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El 2016 cerraría con un déficit fiscal más alto que en 2015

25 noviembre de 2016

por Matías Carugati

El resultado fiscal continúa teñido de rojo. El déficit primario (financiero) alcanzó los $ 62.959 millones ($ 77.500 millones) en octubre, acumulando en el año un desbalance de $ 286.014 millones ($ 261.275 millones). Los números pueden sorprender por su magnitud pero no por su tendencia. Los ingresos fiscales vienen cayendo en términos reales (15% anual en octubre, 10% acumulado) debido a la recesión y al efecto de medidas tomadas por el Gobierno.

Por el lado del gasto, el Gobierno recalibró su política tras un primer semestre de ajuste. Desde mediados de año que el gasto primario viene acelerándose, culminando con un octubre a todo vapor (+5% de expansión real anual). Al margen de algunos imprevistos (fallo contra aumento de tarifas), el motivo de este giro en materia de gastos se debe a la necesidad de salir cuanto antes de una recesión más profunda y prolongada de lo anticipado, que borró el optimismo respecto al segundo semestre y amenaza las perspectivas del año próximo.

Proyecciones y desafíos

El 2016 se encamina a cerrar con un déficit fiscal más alto que el del año pasado. Las estimaciones publicadas en el presupuesto oficial apuntan a un déficit primario de 4,7% del PIB para este año ($ 373.000 millones), superior al 4,1% del 2015. En función de los resultados observados el Gobierno Nacional debería incurrir en déficit por $ 87.000 millones en el último bimestre para no superar la meta prevista, lo cual parece difícil debido a que la última parte del año es cuando se concentran los resultados más negativos para el fisco. En efecto, si ingresos y gastos mantienen el ritmo de incremento anual registrado en el acumulado de enero-octubre, el resultado primario sería un déficit de 4,9% del PIB ($ 386.000 millones).

Mirando hacia delante, la racionalidad política se impondrá sobre la económica. Sumado a la obra pública empujada por el ciclo electoral, el programa de reparación histórica a jubilados, la devolución de la coparticipación a las provincias y las concesiones a los gobernadores condicionarán los objetivos de Hacienda (déficit primario de 4,2% del PIB). Queda claro que no pueden sostenerse déficit de esta magnitud por mucho tiempo. Sin embargo, la realidad marca que el gradualismo fiscal es la única alternativa no traumática a nivel políticosocial. Prácticamente la mitad del gasto público corresponde a salarios, jubilaciones y subsidios sociales y para Cambiemos la obra pública es “intocable”. Eso deja a los subsidios económicos como el ítem menos difícil de cortar pero este año dejó en claro que se precisará tiempo para implementar cambios tarifarios profundos. Tampoco hay margen por el lado de los ingresos: la presión tributaria ya es de las más altas en el mundo y Cambiemos propone reducirla.

El Gobierno tomará deuda para cerrar la brecha fiscal. Si bien el BCRA y Anses seguirán asistiendo al Tesoro las necesidades de financiamiento se cubrirán, principalmente, con endeudamiento (también habrá un aporte del blanqueo). Como resultado el ratio deuda/PIB superará el 50% aunque la deuda neta de tenencias intrasector público y organismos internacionales será menos de la mitad. Este porcentaje es bastante superior al reportado durante la etapa kirchnerista, pero incluye la normalización de toda la deuda pública y la valuación del cupón PIB, que la gestión anterior excluía de los cálculos. Por otra parte, se trata de un nivel de endeudamiento razonable: el promedio estimado por el FMI para economías emergentes es de 52% del PBI (48% la mediana) y de 57% para países de América Latina y el Caribe (50%).

Cambiar

Que no haya riesgos (elevados) de insolvencia no debería dar lugar a la inacción. Si bien hay financiamiento disponible, el mercado no extendió un cheque en blanco. En algún momento va a pedir más que señales de consolidación fiscal para seguir prestándole al Estado aunque tal vez haya que esperar a que se terminen de contar los votos para ver medidas concretas. El gobierno se dedicará el 2017 a ganar las elecciones, donde hay mucho en juego. Se trata de unas legislativas que definirán el balance de poder en el Congreso, la viabilidad política de Cambiemos a de cara al 2019 y el rumbo económico a mediano/ largo plazo.

(*) Economista jefe de Management & Fit

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