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“El Gobierno necesita seguir dando batacazos”

Entrevista a Pablo Knopoff, Director de Isonomía.

21 septiembre de 2016

Licenciado en Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella y director de la consultora Isonomía, Pablo Knopoff analiza en esta entrevista con El Economista el nuevo mapa político argentino, todavía en transición, con Cambiemos en el Gobierno y con el peronismo (o los peronismos) en la oposición. Además, traza algunas perspectivas posibles sobre el movimiento de esas fichas en el tablero político del año próximo.

De las encuestas de opinión parece surgir que el Gobierno conserva expectativas ciertamente altas, a pesar de que la consideración respecto de la situación del país y de la acción concreta de Gobierno tiene más matices o suele considerarse como más negativa. ¿A qué lo adjudica?

Existen varias razones que explican la aprobación o la base de sustentación del Gobierno, más allá de algunas decisiones. Por un lado, las variables vinculadas con la herencia o con el pasado. Existen valores iguales o parecidos que al principio de la gestión en términos de aprobación (cerca del 60%), porque existe una parte importante de la población que entiende que muchas de las medidas que tomó el Gobierno fueron en respuesta al estado de situación heredado. El segundo tiene que ver con las variables asociadas al futuro, que tienen consideraciones muy altas: cómo se espera que esté la situación en general, cómo que esté la situación en particular, la inflación o las perspectivas laborales o de consumo. El tercero es el mapa político. La alternativa al Gobierno desde la absoluta diferencia la representa el kirchnerismo, el más duro, el de la resistencia. Ese kirchnerismo obliga a que ciertos actores de la política o una parte de la ciudadanía se abroquelen en la periferia del Gobierno. Y esto lo dejo en niveles de aprobación tal vez más altos de los que uno pensaría que debería tener en relación a las decisiones que se han tomado.

¿Cómo definiría el esquema de gobernabilidad de Macri?

En términos generales, en la Argentina de hoy, no se discute gobernabilidad, ni el argentino medio observa que haya inconvenientes ahí. Y esto no es un dato menor. En noviembre o en diciembre era una de las primeras consideraciones que se hacían. Este es un gobierno que asume en situación de debilidad, tanto legislativa como en relación a la cantidad de gobernadores propios, pero que resolvió rápidamente ciertos probleamas en ese sentido. Por caso, la salida del cepo y el arreglo con los holdouts le dio contundencia a su imagen de poder. Haber ganado la provincia de Buenos Aires ya era un dato a su favor. Además, hay ciertos actores del peronismo no kirchnerista o del Frente Renovador que, por razones simbólicas o reales, hacen un equilibrio constante que ayuda mucho al Gobierno.

Para consolidar su proyecto, se sostiene, Cambiemos tiene que vencer en la provincia de Buenos Aires, madre de todas las batallas como suele decirse. ¿Comparte?

En general, la elección de la provincia de Buenos Aires es la que se termina nacionalizando: terminamos viendo qué sucede ahí más que en otros lados. Es importante en términos de la cantidad de legisladores que hay en juego. Y, desde lo simbólico, que en esta oportunidad también se elijan senadores hace que haya mayor disputa de poder. Indudablemente, el Gobierno necesita seguir dando batacazos. Y no sólo el año que viene. La historia de Cambiemos comenzó el año pasado con varios batacazos y necesita de varios estadíos más, que tienen que ver con elecciones y otras que no. Por ejemplo, acertar en la agenda o avanzar en distritos que están gobernados por otras fuerzas políticas desde hace muchos años.

Macri también le habla a los inversores en términos electorales: apuesten por mi Gobierno, parece decirles, como forma de llegar en mejores condiciones a las legislativas. Y algunos empresarios, aun con afinidad, piensan en el turno 2017 como prueba que el Gobierno tiene que dar para ofrecer una continuidad posible.

Indudablemente, el Gobierno se va a hacer mucho más fuerte si consigue un triunfo. De eso no hay dudas. Y el resultado, por cierto, es probable que incida en si este proyecto de poder puede prolongarse o no. El problema es que es muy difícil saber qué pasa más allá del próximo fin de semana. Y ahí los inversores necesitan de cierta previsibilidad.

¿Considera que se va a plebiscitar el Gobierno, nacionalizándose la elección, o que será una elección compartimentalizada, de disputas diferentes por distritos?

Ahí hay un dato que todavía no sabemos: cuál va a ser el mandato de la elección. En las campañas se discuten un montón de temas pero, finalmente, hay una clave que las marca. En la elección del año pasado fue qué hacemos con el kirchnerismo. En 2013, en la elección que Massa le gana a Martín Insaurralde, se daba en términos parecidos: Cristina eterna o no. En 2011 se dió en términos de respaldar o no a Cristina. La pregunta, de la que no tenemos la respuesta, porque falta bastante, es cuál será el mandato de la elección del año que viene. Si tiene que ver con la disputa Cambiemos versus kirchnerismo, el resultado en términos estructurales puede ser bastante distinto a si se discute sobre la gestión, sobre denuncias de corrupción o sobre qué hacemos con el peronismo. Para el tren de la política, la próxima estación es la próxima elección. Pero para la sociedad hay muchas otras estaciones antes. Lo que llamamos “la agenda del primer metro cuadrado”, por lo general, es central para entender esto.

El escenario que el Gobierno considera como óptimo es de fragmentación persistente del peronismo, lejos de la unidad.

Es difícil saber cómo el peronismo va a procesar sus diferencias, pero es una posibilidad. El peronismo tiene un desafío tan interesante y tan complejo, tal vez, como el que tiene el Gobierno. Primero, tiene que definir si se parece más al kirchnerismo que al poskirchnerismo. Segundo, tiene que saber si interpela desde la retórica histórica o si lo hace desde liderzgos nuevos con rompan con parte de eso. Tercero, ese vehículo va a necesitar un piloto. Esta afirmación o pregunta que a veces nos hacemos respecto de si se puede gobernar sin el peronismo, lo pone en una condición de poder, pero también lo condiciona. El grueso de la ciudadanía espera y necesita que al Gobierno le vaya bien y el peronismo pagaría un precio muy alto, no ya por obstaculizar, sino por no haber mostrado apoyo ante un gobierno no peronista. Esto es como un laberinto de los que sólo se sale por arriba. También tiene que resolver qué hacer con figuras importantes que están formalmente afuera del peronismo, como la figura de Massa.

Respecto de Massa y el Frente Renovador, aparece como un destino posible de esos actores poskirchneristas, pero no hay una definiciones al respecto. ¿Corre el riesgo de quedar atrapado en una avenida del medio más angosta de lo que supone?

Los mandatos de las elecciones son como los tableros: no todos los actores pueden adecuarse a todos los tableros. Podés ser el mejor jugador de ajedrez, pero si el tablero es de damas, no ayuda mucho. Eso hace que la ancha avenida del medio sea más ancha o más angosta. Depende de cuál sea la discusión del año que viene para que Massa tenga más facilidad o no para aprovecharla. Y es algo sobre lo que Massa puede hacer cosas, pero la definición final tiene que ver más con una estructura en la que todos juegan.

Por otra parte, la cuestión sobre el lugar que ocupará el kirchnerismo a partir también, si se quiere, de ese mandato. Cristina parece estar dispuesta a dar batalla. ¿La ve candidata? ¿Qué performance podría tener de serlo?

La centralidad política del kirchnerismo es importante: es lo distinto a Macri. De hecho, gran parte de la discusión sobre el actual gobierno se explica por la posición actitudinal frente al gobierno previo. La cuestión respecto al kirchnerismo es que lo conocimos gobernando, no como oposición. Y ellos, tampoco se conocen así. No es fácil resolver eso en poco tiempo. El problema no son sólo los bolsos de José López, sino que gobierna otro. Y, vinculado con eso, cómo ser un actor de poder en esas circunstancias. ¿Será candidata? Dependerá de varias circunstancias ¿Cómo le puede ir? Depende también de cómo le vaya al Gobierno. Si acierta en ciertas políticas, el peso de los otros actores será menor. También dependerá de lo que suceda con los otros actores peronistas.

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