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El Presupuesto sólo busca un rebote y no soluciona la estanflación

E&R dice que “lo más prudente sería trabajar con tasas de crecimiento moderadas en los planes de negocios de 2018/2019”.

26 septiembre de 2016

Más allá de la verosimilitud en sus supuestos macroeconómicos, una novedad lógicamente bien venida para todos, el Presupuesto 2017 recibió críticas no menores por parte de los economistas, y lo sigue haciendo. En su último informe, Economía & Regiones (E&R) sostiene que la llamada ley de leyes “está priorizando el rebote del nivel de actividad en 2017, que según nuestras estimaciones rondaría 2,5%-3%, a expensas de penalizar el crecimiento económico en 2018/2019”.

Problemas sin solución

El motivo es simple. “El Presupuesto 2017 no apunta a bajar ninguno de los problemas que atentan contra la inversión privada, el empleo y el crecimiento económico”, dice el informe. El ratio entre el gasto público y el PIB es 14 puntos superior al promedio regional; la presión tributaria, 10 puntos; el capital cuesta entre 2 y 3 veces más “y la relación costo salarial después de impuestos sobre productividad del trabajo, que “mata la competitividad y la rentabilidad de las firmas”, también se encuentra entre los peores del promedio latinoamericano.

Ojo con el rojo

“Bajar el gasto público, la presión tributaria y el déficit fiscal es clave para salir de la estanflación y volver a crecer. La estanflación de Argentina, que cumple cinco años en 2016, es de origen estrictamente fiscal y se debe a un exceso de gasto permanente y creciente déficit fiscal”, dice E&R y plantea que es clave que la política fiscal coopere con la estrategia antiinflacionaria del BCRA. “Una baja muy gradual del déficit fiscal atenta contra la credibilidad de la política monetaria antiinflacionaria, aumentando la probabilidad de que termine fracasando en el mediano y largo plazos”, advierte.

“La política fiscal es la responsable de dejar atrás la estanflación y devolvernos al sendero del crecimiento y, por consiguiente, su mal diseño podría condenarnos a seguir en un estancamiento los próximos años”, amplían. Tras una larga década en la cual “nos comimos el capital”, la política fiscal debe apuntar a “estimular la oferta y no la demanda agregada”, es decir, favorecer el ahorro y no el consumo. ¿Pero ajustar fiscalmente no agrava la recesión? No, argumentan, “porque implica (vía crédito) más inversión y demanda agregada en el presente, con más oferta agregada y consumo futuro. Es simple. Más ahorro (mayor consumo futuro) alimenta el financiamiento disponible, abaratando el crédito y estimulando la inversión. Más inversión redunda en aumentos de productividad, generación de empleo y, como consecuencia, mayor consumo, demanda y crecimiento sostenido en el futuro”.

Hay margen para bajar impuestos, agrega E&R, y critica que la versión 2017 de la ley de leyes “no baja impuestos al sector privado, que es lo que necesita nuestra economía para ganar competitividad y volver al sendero del crecimiento”. Agregan: “El Presupuesto 2017 no baja la presión tributaria por ningún lado, mostrando una voracidad fiscal que continuará ahogando al sector privado y desestimulando el ahorro, el crédito y la inversión privada”.

Según sus cálculos, “el déficit fiscal relevante”, es decir, el rojo primario, sumando intereses y los rojos provinciales, terminará 2017 en nada menos que 7,7% del PIB, es decir, apenas un punto por debajo del cómputo de 2016. “Al déficit fiscal relevante de aproximadamente 8 puntos del PIB hay que sumarle las amortizaciones de capital (Nación + provincias), que ascienden a otros 6 puntos del PIB, totalizando un financiamiento total de 14 puntos porcentuales del PIB, provocando un crowding out (reduciendo y encareciendo el crédito) para el sector privado”.

Se puede (todavía) Si bien “los estados nacional y provinciales emitirán un monto considerable de deuda, que elevará el costo de endeudamiento que sirve como benchmark para el resto de las empresas que deseen endeudarse en el exterior, el Gobierno puede permitirse este lujo por el momento”.

El informe concluye que “el Presupuesto 2017 no cambia la política fiscal que nos condujo hasta la estanflación porque no se plantea bajar la presión tributaria, el peso del gasto público, ni tampoco el déficit fiscal” y “lo único que se modifica es la forma en que se financia el déficit fiscal, cambiando el combo K (reservas, mucha emisión y menos deuda) por el combo macrista (menos emisión y más deuda)”.

Planes 2018-2019

Asimismo, con un mensaje para las empresas. “Lo más prudente sería trabajar con tasas de crecimiento moderadas en los planes de negocios de 2018/2019 porque, sin cambios estructurales de fondo, el nivel de actividad seguiría atado al ciclo político también durante los próximos años, con años impares electorales (2013, 2015 y 2017) en los cuales hay un rebote del nivel de actividad con variaciones moderadamente positivas del PIB, y años pares post elecciones (2012, 2014 y 2016) en los cuales el sistema económico paga las cuentas de la política fiscal expansiva que se aplica sistemáticamente en los años electorales”.

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