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Los tiempos de Mauricio Macri

Efectos del incremento de tarifas sobre el escenario político y social. Los errores en el modo de ejecución de la corrección tarifaria y en la comunicación de la medida.

17 agosto de 2016

por Hugo Haime

Sea por culpa de la herencia que dejó el gobierno kirchnerista, sea por mala praxis del actual o por ambos factores, el tema de las tarifas se ha convertido en un escollo para el buen desarrollo de la gestión del gobierno de Mauricio Macri. Y no sólo eso, también le ha costado el enojo de gran parte de la opinión pública; por supuesto, de casi todos los que no lo votaron, pero también de gran parte de quienes sí. Y no se trata de que el electorado no asuma que es necesario incrementar el costo de las tarifas de los servicios públicos.

Se trata de un rechazo generalizado a lo que el Gobierno llama gradualismo y a lo que la gente entiende como shock. Parece contradictorio que casi un 65% de los electores acuerden con la necesidad de incrementar tarifas y que, al mismo tiempo, 85% rechace por excesivo el incremento. Entonces, ¿en qué se equivocó el Gobierno? En nuestra opinión, equivocó el modo de ejecución de la corrección tarifaria y, además, cometió grandes errores de comunicación.

Respecto de la ejecución, es claro que no se tuvieron en cuenta situaciones regionales y productivas llegándose al absurdo de que, en el sur del país, el incremento tarifario llegase al 2.000%, o que a pyme y comercios les llegaran facturas que los obligan a replantearse la viabilidad de su negocio, con el consecuente efecto de expulsión de mano de trabajadores y menor demanda de mano de obra formal e informal.

En cuanto a la comunicación, el Gobierno dió por supuesto que la población asumía que el retraso tarifario debía ser corregido, pero nunca explicó las características de la crisis energética. Se pasó de un día para otro de hablar de que las tarifas estaban atrasadas -y, luego, ante el rechazo al modo en que se realizó el ajuste- a decir que, de seguir así, el país se quedaría sin energía. Esto nunca fue claramenteo explicado.

Hubiera merecido, como mínimo, una campaña de difusión masiva. El impacto de las tarifas se monta sobre un esenario recesivo e inflacionario. Que castiga a una estructura social en la cual más del 20% vive de planes sociales y más de 30% de los que trabajan lo hacen en la informalidad.

Este escenario ha puesto a millones de familias en estado de incertidumbre de frente al futuro, y el incremento tarifario es una especie de frutilla del postre. Hay que recordar que el Gobierno generó fuertes expectativas sobre la rápida llegada de inversiones y sobre un segundo semestre durante el cual se verían frutos verdes. No es lo que percibe la sociedad. Este conjunto de situaciones obligaron a la oposición a tomar la ofensiva, ya que incluso en las filas de Cambiemos aparece el descontento ante parte de las medidas tomadas y emergen las internas. Las advertencias de Elisa Carrió son una muestra de ello. Hasta ahora la única línea defensiva que le ha funcionado al Gobierno es denunciar de modo directo e indirecto la corrupción K, a lo que ayudan desde los bolsos de López hasta la reaparición de la expresidenta en el escenario político.

Hemos vuelto a la polarización entre el macrismo y los K. No es casualidad, entonces, que Massa, los peronistas no k y el progresismo en general busquen hacerse notar e intenten armar un tercer camino que rompa la polarización. Es más, la polarización los obliga a ser más opositores que antes de la reaparición de CK. No fue casualidad que Massa haya forzado en el Congreso por la presencia del ministro Juan José Aranguren.

Volver a la polarización hoy parece una buena opción para el oficialismo, que necesita ganar espacio y tiempo hasta que la economía dé una vuelta de campana. La gran pregunta que se hacen todos es cuándo ocurrirá esto. Es una pregunta que se hace también un importante segmento de votantes de Cambiemos, esos que votaron un cambio pero que hoy no lo están encontrando. Es un alerta que debería tener en cuenta Cambiemos.

Los segmentos que lo votaron cansados de los planes sociales K, aquellos que están fuera del sistema económico, más aquellos que viven en la informalidad, y también quienes estando en la formalidad esperaban que las cosas cambiasen, pero que hoy no perciben el cambio, están decididos a darle tiempo a Macri. Tiempo sí, pero un cheque en blanco, no. La pregunta es hasta cuándo. El tiempo está directamente relacionado con la posibilidad de reactivación económica y generación de mejores condiciones de vida.

Pero hay otros factores que también juegan, aparte de los partidos políticos. Como los sindicatos, los movimientos sociales y la Iglesia. ¿Podrán los sindicatos, luego de su reorganización del 22 de este mes, no reclamar fuertemente por la reapertura de las paritarias? Ellos se deben a sus bases, y seguramente hacia fin de año escucharemos algo más que lamentos. Los movimientos sociales están colaborando y dialogando con ministros y secretarios, pero también tienen un límite en su paciencia, mientras la Iglesia trata de armonizar y pacificar, pero tambien advierte. No en vano el Papa se refirió a los altos índices de desocupación. Por todo esto, el Gobierno necesita ponerle fin al conflicto tarifario para dar claras señales de que sus promesas de campaña son cumplibles. Caso contrario corre el riesgo de encontrar un frente de tormenta opositor empujado por un creciente malhumor social que, quizás, la polarización con los K y la corrupcion, como eje, no alcancen para conseguir los votos pare reafirmar la continuidad por más de cuatro años del proyecto macrista.

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