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La tasa de inflación de septiembre y las “señales mixtas”

Más allá del rebote ocurrido en septiembre, los datos del Indec evidencian una desaceleración de los precios en el tercer trimestre.

14 octubre de 2016

por Matías Carugati (*)

La inflación volvió a ocupar el centro de la escena esta semana. De acuerdo al Indec los precios al consumidor aumentaron 1,1% el mes pasado, 0,9 puntos porcentuales más que el mes anterior. Más allá del rebote de septiembre los datos evidencian una desaceleración de los precios en el tercer trimestre, aunque ello se debió al impacto del fallo judicial sobre el aumento del gas, a la ausencia de fuertes incrementos en los precios de los bienes regulados por el Estado y a la relativa tranquilidad del dólar. La tendencia inflacionaria también se redujo pero aún no logra perforar el piso de 1,5% mensual (20% anualizado). Por otra parte, las expectativas de inflación todavía no están alineadas con los objetivos del Gobierno. Todo esto influyó en la decisión del BCRA de mantener la tasa de interés sin cambios.

Los diversos índices de precios al consumidor se movieron en el mismo sentido. Según el promedio de estimaciones privadas publicado por el Congreso la inflación de septiembre fue de 0,8% mensual (42,3% anual), 0,3 puntos porcentuales más que el mes anterior. En tanto, la medición de la CABA arrojó un incremento de 1,3% el mes pasado (43%), 2,1 puntos porcentuales más que en agosto. Los primeros datos del interior del país muestran un panorama similar, con una inflación mensual de 1,8% (39,1%) en Córdoba, que rebotó 1,5 puntos porcentuales respecto al registro del mes previo. La notoria aceleración en algunos índices se debe a cómo se trató el efecto del fallo judicial sobre la tarifa de gas (en Mendoza la baja se imputó plenamente a septiembre), aunque también persiste si se excluye dicha cuestión (0,8 puntos porcentuales en el caso del Indec y 0,4 puntos porcentuales para la CABA).

El tema tarifario continuará incidiendo sobre los precios a corto plazo. Tras el desarrollo de las audiencias públicas finalmente pudo avanzarse con la actualización de las tarifas de gas. Si bien la suba terminó siendo más gradual de lo que el Gobierno pretendía (205% en promedio) el nuevo cuadro tarifario tendría un impacto superior a 1 punto porcentualen la inflación de octubre, lo que terminaría empujando la variación mensual por encima del 2%. Estas perspectivas son refrendadas por las estimaciones de mercado, que de acuerdo al último REM se ubican en torno al 2% mensual.

El Banco Central extremó la cautela en este escenario de señales mixtas. La tasa de interés de las Lebac a 35 días se mantuvo sin cambios (26,75% anual) por tercera semana consecutiva. Desde la entidad sostienen que el proceso de desinflación está en línea con lo previsto pero que la brecha de credibilidad los llevó a sostener las tasas. Es cierto que la suba de precios se moderó notoriamente en estos meses pero los últimos datos alertan que la desinflación sería más lenta que lo anticipado. Además, antes de conocerse los números de septiembre, las expectativas a corto plazo ya estaban (levemente) por encima del objetivo del BCRA (1,5% mensual promedio para el último trimestre) y también había una diferencia entre la inflación esperada para 2017 y la cota máxima de la meta oficial. En este contexto, cualquier shock de precios que no sea tomado como temporario podría complicar aún más el proceso de desinflación. Consideramos que estas razones influyeron en la decisión del BCRA de poner en pausa el ciclo de recortes, extremando la cautela para no dañar su credibilidad.

El año que viene no está exento de desafíos. La dinámica de los precios del 2017 se verá afectada por tres cuestiones importantes que el Banco Central deberá tener en cuenta. Primero, la suba escalonada y programada de tarifas confirmada desde el Ministerio de Energía. Los aumentos son anticipados pero no por ello dejarán de generar ruido cuando se materialicen (aunque la publicación de un IPC Nacional oficial ayudaría a “mitigar” el impacto). Segundo, la evolución del tipo de cambio. Por ahora el dólar funciona como ancla nominal, gracias a la política monetaria y a la apertura de la cuenta financiera, pero la posibilidad de shocks externos puede afectar su trayectoria e impactar sobre la inflación. Por último, la propia inercia inflacionaria, no tanto ligada a los precios (que dieron sobradas muestras de rápido ajuste) sino a los salarios (negociados por sectores y de forma escalonada). En la medida en que la próxima ronda de acuerdos impere la indexación pasada en vez de la futura, más difícil será para el BCRA alcanzar su meta. Se produjo un “cambio de régimen” internalizado por los agentes económicos pero la dinámica salarial depende de las negociaciones con los sindicatos, con intereses políticos propios. Reflotar la idea de una mesa tripartita (Estado, empresas y gremios) que amortigüe la puja distributiva ayudaría a consolidar la desinflación y reducir los costos de hacerlo únicamente con política monetaria.

(*) Economista jefe de Management & Fit

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