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El TCRM arrancará el 2017 en niveles casi idénticos a los de 2015

La Consultora Ledesma sostiene que, por la inflación, el TCRM se atrasa hasta el mínimo del año pasado.

11 agosto de 2016

por Mariano Cúparo Ortiz

Acerca de la cuestión del Tipo de Cambio Real (TCR), el último informe publicado por Consultora Ledesma da una señal de alarma frente a un escenario que, según las expectativas, daría lugar a un 2017 en el que la competitividad de los sectores exportadores sería idéntica o muy parecida, en el mejor de los casos, a la de noviembre del 2015.

El viejo problema de cómo solucionar el atraso cambiario sigue vigente: para mejorar la competitividad del sector agroexportador e impulsar la economía, se devalúa la moneda, eso genera un incremento en los precios urbanos, por los componentes importados y por el arrastre, a lo que se suma la inercia típica de estos pagos, que dispara la inflación y entonces el tipo de cambio se vuelve a atrasar. Y en el medio se resiente el consumo urbano, y nuevamente el PIB, y pasa a ser necesario otro acomodamiento de precios relativos. La historia es conocida. Sin baja de la inflación, la competitividad no mejora nunca.

En ese sentido, el informe de Consultora Ledesma vuelve a hacer hincapié en la gran diferencia que hubo entre lo exigente de la política monetaria y lo no tan exigente de la política fiscal, que exige un financiamiento que por vía directa o indirecta termina implicando una emisión monetaria que por la esterilización que exige termina generando un aumento de tasa de interés y una bicicleta que siempre atrasa el tipo de cambio.

Situación actual

El TCR multilateral, a pesar de la devaluación nominal del 57,5% poseleccionaria, se ubicó en agosto muy cerca de como estaba a fines de 2014 y apenas 16% por encima de noviembre del 2015. El TCR bilateral, por su parte, a pesar de la depreciación nominal del 52,7%, quedó similar al de fines de 2014 y menos que el 11% por encima de noviembre de 2015. La explicación es el diferencial de inflaciones, punto en el que Argentina históricamente se destaca por sobre sus socios comerciales.

Futuro próximo

Si bien las expectativas promedio marcadas por el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) apuntan a una desinflación progresiva pero constante, aun así el acumulado para los últimos cinco meses del año daría un IPC de 9,2% mientras que la inflación norteamericana podría suponerse en el 2%, y eso daría, con un Tipo de Cambio Nominal (TCN) imaginado en torno a $15, un TCR bilateral con el dólar para principios del 2017 que sería apenas 5% superior al que recibió la actual gestión cuando asumió en diciembre. Y si el dólar estuviese en torno a $16 uno el TCR bilateral sería similar al actual, 12% por arriba de noviembre de 2015.

El dilema

El dilema se ve claro: tras los dolores provocados por el acomodamiento de precios relativos, acerca de los cuales se podría suponer que lo peor ya pasó, el costado positivo de ese sacrificio, es decir, una mejora en la competitividad que traccione la economía, estaría nuevamente en el mismo punto, haciendo necesaria una nueva vuelta del proceso descripto.

En ese sentido, destaca la Consultora Ledesma, el Precio Real Efectivo del Productor (PREP) de soja, a pesar de la devaluación y la reducción de retenciones, en agosto está hoy en un nivel de competitividad muy similar al que tenía cuando arrancó 2015 y con un dólar a $15 estará en enero de 2017 en condiciones similares a las de mediados de ese año y con uno de $16 seguiría igual que ahora. Una continuidad en la baja de sus retenciones no parece ser la solución a los problemas por la complicación que ofrece en términos fiscales, teniendo en cuenta el proceso mencionado al principio.

“Si el TCR se aprecia significativa e indefinidamente sin que haya un desempeño de otras variables reales que así lo justifiquen y/o permitan soportar (productividad, términos de intercambio, costos transaccionales y de transporte, presión impositiva, etcétera), el equilibrio macroeconómico se deteriora y pierde sustentabilidad, incrementándose nuevamente la probabilidad de correcciones disruptivas. Lo que a su vez alimenta las expectativas de inestabilidad macroeconómica, reforzando y retroalimentado el proceso de deterioro macroeconómico”, cierra el informe.

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