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Rosenkrantz asume hoy y se completa la Corte

Luego del fallo sobre las tarifas de gas crece la expectativa por la jura del quinto miembro.

22 agosto de 2016

Carlos Rosenkrantz se convertirá hoy en el quinto integrante de la Corte Suprema de Justicia, cuando preste juramente en el Palacio de Tribunales. De esta manera, la instancia máxima del Poder Ejecutivo recuperará el número que muchos constitucionalistas consideran mínimo indispensable para un funcionamiento acorde con su lugar en la República, luego de los fallecimientos de Carmen Argibay y Enrique Petracchi y las renuncias de Raúl Eugenio Zaffaroni y Carlos Fayt. Y luego de la asunción de Horacio Rosatti, durante de julio. Las discusiones respecto de la forma elegida originalmente por el presidente Mauricio Macri para designarlos quedan más distantes en el tiempo. Y se actualizan otras, más ligadas a las cuestiones relevantes sobre las que el nuevo ministro tendrá que fallar.

El fallo que restringió el aumento de gas y exigió al Gobierno la convocatoria a audiencias públicas antes de avanzar sobre el aumento de tarifas movió el tablero político durante la última semana. E incrementó la expectativa respecto de la asunción de Rosenkrantz como nuevo miembro. La posibilidad de que sean nuvemante las tarifas (esta vez, de electricidad) el tema de incumbencia más importante en lo inmediato y las lucubraciones sobre lo que hubiese fallado de haber asumido antes de la resolución forman parte de esas nuevas discusiones. Como también aparecen en escena cuestiones ligadas a cuánto cambiará la dinámica de la Corte con esta nueva composición, si habrá o no modificaciones doctrinarias de importancia y si puede darse cambios a futuro, relacionados con la propuesta de varios sectores del arco político y judicial de ampliar su número en los próximos años.

Perfil

Abogado desde 1983, recibido en la Universidad de Buenos Aires, Rosenkrantz trabajó muy cerca de Raúl Alfonsín durante los primeros dos años de su Gobierno. Por entonces fue su asesor en el Consejo para la Consolidación para la Democracia, en momento de transición y de decisiones importantes en términos de derechos humanos. Luego, fue consejero del Programa para la Justicia del Banco Mundial. Y, ya en los noventa, participó en la Convención Constituyente de 1994, como apoyo técnico de algunos convencionales. También fue docente en la Richmond School of Law y en la Denver University (ambas estadounidenses); en la Universitat Pompeu Fabra, España; y, por supuesto, en la UBA. Durante los últimos años se desempeñó como rector de la Universidad de San Andrés.

“Rosenkrantz no ha sido juez; sino académico, abogado liberal y ha tenido importantes responsabilidades en gestión universitaria. Este perfil es alentador por una razón en particular: es una verdad histórica comprobable que los más destacados jueces que han honrado a nuestra Corte Suprema han sido generalmente académicos de fuste”, señala Patricio Nazareno en la entrevista que acompaña esta edición. La referencia es a su vínculo académico intelectual con figuras del derecho como Carlos Nino y a su ligazón con esa tradición anclada en el liberalismo político clásico. “En muchos sentidos creo que Rosenkrantz podría seguir una línea interrumpida por la renuncia de Genaro Carrió y Jorge Bacqué en la Corte de Alfonsín, dos jueces liberales emblemáticos y atípicos”, sostiene Lucas Arrimada, profesor de Derecho Constitucional de la UBA.

Además de una intensa carrera académica, Rosenkrantz también es reconocido por su labor en el ámbito del derecho privado, como copropietario del estudio Bouzat, Rosenkrantz y Asociados, desde 1990. Allí estuvo a cargo del patrocinio de importantes empresas del país. Además, fue parte de la ONG Asociación para la Defensa de la Competencia.

Designación

Rosenkrantz fue un poco más resistido que Horacio Rosatti. Los números de la votación en el Senado del 15 de junio pasado hablan de ello. El nombramiento del exintendente de Santa Fe fue aprobado por 60 escaños positivos y 10 en contra, mientras que su pliego tuvo 58 votos a favor y 12 en contra. Ambos quedaron atrapados en una resistencia inicial bastante extendida por haber sido designados mediante un decreto de necesidad y urgencia, medida que luego el presidente Mauricio Macri revirtió enviando sus pliegos al Congreso. A lo que, en el caso de Rosenkrantz, se le agregaba su condición de abogado en un estudio jurídico que representa a grandes empresas (el diario La Nación, el Grupo De Narváez, Carbap y McDonald's), algunas en litigios contra el Estado. Y, sobre todo, su carácter de patrocinador del Grupo Clarín.

Cuando la oposición lo cuestionó en la comisión de Acuerdos en el Senado durante la exposición de cinco horas que ambos candidatos ofrecieron, en marzo pasado, Rosenkrantz aclaró que había aceptado el nombramiento por decreto porque dio por hecho que estaba supeditado al posterior tratamiento parlamentario. “Ningún juez puede aspirar a integrar la Corte sin acuerdo del Senado”, dijo. Y respecto de su vinculación profesional con el Grupo Clarín, adelantó que se excusará si le toca intervenir en alguna causa vinculada a ese grupo empresario. Su candidatura había recibido 2.600 adhesiones y 13 impugnaciones.

Aportes posibles

“Carlos Nino solía decir que el liberalismo conservador, en Argentina, era más conservador que liberal. En la Corte hace falta un liberalismo serio y consistente para reafirmar el liberalismo de la Constitución. Liberales conservadores ?siempre más conservadores que liberales? en la historia de la Corte sobran, lamentablemente. Abundan los liberales antidemocráticos o antirrepublicanos, incluso en nuestros días. Reales liberales igualitarios son los que faltan. Liberales en serio. Y más liberales igualitarios consistentes. Estado laico, autonomía privada, igualdad de culto, diversidad sexual, de género y étnica, respeto de los derechos individuales clásicos, políticos y sociales y de las garantías constitucionales son áreas en las que la Corte necesita una jurisprudencia más sólida y efectiva”, señala Arrimada, quien considera que Rosenkrantz se inscribe en esa corriente.

“Sus posturas sobre el rol judicial autorrestrictivo suelen ser conservadoras, pero más consistentes democráticamente que aquellos jueces que quieren solucionar todo redactando hermosas sentencias que quedan en palabras muertas cuando la atención mediática pasa. Menos activismo judicial, desde mi punto de vista, puede ser más política democrática”, agrega Arrimada sobre una caracterización posible de su perfil. Y señala sus puntos de disidencia con el nuevo juez: “Obviamente hay muchos aspectos de disenso razonable con sus posturas y teorías. Sus postura restrictiva sobre los derechos sociales -me inclino más por la postura de Bruce Ackerman o Carlos Nino en este punto- y el apoyo parcial a las posturas que sostienen la 'Cosa juzgada írrita fraudulenta' son mis reparos más fuertes”, concluye.

A partir de hoy, el recorrido posible.

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