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Agosto arranca con cambios de expectativas para el dólar

El cierre de junio vino con novedades inesperadas. EE.UU. anunció que su PIB está creciendo menos de lo esperado.

01 agosto de 2016

por Luis Varela

De manera totalmente inesperada, el mercado cambiario mundial terminó el último viernes de julio con un fuerte estruendo: cambió todo. Hasta el miércoles la lectura global venía repitiendo lo que se veía en las cinco semanas anteriores: la Reserva Federal no tocaba la tasa de interés norteamericana, pero avisaba que podría subirla en septiembre y, del otro lado, los mercados esperaban el anuncio del Banco Central de Japón, con un fuerte estimulo y una bajada del yen. Pero el viernes se dio a conocer el crecimiento de EE.UU.: se esperaba que su PIB evolucionara con un crecimiento del 2,6% anual, pero la cuenta dio apenas 1,2% (un número que de todos modos fue mejor que el 0,8% de avance anual anotado en el primer trimestre).

Frente a este crecimiento más atenuado, algunos analistas indicaron que el Brexit pudo haber tenido algún impacto para que la economía estadounidense se frenara un poco. Pero más allá de la explicación, lo concreto es que el menor crecimiento, por supuesto, aleja la suba de tasas de la Fed, que seguirán colocadas entre 0,25 y 0,5% anual. Y eso mueve todo el espectro de bonos públicos norteamericanos: en los últimos negocios el rendimiento del papel referencial a 10 años cayó a 1,565% anual, mientras que el retorno del bono a 30 años cayó al 2,283%.

Esta posición en los bonos estatales base, mejora la demanda de los bonos privados, que rinden 4,5% anual, y permite que los índices bursátiles se mantengan en máximos. Pero esta demora en la suba de tasas de la Fed debilitó el viernes fuertemente al dólar. En su relación con el yen bajó de 106 a 102 yenes, y también retrocedió de modo consistente contra el euro y el franco suizo.

Con todo, todavía se espera que la Fed eleve los tipos este año, pero recién hacia diciembre. Se consideró igualmente que la baja anotada por el dólar el viernes no duraría demasiado, ya que de un momento a otro Japón anunciará que usará fuertes estímulos para reactivar su economía. El tamaño del paquete, de 28 billones de yenes (US$ 265.300 millones) , es superior a las estimaciones iniciales de alrededor de 20 billones de yenes y es casi 6% del tamaño de la economía de Japón. Del total del paquete, se usarán 13 billones de yenes para impulsar “medidas fiscales”, que probablemente incluirán el gasto de los gobiernos nacionales y locales, así como programas de préstamos. “Tenemos que tomar medidas para apoyar la demanda interna y poner a la economía en una senda de recuperación más firme” enfatizó el ministro Abe en un discurso en el sur de Japón. Y agregó: “Quiero utilizar diversas medidas para aumentar nuestra velocidad de escape de la deflación”.

Lejos de lo que ocurre en el mundo, para Argentina empezó el segundo semestre y el pescado sigue sin venderse y la economía local adolece de dos problemas importantes:

A) Por un lado está la inflación núcleo, gobernada por bienes de demanda rígida como alimentos y medicamentos: este indicador dio signos de estar creciendo en junio, eso detuvo la bajada de la tasa de interés y planteó dudas en todo el espectro financiero local, manteniendo el interés de los ahorristas por la compra de dólares (de ahí que en el último mes y medio el dólar haya subido 8,2% y se convirtiera en una de las variables de la economía que más resultado ofreció).

B)Y por otra parte está el déficit fiscal que no solo no baja sino que sube, ahora con la deuda en crecimiento.

Con estos dos factores como núcleo de todo el problema, los tiempos a Macri se le acortan para garantizarle un éxito electoral en 2017. Y la principal de las verdades que está asomando es que la economía no está funcionando con el dólar actual: el superávit comercial vuelve a achicarse.

Por eso, empiezan a aparecer sectores económicos que hablan de tipo de cambio atrasado, con expectativas crecientes de una nueva devaluación. De hecho, contra el promedio de los últimos 20 años el peso argentino está apreciado en un 36%. “Si bien el tipo de cambio real mejoró significativamente respecto del piso alcanzado en noviembre de 2015, como resultado del ajuste del tipo de cambio nominal que significó la salida del cepo, buena parte del correlato real de esa mejora nominal ya fue erosionada por el proceso inflacionario”, dijo Gabriel Caamaño Gómez, socio de la consultora Ledesma. Esto se ve reflejado, por ejemplo, en la relación del tipo de cambio entre el peso y el dólar. De acuerdo al especialista, la devaluación nominal entre noviembre de 2015 y el 22 de julio de este año fue de 54,4%. Sin embargo, durante el mismo período el diferencial de inflación entre Argentina y Estados Unidos superó el 35% acumulado 37,4% versus 1,6%.

Es por esto que el tipo de cambio real entre el peso y el dólar mejoró sólo 14% desde noviembre. Y, para compensar una posible entrada de dólares vía blanqueo y que el tipo de cambio no se siga atrasando, se especula con alguna bajada de aranceles a la importación, algo que tendrá doble efecto: contrarrestar la inflación y subir la demanda de dólares. En base a esto, los analistas están imaginando un dólar de fin de año más cerca de $17, que de $ 16, como se auguraba hasta hace poco.

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