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“El mercado pedirá señales fiscales en algún momento”

04 noviembre de 2016

Entrevista a Hernán del Villar Director del Estudio Alpha.

En diálogo con El Economista, Hernán del Villar, director del Estudio Alpha, dice que el primer impacto favorable del blanqueo (cuyo tramo local arrancó cumpliendo los pálpitos optimistas que había generado), “será sobre las expectativas ya que implica una visión positiva hacia el futuro sobre el mantenimiento de reglas de juego e institucionalidad”. También ayudará a las necesidades de financiamiento 2017 del Tesoro y a las maltrechas cuentas públicas, aunque ejercerá presión a la baja sobre “un tipo de cambio real bajo”. Asimismo, también ofrece su visión sobre el ritmo del endeudamiento, la política fiscal y la estrategia monetaria del BCRA.

Se acabaron las especulaciones y se empiezan a ver números concretos del proceso de sinceramiento fiscal. El tramo local ha sido exitoso y todo sugiere que el monto de todo el proceso superará largamente la meta oficial de US$ 20.000 M. ¿Cómo impactará eso en las distintas variables de la economía?

El primer impacto importante inicial favorable será sobre las expectativas ya que implica una visión positiva hacia el futuro sobre el mantenimiento de reglas de juego e institucionalidad. El segundo impacto positivo podrá ser sobre el avance del financiamiento del sector público del 2017, dependiendo en qué medida se elija la alternativa del sinceramiento a través de bonos. Finalmente, las cuentas fiscales se verán favorecidas, dependiendo de la envergadura que alcance el sinceramiento, por el ingreso del impuesto por única vez del sinceramiento que contribuirá a financiar una buena parte de los mayores gastos previsionales. También podrá tener un impacto bajista sobre el tipo de cambio en la medida que el sinceramiento del efectivo, que pueden ser unos US$ 8.000 millones, se vuelque al mercado de cambios, aumentando la oferta de divisas en 2017.

El debate sobre el nivel y, sobre todo, el ritmo de endeudamiento está presente, y lo seguirá estando en 2017 pues el país deberá salir nuevamente a los mercados a colocar mucha deuda. Algunos colegas suyos han prendido luces de alarma, ¿usted coincide?

Será un tema importante en el futuro. El bajo nivel de deuda inicial y la actitud del Gobierno frente a los inversores internacionales ha generado la aceptación de estos de financiar las actuales necesidades. A los niveles de necesidades financieras de 2017 la deuda con el sector privado aumentaría 3,5 puntos porcentuales por año en términos de PIB. Hay tiempo y el problema no debería ser 2017. En algún momento el mercado comenzará a pedirle señales de mayor sostenibilidad de la situación fiscal. Además, desde ya que el país estará más dependiente de la situación financiera internacional.

Se están escuchando muchas críticas por parte de los economistas más liberales sobre la ausencia de cambios en la política fiscal: el gasto ha vuelto a crecer a tasas altas y se han relajado las metas fiscales. ¿Es un factor de preocupación para usted o es apropiado el gradualismo fiscal recargado de Hacienda?

Ha sido una decisión de política económica tomada por el Gobierno desde mediados de año y el gasto ha vuelto a crecer a mayor ritmo que los ingresos. El Presupuesto dice que eso empezará a cambiar en 2017. Veremos. Si se cumple en 2017 será el comienzo tenue de una mejoría en lo fiscal. Habrá que acelerarla a partir de 2018 tanto por los impactos monetarios/ cambiarios que tiene como por la necesidad de empezar a bajar la muy elevada presión tributaria.

El tema del atraso cambiario, muy presente en los debates económicos en 2015, salió de la agenda luego de la devaluación de diciembre pasado. Sin embargo, varios colegas suyos sostienen que el problema, por la inflación acumulada desde entonces, sigue presente. ¿Está nuevamente atrasado el dólar y cuáles son sus perspectivas?

Tenemos un tipo de cambio real bajo con impactos diferentes sobre los distntos sectores de la economía real. Hoy, la prioridad está en la baja de la tasa de inflación a través de la política monetaria y la mejoría de las expectativas. Ello lleva a tasas en pesos elevadas que determina un menor tipo de cambio real. Y eso es lo que hay que esperar en el corto plazo. Eso se daría hasta que, ya pasados los aumentos nominalmente importantes de salarios y tarifas y con una política fiscal más contractiva, la política monetaria pueda suavizarse.

El BCRA sigue manteniendo la tasa de referencia en 26,75%. ¿Le parece apropiada la decisión o tiene margen para reducirla?

Esperábamos que desde principios de noviembre volviera a bajar. El BCRA pretende que las expectativas privadas de inflación sean consistentes con las metas del BCRA y, si no es así, ha decidido tener tasas de interés más elevadas. Para lo que resta del año, las diferencias con las expectativas privadas son del 0,1% mensual. Para 2017 las diferencias están una parte en las expectativas sobre el incremento de tarifas y otra en la inflación núcleo. Podría ser también que el BCRA esté viendo para octubre/ noviembre una inflación núcleo mayor al 1,5/1,6%. Si no es así, debería comenzar a bajarla nuevamente. Tenemos impactos negativos de la política actual, que baja el tipo de cambio real por incentivar una mayor entrada de dólares financieros.

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