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“Hay que romper la barrera que separa a los planes del trabajo”

29 septiembre de 2016

“Estos datos corroboran lo que ya estaba claro hace tiempo: que la pobreza tiene cara de niño, de joven y de mujer, y que en los grandes centros urbanos los problemas son más graves que en el resto del país”, consideró, en relación con los nuevos datos de pobreza publicados ayer por el Indec, el especialista en políticas sociales y ex ministro de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires Daniel Arroyo. En diálogo con El Economista, precisó dos medidas que considera clave para comenzar a cambiar la situación en lo inmediato: decretar la emergencia alimentaria y generar obras de infraestructura.

¿Cómo evalúa la situación que delinean los números de pobreza publicados por el Indec?

Primero, es una muy buena cosa qu el Indec esté funcionando y esté dando datos reales de la situación social en la Argentina. Segundo, esto corrobora que aumentó la pobreza en estos primeros nueve meses del año, que el Gobierno arrancó con una pobreza cercana al 29% y hoy está arriba del 32%, y que eso ha tenido que ver con la conjunción de tres aspectos. La inflación, que se espiralizó y, sobre todo, fue muy fuerte en alimentos. El parate de la construcción y del textil, que es el parate de las changas y del sector informal de la economía. Y, finalmente, los despidos en el sector público y el sector privado. Todo eso junto aumentó la cantidad de pobres en la Argentina.

¿Este 29% con el que usted compara los nuevos datos qué fuente tiene? La UCA, que es una muy buena fuente para comparar porque decía que había 29% de pobreza antes y que hay 32% ahora. Es decir, el 32 de ahora de la UCA va en línea con el 32 que plantea el Indec, con lo cual es comparable el dato anterior del 29%.

¿Le parece que alcanza con medir ingresos o es necesario que se avance hacia otro tipo de evaluación?

Yo creo que el Indec lo primero que tiene que hacer es tener un buen sistema de medición de ingresos y lo está logrando. Después hay que discutir cómo hacemos para incorporar otros elementos. La pobreza es multidimensional y hay que tomar otras dimensiones, pero la primera tarea que tiene el Indec es medir la pobreza por ingresos y la ha cumplido.

¿Los jóvenes y los niños son una población especialmente vulnerable?

Los niños y jóvenes son los que están más complicados. Dentro de esos segmentos las mujeres la tienen peor, y lo que está claro es que en los grandes centros urbanos los problemas son más graves que en el resto del país. Es decir, estos datos corroboran lo que ya estaba claro hace tiempo: que la pobreza tiene cara de niño, de joven y de mujer, y que en los grandes centros urbanos esa pobreza además de los problemas de empleo y alimentarios se conjuga con el tema de la droga, de la violencia, es decir, se cruza con otros factores que complican mucho la vida cotidiana.

¿Cuáles son las medidas que es necesario tomar para empezar a cambiar esta situación?

Para empezar a cambiar hoy creo que hay que hacer dos cosas. Una, decretar la emergencia alimentaria y volcar mucho dinero a lo que es asistencia alimentaria. Hoy no sólo hay concurrentes a los comedores, sino que la gente que está en los comedores está comiendo menos carne, menos leche y más harina. Segundo, creo que hay que hacer mucha obra de infraestructura pequeña, mucha vereda, cordón cuneta, cloacas, viviendas social, porque se asume como una forma de generar empleo directo en los sectores más pobres. Y hay que hacer eso en una dimensión acorde a los niveles de pobreza, es decir, no se puede hacer una prueba piloto o pequeñas experiencias cuando tenemos 32% de pobreza.

¿Cuáles son los obstáculos más rígidos, para los que hay que disponer medidas de mediano y largo plazos?

Uno es el tema educativo. Hay que dar vuelta la escuela secundaria, hacerla amigable para los jóvenes, del Siglo XXI. Otro es el tema del crédito, que es generador de pobreza porque gran parte de la gente está sobreendeudada, a tasas altísimas. Gran parte de los sectores pobres no acceden al crédito bancario y terminan tomando créditos a tasas muy altas. También hay que empezar a generar puentes entre planes sociales y trabajo, permitirle a una persona que percibe un plan poder trabajar a la vez, romper esa barrera que separa planes sociales de trabajo.

¿A qué ritmo cree que se puede esperar que baje la pobreza en los próximos años?

Depende de los recursos que vuelque el Estado y la prioridad que le dé. La creencia de que las inversiones se van a derramar sobre el empleo y que eso va acomodar las cosas efectivamente no va a suceder. Se necesita mucho dinero volcado en los temas alimentario y de infraestructura. Si se pone el acento ahí y hay voluntad política, seguramente en pocos años vamos a tener un impacto significativo en la baja de la pobreza. Pero, a mí modo de ver, para eso habría que cambiar la orientación de lo que se está haciendo ahora.

¿No alcanza con el crecimiento de la economía para bajar la pobreza?

No alcanza con el crecimiento económico, aunque llegue, porque viene de la mano de sectores que no derraman empleo, que son minería, soja, sector financiero. Hay que hacer políticas focalizadas, pero a la vez muy masivas, no focalizadas chiquititas. Hacer muchísima obra pública, generar la emergencia alimentaria al conjunto del conurbano bonaerense. Es decir, hacer políticas de una dimensión muchísimo más grande de las que se están haciendo ahora.

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