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El arma secreta de Donald Trump

11 noviembre de 2016

por Miguel Zielonka (*)

Donald Trump acaba de ganar por puntos (por Colegio Electoral) la Presidencia de Estados Unidos, en lo que muchos califican la campaña más bizarra de la historia contemporánea. Los debates previos estuvieron más bien enfocados en las debilidades personales de los candidatos según las resaltaba su oponente, en lugar de abordar la visión de futuro de la economía de cada representante.

Ojalá supiéramos qué piensa hacer Trump a partir del 20 de enero. Muchos de sus dichos durante la campaña son, cuando menos, polémicos. Si los tomamos literalmente, deberíamos estar preparados para una política comercial ultraproteccionista, un realineamiento total de la política exterior (Putin “amici” de los Estados Unidos, muy extraño), una política antiinmigratoria durísima, el desmantelamiento de la reforma del sistema de salud que impuso Barack Obama y el retroceso en los progresos alcanzados en temas de calentamiento global y energías limpias.

A propósito separamos a la política fiscal del pelotón de incertidumbres que acabamos de listar, puesto que tendrá una repercusión muy fuerte, directa y rápida sobre Argentina.

Si leemos entre líneas las declaraciones de campaña de Trump, podemos concluir que es muy probable que pase a retiro a la política monetaria como estimulante de la economía americana y saque del banco de suplentes a la política fiscal, para que entre a la cancha. Como todo buen republicano (personalmente creo que Trump no es republicano sino que parasitó la estructura del partido pagando sus gastos de campaña con fondos propios) se habla de una baja de impuestos. Lo que además agrega Trump de su propio repertorio es un programa muy ambicioso de inversiones públicas en infraestructura (hablan de US$ 500.000 millones, casi un PIB argentino).

El mercado comenzó a oler la sangre del futuro déficit fiscal y de la inflación que vendrá maridada con él, y la tasa de los bonos del tesoro americano “viajaron” de 1,70% en la madrugada de la Apocalipsis del 9 de noviembre a 2,07% al cierre de mercado ese mismo día. El rendimiento fijo a largo plazo debe compensar a los inversores, entre otras cosas, por el impuesto inflacionario futuro, o sea las expectativas de inflación.

Al subir la vara del rendimiento libre de riesgo en el mercado, la exigencia de tasa de interés para los emisores de deuda en los países emergentes, entre ellos Argentina, será recalculada por los bonistas. El escenario de Hillary en la Casa Blanca tenía una suba gradual de tasas, más explicada por una suave contracción monetaria que por una aceleración inflacionaria de fuerte de raigambre fiscal. Trump aceleró tremendamente los tiempos de la suba de tasas y eso nos va a afectar dada nuestra dependencia al financiamiento externo. Llueve sopa y nosotros con tenedor...

(*) Director Asociado en Econviews

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