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“El Presidente deberá elegir entre inflación o crecimiento”

24 noviembre de 2016

Entrevista a Pablo Goldín, Economista y director de MacroView.

El economista Pablo Goldín, director de Macroview, dice que el trade-off de los próximos meses será inflación versus crecimiento. Si se elige desinflar, la economía podría crecer y, si se elige crecer, habría que tolerar algo más de inflación. “Yo creo que todo va a terminar convergiendo hacia un poco más de inflación que de la posibilidad de que haya movimiento”, dice en diálogo con El Economista. Por las elecciones, claro, pero también porque el Gobierno “necesita resultados para ir conteniendo la situación”, es decir, una cuestión social que se pone más espesa y una oposición que se anima a jugar más fuerte.

Está por terminar el 2016 y no hubo brotes verdes. El anhelado punto de inflexión de la economía nunca llegó. La mayoría de sus colegas se preocupa porque esperaba que llegaran. Sin embargo, varios otros sostienen que no era lógico esperar una actividad dinámica en 2016. ¿Con qué postura se siente más cerca?

Si a fines de 2015, antes de que asumiera el nuevo Gobierno, me preguntaban si firmaría una caída de 2% del PIB y una tasa de inflación del orden del 40% anual para 2016, hubiera firmado. No me sorprende que los números del nivel de actividad se hayan comportado como lo están haciendo y que 2016 termine en una caída de 2%, o algo más, que es una caída típica de una recesión no caótica en Argentina. Por otro lado, se empieza a percibir, y creo que esto se extenderá durante el verano y también el otoño, que el Gobierno se a encontrará con un conflicto. Un trade-off, como decimos los economistas, entre seguir bajando la tasa de inflación y estimular la reactivación. Ese conflicto seguramente tendrá que ser arbitrado por el propio Presidente o su mesa chica. La tasa de inflación está bajando, y bastante fuerte, y creo que noviembre nos va a dar la tasa más baja del año e incluso por abajo de 1,5%. Sin embargo, también vemos que octubre siguió siendo un mes muy malo en actividad y eso sorprendió a todos los que esperaban un piso en el tercer trimestre y ver alguna brisa en el cuarto trimestre, que nunca llegó. Y ahí está ese dilema que mencionaba entre inflación y crecimiento, y alguien va a tener que decidir, como si se pudiera, entre 17% de inflación y un PIB estancado o veintipico de inflación y un PIB subiendo 3%. Esa es la pulseada que hay que seguir en los próximos meses.

Las tasas han comenzado a bajar, el gasto fiscal está volando y aparecen algunas medidas proconsumo y parece claro qué decidió la política ante ese trade-off. ¿Coincide?

El BCRA se fijó un objetivo desde el primer día, y tuvo el respaldo político, y fue bajar la inflación lo más rápido posible porque, en su convicción, cuanto más rápido eso sea, más rápido se reactivará la economía. Eso caló en el Presidente y por eso estaba tan expectante con el famoso segundo semestre. Esa idea del BCRA es cierta, pero en el mediano plazo y en un país con menos desequilibrios. Como eso no está sucediendo, la política de desinflación del BCRA, que está solo en la batalla, parece un escollo. Y sobre el tema fiscal que mencionas, debo decir que fue expansivo durante todo el 2016, salvo los primeros dos o tres meses. La política fiscal es un calco de la de 2015 e incluso 2014. El gasto sube más que los ingresos y el déficit primario siga subiendo. Ahora no se financia con emisión o reservas del BCRA sino consiguiendo fondos en el mercado. No es que ahora se impuso el sesgo reactivador. Hoy tenes una política monetaria restrictiva, que está consiguiendo bajar la inflación, que sacrifica la reactivación. Eso está chocando con la política fiscal expansiva. Ese es el lío que hay hoy y que se está blanqueando.

Entonces, el combo final entre inflación y crecimiento en 2017 se irá determinando en los próximos meses...

Va a depender de algunas cosas. La posibilidad de que el nivel de crecimiento sea mejor está porque el salario y la jubilación real por inercia le ganan a una inflación en descenso y el campo, sin ser un gran motor, algo aporta. Si miramos el mundo, vemos que crecer 3% o 4%, como dicen algunos, no es fácil. Ya no estamos con China creciendo al 10%, los tigres asiáticos creciendo al 5-6% y Colombia y Perú más de 4%. Hoy todos se conforman con 2-3%. Nosotros podemos aspirar a eso porque en los últimos 5-6 años no crecimos. El PIB dio 0% prácticamente. Menos que Japón, paradigma del país que no crece. Por eso, la chance está. Si el BCRA se empeña en baja la inflación y meterla en la meta del 17% máximo, y el Presidente lo avala y lo apoya, es probable que la reactivación sea pobre. Yo creo que todo va a terminar convergiendo hacia un poco más de inflación que de la posibilidad de que haya movimiento.

Hay elecciones, claro.

Sí, pero aunque no las hubiese, diría lo mismo. Ya después de un año de Gobierno y sin resultados en términos de actividad, eso impacta. La situación social se pone quejosa y la oposición se agranda y hace cosas que antes no hacía. Si un gobierno debutante no tiene buenos resultados en el PIB en su primer año, empieza a correrla de atrás. Le pasó a Raúl Alfonsín hasta que pudo pegarla con el Plan Austral y a Carlos Menem hasta el Plan de Convertibilidad. Hoy está pasando algo parecido. Estamos viendo que aparecen cosas raras y proyectos de ley complicados para el oficialismo en el Congreso. El Gobierno necesita resultados, más allá de las elecciones, para ir conteniendo un poco la situación.

Una variable clave y que determinará si el probable rebote de 2017 es sólo eso o el comienzo de un proceso de crecimiento es la inversión privada, que aún no arrancó. ¿Qué expectativa tiene?

Es muy difícil pronosticar la tasa de inversión en cualquier país del mundo. Tenemos una ventaja para los próximos años y es que la tasa de inversión privada es de 16% del PIB, un nivel muy bajo y asimilable a años muy malos como el 2001. Hay mucho por sumar si se normalizan las cosas y hay más orden y confianza porque está muy por abajo del promedio histórico. No juegan a favor, en cambio, las condiciones macroestructrales. Así lo plantea el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) en su reciente informe sobre Argentina. Allí muestra de qué dependen las oleadas de inversión en los países, es decir, varios años de aumento en sus tasas de inversión sobre el PIB. Un requisito es una situación fiscal de baja incertidumbre. El FMI dice que no podés aspirar a una oleada inversora en un contexto de incertidumbre fiscal. Es más, recomiendan hacer obra pública pero nunca perdiendo el objetivo de reducir el déficit primario. El otro requisito es que el tipo de cambio no esté muy atrasado. Eso no quita que no pueda haber inversión con atraso cambiario, y en rigor aquí pasó en los primeros años de Menem y también se puede argumentar que abarata la compra de equipamiento importado.

No son desafíos fáciles...

No, y se sabía desde el minuto cero. El desafío económico de este Gobierno no es fácil y la herencia fue pesada. No hubiera sido fácil para nadie, más allá de las críticas que vienen desde los que hoy están del otro lado del mostrador. El Gobierno dijo, en términos metafóricos, voy a llevar el auto a Mar del Plata en cuatro horas por la Ruta 2. Con el paso de los meses y las dificultades que fueron surgiendo, dijo que iba a llegar en seis horas. Lo único que hay que tener cuidado es que vaya para Mar del Plata y no termine en Rosario.

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