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Sindicatos presionan por aguinaldo sin Ganancias y el bono

12 octubre de 2016

por Julián A. de Diego (Profesor de derecho del trabajo y director del posgrado en RR.HH. de la UCA)

El bono de fin de año debería compensarse con cualquier otro bono que se origine en los convenios colectivos o en la negociación por actividad o por empresa. Si recurrimos a la trazabilidad que tienen los acontecimientos, tenemos altas probabilidades de que se paguen dos bonos, y no uno solo general, y que los impuestos no cambien.

La CGT puja por el Impuesto a las Ganancias que alcanza a menos del 10% de los trabajadores que representan, y no incursiona en la necesidad de una reforma integral de los llamados “impuestos al trabajo” por temor a que se reduzcan los ingresos de obra social legales y los extraordinarios logrados a través de los convenios colectivos.

El debate nos distrae de los complejos indicadores sociales que marcan desempleo, subempleo e informalidad crecientes, con récord en cantidad de habitantes por debajo del límite de pobreza, aún cuando un grupo de ellos tiene empleo registrado con ingresos insuficientes.

En el actual forcejeo de la CGT y el comité ministerial del Poder Ejecutivo ya existen dirigentes sindicales que amenazan con tomar las medidas que consideren pertinentes dentro de su sector para lograr el reajuste de las paritarias.

La línea moderada espera la respuesta oficial y la línea combativa quiere ir al paro como inicio de un plan de lucha. Para los estrategas, la CGT debería ser la entidad que lidere al Partido Justicialista, por ahora dividido en no menos de tres fracciones antes de que se elijan los candidatos para las elecciones de 2017.

Para el Presupuesto, los incrementos no previstos son contingencias que tiene un claro “efecto dominó”, tanto en lo que hace a cualquier exención al Impuesto a las Ganancias, como cuando se fijan reajustes para jubilados, retirados, pensionados y beneficiarios de los planes sociales. Entre los distintos análisis que observamos, existe uno que reafirma que el Gobierno anterior y el actual, por diversas causas, operan con idénticos recursos claramente populistas, aún cuando los dos tengan concepciones ideológicas antagónicas.

En cualquier caso, resulta claro que la inflación le ganó a todos aquellos que viven de un ingreso fijo como los asalariados, los que cobran honorarios también fijos como los monotributistas y todos los que no trabajan y reciben fondos del Estado para atender las necesidades básicas de subsistencia.

El índice de inflación del Indec, partiendo de la premisa de que ahora es auténtico, refleja una caída del IPC pero el arrastre deja mal parados a todos, con un resultado final que superará el 40% al finalizar el 2016. Por ende, la desaceleración de la tendencia indica solo eso, y estamos muy lejos de estar en un índice de un dígito anual, y mucho más de un índice negativo o de deflación.

Desgraciadamente, los productos alimenticios de primera necesidad experimentaron aumentos mayores que lo que refleja el IPC del Indec, de modo que todo aquel que cuente con ingresos menores a $12.500 mensuales tiene serios problemas de subsistencia.

Para un ala del Gobierno, deberíamos clausurar los ajustes para el año 2016 y, es más, el bono debería ser restrictivo y solo para los que menos ganan, y no habría bono después de un determinado monto de ingresos brutos. Para otra ala del Gobierno, hay que atender la coyuntura y, por ende, con un gran esfuerzo y con un aumento del déficit se debería tratar de igualar la inflación.

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