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Industria, la cuenta pendiente

17 noviembre de 2016

Van cayendo las hojas del calendario y el fin de año se acerca a paso firme. En materia de medidas macroeconómicas el Gobierno asumió en su primer año de gestión el desafío de salir del cepo cambiario; devaluar el peso sin que todo saltara por los aires; quitar retenciones a los granos, economías regionales y la minería; y encarar un programa monetario contractivo con tasas de interés muy altas, que logró bajar algunos puntos la inflación ?pasó de 43% a 32/33% anual- pero que tuvo un fuerte impacto recesivo en la economía.

En este contexto, los principales ganadores fueron los productores agropecuarios y, en menor medida, la agroindustria, con algún impulso positivo en la venta de maquinaria agrícola y fertilizantes, y muy particularmente, en la producción y venta de camionetas. De hecho, desde hace varios meses el vehículo más vendido del país es la Toyota Hilux, en momentos en que está creciendo la oferta de camionetas 4x4, el vehículo más utilizado en el campo. Ya se venden casi diez modelos en el mercado local.

También la minería metalífera está creciendo, impulsada por el sinceramiento del tipo de cambio más que por los precios internacionales, sometidos en estos momentos a una cierta volatilidad. En cuanto al mercado energético, la producción de petróleo y gas se viene recuperando, en una actividad que tiene precios regulados en el segmento de combustibles. En ese sentido, la principal queja es el conocido “barril criollo”, que establece un precio sostén del crudo más del 30% por encima del precio internacional.

Pero en este panorama, al menos hasta ahora, los grandes perdedores parecen ser los industriales, pese a que el Gobierno declama su apoyo al sector y ha dispuesto una importante batería de medidas fiscales y crediticias orientadas a las pequeñas y medianas empresas. No obstante, los números no dejan lugar a dudas. Según el último relevamiento de la Unión Industrial Argentina (UIA), en septiembre la actividad industrial retrocedió 7,6% en comparación al mismo mes del año anterior, y acumula una caída del 5,1% en los primeros nueve meses del año.

Todo para abajo

De acuerdo al informe de la UIA, la caída del nivel de actividad manufacturera del mes de septiembre (el último relevado) fue liderada por el sector de metales básicos (-22,8%) deprimido por la menor producción de acero. Además, otros sectores que registraron retrocesos significativos fueron la industria automotriz (-19,6%), debido a las menores exportaciones de vehículos (-19,2%) en particular a Brasil, minerales no metálicos (-15,4%) por el desplome de la actividad de la construcción; y edición e impresión (-10,5%). Con caídas menores aparecen alimentos y bebidas (-5,3%) debido al menor volumen de la molienda de soja y girasol, y metalmecánica (-4,9%), donde se advierte una menor producción de bienes de capital, equipos y aparatos eléctricos y autopartes.

Los únicos renglones con números positivos, fueron en septiembre la producción de sustancias y productos químicos, que volvió a aumentar (+6,4% interanual), una industria en la que pesa mucho la producción de agroquímicos y fertilizantes.

Pérdida de competitividad

A nivel de exportaciones los números industriales no son mejores, en gran medida por la fuerte caída de la demanda brasileña, muy negativa especialmente para la industria automotriz y autopartes. Pero lo que muchos industriales reconocen por lo bajo es que hay algunos aspectos de la agenda que tienen gran relevancia a nivel de pérdida de competitividad.

Entre ellos mencionan el incremento de costos de producción y salariales; la presión tributaria récord, que en algunos sectores “supera el 50% entre impuestos nacionales, provinciales y municipales”; costos logísticos y de transporte que se mueven al compás de la inflación y no de la producción y la demanda, e incluso regulaciones y normativas que afectan el clima de negocios.

En los últimos meses también se agregó la competencia externa, a partir del incremento de importaciones en algunos sectores mano de obra intensivas como textiles, calzados y juguetes, por mencionar algunos. Esto se da en momentos en que se debate nuevamente la conveniencia de abrir la economía o aplicar una política más proteccionista.

Incluso hay analistas que sostienen que el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, con su declamado proteccionismo detrás del “America first” sería una buena noticia para la industria argentina porque cambiaría la tendencia a avanzar en nuevos acuerdos comerciales, y permitiría a los fabricantes locales mantener el mercado doméstico. Hoy nuestro país está fuera de ciertos mercados porque el costo de producir localmente, en algunos casos, duplica el costo internacional.

Sobre la actualidad industrial un informe de la Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires (FEBA) advierte que “en el corto plazo las perspectivas del sector (industrial) no son alentadoras”. Y agrega: “En ese contexto, el ingreso de productos importados, la suba de los costos salariales, de logística y transporte, y la apreciación del tipo de cambio no contribuyen a la recuperación de la actividad”.

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