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Por qué cae la renta agrícola

Desde el IERAL aseguran que la lechería es el sector que más pierde por el contexto internacional y los altos costos locales.

29 agosto de 2016

El sistema de comercialización de alimentos refleja la situación que atraviesa el productor agrícola frente a las góndolas. Con una fuerte caída que arrastra desde hace varios años, y que se agravó en el primer semestre de este año, una gran cantidad de economías regionales salieron a reclamar en los últimos días mejoras en los precios que perciben y una mayor transparencia de la cadena de valor. Ejemplo de ello son los frutícolas, que la semana pasada regalaron manzanas y peras en la Plaza de Mayo, una protesta que también planean llevar a cabo próximamente los lecheros y los citrícolas, sectores que se vieron profundamente golpeados por la suba de costos y la baja rentabilidad.

“La mayoría de los productores percibe que a medida que van pasando los años su protagonismo es menor en el gasto del consumidor, y esa percepción es un dato de la realidad: ocurre a nivel mundial”, explicó Juan Manuel Garzón, investigador del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), perteneciente a la Fundación Mediterránea. “Lo que pasó es que cambió la economía, el mundo, los lugares donde vivimos. Hay urbanización, mejores ingresos, mujeres que salen a trabajar fuera de la casa, pero tenemos menos tiempo. Por eso, los individuos cambiaron su preferencia por productos industrializados y empezaron a consumir alimentos fuera del hogar”, describió.

Según el especialista, hay datos de la realidad que alertan sobre un posible poder del mercado, lo que se traduce en una concentración creciente de eslabones industriales y comerciales, procesos que tienen su “lado bueno” ? porque en general quien avanza es porque tiene ganancia de eficiencia y baja de costos ?, pero que también permitieron un descenso en el acceso a la negociación por parte de los productores primarios, sobre todo quienes se dedican a la elaboración de alimentos perecederos, en contextos de bajo acceso al crédito. Asimismo, sucede que si suben los precios de las materias primas, también lo hacen los precios al consumidor; pero si bajan, no sucede lo mismo en las góndolas. “Tenemos un Estado en el cual claramente la participación es creciente y eso se mide en la presión tributaria, pero que hay que ver si lo vale. La respuesta está en el estado de las rutas y la infraestructura”, aseguró. “Cuando el Gobierno anterior decidió aplicar derechos de exportación sobre los granos, eligió bajar la participación del productor. Otro caso fue cuando el tipo de cambio estuvo muy apreciado”, siguió Garzón.

Del productor a la góndola

En el caso de la carne bovina, IERAL se basó en que en julio el precio del productor fue de $25 por kilo vivo, mientras que en el frigorífico el valor ascendió a $ 50 y terminó en $ 105 para las carnicerías y supermercados. De esta manera, calculó que en la hacienda por cada kilo res se ganó $44, en tanto que en la góndola se alcanzaron los $83, con lo cual la participación del productor en las ventas del mercado interno fue del 53%. “En comparación con los Estados Unidos, la relación es bastante similar”, afirmaron, al tiempo que recordaron que si para comer una hamburguesa compramos carne picada en un comercio pagaremos $ 80 por kilo, mientras que si elegimos el producto congelado abonaremos $ 160. “La carne que trae es la misma, pero en el primer caso el ganadero se lleva el 55%, mientras que en la segunda opción, sólo el 27%: esto tiene que ver con los costos asociados al packaging y al impuestos que imponen las cadenas”, analizaron.

“En un análisis de los últimos diez años, vemos que la relación en la renta fue bastante estable. Entre 2008 y 2010, cuando hubo mucha oferta de carne, los márgenes de los eslabones industriales se ampliaron. Pero cuando se dio vuelta el ciclo mediante la retención de vientres, se amplió la renta de los productores para volver a equilibrarse”, indicó Garzón. Sin embargo, para los lácteos la ecuación no es la misma. En los tambos se perciben $ 4,19 por litro de leche cruda, en almacenes $ 15,4. Para los quesos, se llega a $123 para los blandos y a $167 en semiduros.

Sin embargo, no hay datos de valores en la industria. Así, el litro de leche vendida se calculó en $16,61, con una participación del productor en ventas en el mercado interno del 25%. “Esto muestra mucha más volatilidad que en la ganadería, y entre fines de 2015 y principios de 2016 la situación del sector primario se vino a pique producto de los problemas de la actividad: caída de los precios internacionales, atraso cambiario y mercado interno débil”, sostuvo el economista, quien resaltó que también hay que observar los costos laborales, que están altos en relación a los países competidores, como por ejemplo Uruguay, que paga salarios más bajos que los locales con igual nivel de productividad. En insumos, en tanto, la comparación es la misma. “Las tarifas del gas-oil son caras en dólares. Argentina paga más que Nueva Zelanda y Estados Unidos. Esos costos se pueden trasladar a los consumidores pero no a la exportación, entonces se termina bajando el precio de la materia prima”, alertó.

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