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“Viene un horizonte de conflicto social muy grande”

Entrevista a Martín Schorr, Sociólogo y docente de UNSAM y FLACSO.

20 julio de 2016

por Mariano Cúparo Ortiz

El sociólogo Martín Schorr, que cuenta con una extensa obra sobre la estructura económica local y es docente en las maestrías en Sociología Económica y Economía Política de UNSAM y FLACSO, dialogó con El Economista acerca de las políticas del Gobierno.

¿Qué balance hace del primer semestre?

Me parece que es una etapa que se podría definir como de grandes transferencias de ingresos al poder económico. Sobre todo a la cúpula exportadora, especialmente al sector procesador de materias primas, y al sector financiero. Y luego, más atrás, a las empresas de servicios públicos. Fue en el primer semestre , al que el Gobierno llama de sinceramiento, pero que esconde una gran transferencia de ingresos.

En su trabajo sobre los '80 se refirió a la lucha entre esos sectores por los precios relativos. ¿Será eso lo que defina en el futuro próximo a los índices de inflación y al tipo de cambio?

A mí la cuenta de las transferencias de ingresos del primer semestre me da US$ 25.000 millones y la contracara de eso es un deterioro del salario del 15%. Ahí hay un consenso entre sectores porque cuando baja el salario y les transfieren ingresos están todos contentos. Pero eso no contempla dos cosas. Por un lado, que la recesión interna e internacional llegó para quedarse y el ciclo de negocios de estas empresas no va a crecer fenomenalmente ni mucho menos y, por otro, que más allá de las críticas que uno le pudo hacer al kirchnerismo la verdad es que quedó una sociedad, a nivel de los sindicatos y movimientos sociales, con un nivel de movilización muy fuerte. Y esto de que el principal factor que explica las transferencias de ingresos sea la caída del salario te da un horizonte de conflictividad social muy grande y que ya se está viendo. Por lo cual tienen el problema político de la disputa social y el problema económico que es que el modelo no garantiza crecimiento ni en el mercado interno ni en el exterior. Dicho esto, empiezan a verse planteos de disputa entre sectores alrededor del tipo de cambio y la tasa de interés: vos con un dólar alto estimulás a los exportadores, aunque eso no necesariamente implica más exportaciones porque el mundo está en crisis, y a la vez te empuja a los precios. Al empujar a los precios reforzás la tendencia a aumentar la tasa de interés para controlar eso y, al aumentarla, se te cae el nivel de actividad. Es un triángulo difícil de manejar. Están atrapados en esas tres variables. Los niveles de enfrentamiento no son ni por asomo los de los años '80, pero no la tienen fácil para resolver sus disputas y aglutinar intereses.

¿Qué opina de la política antiinflacionaria del Gobierno?

Federico Sturzenegger chocó contra su marco teórico. Cuando contrajeron la base monetaria, en los primeros tiempos, la inflación se disparó y, cuando empezaron a emitir, en parte para afrontar los pagos de las Lebac que usaron en la etapa anterior, la inflación bajó. No hay relación entre emisión e inflación. La inflación está asociada a la devaluación fenomenal de nuestro peso a comienzos de la gestión y, en segundo lugar, asociado a eso, a la formación oligopólica de precios, el tarifazo. Y lejos de mejorar la situación fiscal la agravaron. Todas las medidas que hicieron, salvo el tarifazo, fueron dirigidas a desfinanciar al Estado, sobre todo la quita de retenciones. Las necesidades de financiamiento son muy fuertes en una economía que no crece. Y ahí tenés la necesidad de salir a buscar dinero en mercados internacionales.

El eje de las esperanzas de crecimiento en el futuro cercano está puesto sobre la llegada de inversiones externas, tal como afirmó el mencionado Sturzenegger. Usted en su obra es muy crítico de la extranjerización. ¿Qué opina?

Si bien a muy corto plazo le va a aumentar la cantidad de dólares en el BCRA, la IED viene para mandar utilidades afuera al minuto siguiente. A corto y mediano plazos, lo que es una ganancia en el muy corto, se te convierte en un nuevo factor de presión sobre la restricción externa. Igual yo creo que la gran apuesta del Gobierno no es tanto esa sino seguir con el proceso de endeudamiento externo.

¿Aun así puede subir la curva de extranjerización, como en los '90?

Todo indica que sí porque hay un sector de la burguesía local cuyos negocios al amparo estatal se van a ir cortando y, por lo tanto, objetivamente el capital extranjero va a avanzar. Y los acuerdos con la Alianza del Pacífico y la Unión Europea (UE) también están ligados a plataformas productivas de anclaje extranjero. Por eso, mi hipótesis es que aumentará la extranjerización. Y a la vez está la cuestión de la penetración de los acreedores externos y el capital financiero internacional, que el kirchnerismo había relegado en términos de estructura de poder.

Acerca de la Alianza del Pacífico, se argumenta que países como Chile y Perú mostraron una tasa de crecimiento superior a la Argentina en los últimos años y desde ahí se recomienda un acuerdo. ¿Cuál es su punto de vista?

Ahí hay una mirada económica y otra geopolítica. La económica es que Chile y Perú son plataformas exportadoras de recursos naturales y el problema es que somos 45 millones de personas. No hay fundamento para creer que con ese perfil de especialización vamos a llegar a la pobreza cero. Y desde el plano geopolítico me parece que es la estrategia del capital y el Gobierno de EE.UU. una vez caído el ALCA. Se ve como fueron negociando uno por uno estos acuerdos y el efecto es bien claro: consolidar la reprimarización y profundizar a niveles extremos la dependencia tecnológica e industrial. Entonces yo no comparto esa mirada de que tenemos que caer en esos lugares. Tanto por lo económico como por el impacto en la estructura productiva.

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