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“El déficit fiscal que tiene Argentina hoy es colosal”

29 noviembre de 2016

Entrevista a Sebastián Galiani Economista y profesor de la Universidad de Maryland

Sebastián Galiani fue uno de los recientes cien galardonados por la Fundación Konex (en su caso, en el área de “Desarrollo Económico”) y es uno de los economistas locales más respetados. Además, es profesor del Departamento de Economía de la Universidad de Maryland y uno de los animadores del blog Foco Económico. En diálogo con El Economista, ofrece su opinión in situ sobre lo que puede ser el Gobierno de Donald Trump que comienza formalmente el 20 de enero, ofrece su opinión sobre su impacto en Argentina, dice que la ausencia de brotes verdes no se siente sólo en la economía sino que en otras áreas también, pide resolver la cuestión fiscal y agrega que la economía puede crecer en 2017 pero que será “casi un rebote técnico, que deja al periodo 2016-2017 prácticamente sin crecimiento en términos per capita”.

Por el teorema de Baglini, los frenos y contrapesos del sistema de Estados Unidos y el efecto boomerang de algunas medidas que podría llegar a tomar Donald Trump llevaron a varios analistas a prever que será moderado y hará poco de todo lo que dijo. Sin embargo, va a tener que tirarle alguna carne a sus seguidores. ¿En qué temas de la agenda lo ve avanzando y cuáles quedarán como slogans de la campaña?

En general, todos los gobiernos en Estados Unidos son más moderados que lo que anuncian durante la campaña electoral. Y quizás eso sea cierto en todos los países desarrollados. Finalmente, los gobiernos tienen que consensuar sus acciones, y ello los lleva a un equilibrio que pondera otras visiones e intereses. En Estados Unidos, en particular, la división de poderes es efectiva, y la prensa además tiene un rol muy importante en controlar al gobierno. Pero, por sobre todo, la sociedad civil juega un papel preponderante en defender, por un lado, los intereses sectoriales, y por otro, los derechos civiles que la Constitución aún no garantiza. Las contribuciones a organizaciones no gubernamentales se incrementaron sustancialmente desde que Trump fue electo. Entonces, creo que todo será una cuestión de grado. Pienso que lo más importante que tiene que hacer por sus votantes es mejorarles sus ingresos, lo cual es bastante difícil de lograr. Creo que para ello, principalmente, implementará un megaplán de infraestructura. No está claro si ello le permitirá lograr ese objetivo. Desde ya, endurecerá las políticas migratorias, pero mucho menos que lo que anuncio durante la campaña electoral, y también será conservador en lo social, probablemente más que lo que es él mismo, buscando satisfacer a sus votantes y al Partido Republicano.

El potencial “efecto Trump” en nuestro país va desde mayores restricciones para los limones tucumanos y menores incentivos para blanquear activos no declarados en Estados Unidos. en el marco del régimen de sinceramiento fiscal en curso hasta más complicaciones para emitir deuda soberana en los mercados y menor interés por parte de las multinacionales estadounidenses de invertir en Argentina. ¿Cuál cree usted que será el mayor efecto?

En el corto plazo, veo difícil que Argentina o el Mercosur puedan avanzar en algún tipo de acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. El blanqueo parece haber sido relativamente exitoso. Se ha anunciado ya una exteriorización de activos por más de US$ 20.000 millones. Creo que el Gobierno manejó bien el tema de las expectativas. Todo lo que se logre por arriba de ese monto de acá a marzo puede considerarse que estará por arriba de lo esperado. Así que creo que el principal costo que podrían tener las políticas de la administración Trump sobre Argentina vendría por el lado financiero, especialmente si como se espera, Trump termina aumentando el déficit fiscal sustancialmente para financiar su programa de infraestructura y reducción de impuestos. De todos modos, esto será gradual, y nunca llegará a ser un sudden stop, si no media algún shock ahora no previsto. El problema para Argentina, sin embargo, no es menor pues el déficit fiscal que tenemos es colosal.

El año, como se dice en la jerga, está jugado y no hubo brotes verdes. Como mucho, se puede decir que la economía se estabilizó y ya no cae más. Obviamente, se escuchan muchas críticas porque el Gobierno había dicho que la economía iba a levantar en el 2° semestre. ¿A usted le preocupa que no hayan aparecido esos famosos brotes verdes o ya imaginaba a comienzos de año que no aparecerían en 2016?

No han aparecido brotes verdes en materia de medio ambiente, ni en seguridad ciudadana, a pesar que las tasas de victimización bajaron en el primer semestre del año, ni en educación, ni en términos de reforma del Estado, donde incluso se creó un Ministerio? Una pena pues esas eran áreas que tenían que mostrar capacidad de gestión para compensar la demora en la llegada de una reactivación de la economía. Yendo al punto central de su pregunta, esto ya lo hemos hablado anteriormente. El crecimiento requiere inversión y crecimiento en la productividad de los factores. Me parece que aún estamos lejos de ver un boom de inversión en Argentina. Aún hay mucha incertidumbre sobre el mediano plazo en el país. El kirchnerismo hizo muchísimo daño al expropiar buena parte de la inversión extranjera realizada durante la década de los '90. Me llama la atención en ese frente la falta de acción política del Gobierno. Volviendo a los determinantes económicos, además la situación de Brasil le pega muy fuerte al sector industrial argentino. A esto último, hay que sumarle que la combinación de altísimo déficit fiscal financiado con endeudamiento externo y política monetaria contractiva generan un tipo de cambio relativamente más bajo. Así que más allá del rebote esperado para el 2017, la cuestión del crecimiento en Argentina aún está abierta.

El Gobierno espera que ese rebote sea de 4%, pero que el mismo sea más fuerte hacia el segundo semestre del año próximo. ¿Usted está de acuerdo con ello?

Me parece un escenario razonable por dos motivos. Por un lado, dado el punto de partida, si hay un rebote importante, éste tiene que ser más fuerte hacia el final del año que al comienzo del mismo. Por otro lado, si bien crecer al 4% por año sería un logro destacable, rebotar 4% después de haber caído 2%, es casi un rebote técnico, que deja al período 2016-2017 prácticamente sin crecimiento en términos per capita.

El Gobierno aplicará un esquema de metas de indice a partir de 2017 y espera que el régimen debute con una inflación de 12%- 17%, un objetivo que el consenso no comparte. Según el REM del BCRA, será de 20%. Pero también hay discrepancias a mediano plazo. El FMI acaba de decir que se llegará a un dígito (en concreto, 9,4%) recién en 2021 mientras el BCRA ya quiere estar en 5% en 2019. ¿Usted ve posible el 5% en 2019? ¿Alguna vez se cumplió algún pronóstico del FMI?

A mí no me gusta hacer pronósticos cuantitativos puntuales. Estos siempre tienen un gran número de supuestos por detrás, y sin entrar en ellos, no aportan nada. Está claro que la inflación será bastante menor el año próximo que este. Si es 20% o un poco más no solo no lo sé sino que tampoco me parece el tema central. Lo importante es que las metas anunciadas se cumplan de forma de que la política monetaria sea creíble y la inflación predecible. Respecto al mediano plazo, normalmente hay más incertidumbre que respecto al corto plazo. En nuestro caso, tenemos que resolver la cuestión fiscal, así que está bien que haya mayores discrepancias a mediano que de corto plazo. Habrá que ir viendo cómo sigue la marcha de la economía después de las elecciones legislativas.

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