentar las proyecciones de crecimiento de Argentina en 2017 es la tan esperada recuperación de la economía de Brasil y, con ella, una suba de nuestras exportaciones hacia ese mercado, sobre todo de automóviles (casi 90% de las exportaciones van allí) y algunas economías regionales. Tampoco habría un boom de turistas brasileños, y menos con la caída del real. En cambio, hay expectativas de mayores envíos de trigo por la suba esperada en la cosecha del agro argentino, que podría comenzar a recuperar un mercado históricamente clave para ese cereal.
Lo inverso también es cierto: la caída de Brasil es un factor explicativo de la recesión que atraviesa nuestro país y la muy floja performance industrial, que cae más de 5% en 2016. Según un cálculo de Alfonso Prat-Gay, la crisis brasileña nos costó 1,5 punto de crecimiento en 2016. Hasta septiembre, las exportaciones argentinas a Brasil cayeron 18%. A ese mercado van 20% de las ventas totales que Argentina hace a todo el mundo, y más de 50% de las exportaciones industriales.
Sin embargo, la recuperación aún no arranca. Ayer, el Banco Central de Brasil (BCB), que lidera Ilan Goldfajn, informó que el Indice de Actividad Económica mostró una caída del 0,78% en el tercer trimestre con relación a los tres meses precedentes y de 3,84% comprado contra el mismo período de 2015. Ya son siete los trimestres consecutivos con retracción de la actividad.
Y, cuando arranque, la recuperación será bastante lenta y suave. Luego de caer 3,8% en 2015 y 3,3% en 2016, según las últimas proyecciones del FMI el PIB subirá apenas 0,5% en 2017. Por ende, su efecto sobre Argentina será acotado. Una pequeña mueca, aunque bien venida desde ya. Luce difícil que una expansión de 0,5% en el vecino país ayude a apalancar el crecimiento de Argentina en 2017. El Gobierno acaba de reducir su proyección de 1,6% a 1%, una cifra similar a la prevista por el consenso del mercado, y dijo que empezará más hacia mediados de 2017.
El FMI agrega que las importaciones crecerán desde US$ 149.100 en 2016 a US$ 158.100 en 2017. Más importante aún, el FMI proyecta que el consumo caerá 0,4% en 2017. Además, parece haber menos espacio ahora, Trump mediante, para seguir recortando tasas: la Selic se ubica en 14%. Quizás eso tenga que ver con que, desde 2015, el desempleo casi se duplicó (pasó de 6,5% a 11,3%) y se destruyeron 2,7 millones de empleos formales, concentrados en la industria y la construcción.
Los fierros
Según Carlos Zarlenga, presidente de General Motors en Brasil, en 2016 se venderán 2,1 millones vehículos (incluye todos los tipos), una caída de cerca de 20%. En 2017, se venderían 2,4 millones, apenas 300.000 más. Algo es algo. En 2012, se vendieron 3,8 millones. “estimamos que en 2017 el mercado interno continuará evolucionando favorablemente, o sea, superando los volúmenes de este año, y tenemos alguna expectativa de lenta recuperación del mercado brasileño”, dijo Cristiano Ratazzi, presidente de FCA Automobiles Argentina SA hace unos días. “Aún somos prudentes respecto a una potencial recuperación del mercado brasileño durante 2017”, atemperó Enrique Alemañy, N°1 de Ford Argentina. Desde Renault, Olivier Murget, director de Renault para América Latina, espera un mercado brasileño “flat”, es decir, sin subas ni bajas en 2017.
Temer y la crisis
Si bien la crisis política parece algo más apaciguada y los mercados aprueban las medidas market- friendly del presidente Michel Temer (sobre todo, el congelamiento del gasto público hacia adelante), no queda claro si lo peor ya pasó: hay protestas, Temer es muy impopular y podría estar vinculado al “Lava Jato”. Según la economista brasileña Monica de Bolle del Peterson Institute for International Economics (PIIE), Temer no tiene el pulso necesario para encarar las reformas que necesita la mayor economía de la región. “Pese a las buenas intenciones, el Gobierno de Temer es frágil”, sostiene de Bolle y agrega que no avizora un crecimiento interesante en 2017.
