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“Si el dólar y las tarifas no se mueven, el IPC tiene que bajar”

Entrevista a Daniel Heymann, Economista y profesor de la FCE de la UBA.

19 julio de 2016

En diálogo con El Economista, Daniel Heymann cree que la inflación tenderá a bajar, pero admite: “Me cuesta pensar en una desinflación sostenida”. Según su visión, “el arte de la desinflación es que la demanda agregada nominal se desacelera en simultáneo con los precios nominales: si los precios quieren seguir creciendo y vos querés reducir la demanda agregada, vas a ajustar por cantidades”.

Siempre se suele decir que las devaluaciones deben estar acompañadas por un plan integral. ¿Hubo plan luego de la devaluación de diciembre?

Un cambio en los precios relativos necesita siempre un manejo de la transición sofisticado, y especialmente en una economía como la nuestra por el régimen de inflación en el cual estamos. Si vemos países de baja inflación, hoy la observación común es que el pass-through, es decir, el traspaso a precios de la devaluación, es bajo. O sea, logran una devaluación real sin que caiga el salario real. Pero, estando en Argentina, tenés dos posibilidades. La primera, asumir el hecho y decir que 'el pass-through va a ser alto' y hacer lo mejor que se puede para enfrentar esa desagradable situación. La segunda es moderar ese pass-through naturalmente alto. Hay mucho para aprender sobre los diferentes impactos de estos movimientos cambiarios que, como decía, en algunas economías es reducido en cuanto a actividad y precios. Mi impresión es que, aquí, tienen que ver con un problema de coordinación. En una economía estable, la nominalidad está establecida, más allá de lo que ocurra con el tipo de cambio. Como consumidor, cuando ves que un precio aumenta, buscás. Siendo un formador de precio o un productor, te cuidás del traslado porque sabes que eso puede tener una repercusión sobre la demanda y no aumentás bajo la hipótesis de que los demás tampoco trasladarán. Acá, eso funciona al revés. Cuando aquí hay un salto en el tipo de cambio, la hipótesis general es que va a haber traslado y, con eso, no hay búsqueda por parte de los demandantes y eso es internalizado por los formadores de precios. Eso genera que los no transables tengan un aumento que no existiría si esos problemas de coordinación no estuviesen. Dadas estas condiciones, entonces, el pass-through, sin coordinación, va a ser alto. Para evitar eso, hay que hacer política de precios.

¿O sea que falta un acuerdo social o, como se los suele llamar a veces, un pacto social?

No sé si lo llamaría así. El problema, primero, está en los precios, y no en los salarios. La respuesta inmediata está en los precios, que reaccionan aun antes de que los salarios lo hayan hecho.

En rigor, la inflación comenzó a subir en noviembre de 2015, antes de que siquiera asuma el nuevo Gobierno?

Por expectativas, claro. Pero, luego, no hubo un ajuste inmediato de salarios. Una vez que los precios subieron, ya no hay nada que hablar respecto de los salarios. Sí, podés hacerlo, pero el incentivo que tienen los que negocian desde el lado laboral para tener un menor aumento está muy limitado por la pérdida del salario real.

O sea que ya se perdió la oportunidad?

Sí, han pasado más de 7 meses. Estamos en otro proceso, ahora, y la inflación es resistente.

Sus colegas sostienen que, mientras el dólar se mantenga calmo y no haya más ajustes en las tarifas, la inflación bajará?

Retomo el tema de los precios relativos: dólar y tarifas, que fueron las anclas de los últimos años. Si vos desanclás para arriba las dos principales anclas, es evidentes que vas a tener un problema. La secuencia del desanclaje es importante. En la dinámica de la inflación tenés, por un lado, las variaciones de precios por la dinámica de los precios mismos y, por otro lado, la dinámica monetaria y fiscal. Yo diría que, hoy y en lo inmediato, pesan más los primeros. Eso tiene dos caras. Primero, no me parece que, regulando la demanda agregada, uno va a tener efectos rápidos sobre el nivel de precios y, segundo, en una situación como esa, tenés que pensar adónde está el precio relativo prioritario: si es el tipo de cambio o las tarifas. Me parece que el primero es y era el principal porque las exportaciones tienen que empezar a movilizarse para que la restricción externa te permita algún crecimiento. Al menos, claro, que uno crea en basar la expansión de la demanda simplemente con ingreso de capitales. Eso tiene límites de corto plazo.

Hay quienes dicen que el tipo de cambio quedó atrasado por la inflación acumulada?

A eso voy. Más de uno es menos de lo otro. Hay la secuencia es crítica. Si tenías una devaluación con pass-through limitado, ahí podías secuenciar la política más enfocada a las finanzas públicas para ir tirando la cosa hacia abajo. La demanda agregada regula menos directamente el nivel de precios que el efecto de esos dos precios claves. Es decir, si el tipo de cambio se queda quieto y las tarifas no se mueven, la inflación va a bajar. La pregunta, luego, es cómo te van a quedar esos precios relativos. Eso es un problema. Hay que ver toda la imagen y no sólo si la inflación baja. ¿Con qué set de precios relativos vas a salir?

Por el afán de controlar la inflación, pocos esperan nuevos movimientos cambiarios.

Por ende, hay quienes dicen que el atraso cambiario llegó para quedarse y no tienen, lógicamente, buenas augurios para las exportaciones. El razonamiento continúa con que todo parece recaer excesivamente en el ingreso de capitales? Sí, te prestan hoy y devolvés mañana. No es muy misteriosa la cosa. Podés financiar tus gastos o te los pueden prestar. No es lo mismo. Corregir el tipo de cambio real en un contexto inflacionario es costoso y doloroso y, por el contrario, tener un tipo de cambio real bajo, es decir, cuando el dólar está barato, tiene sus elementos agradables.

Retomando. La inflación bajará a, pongamoslé, 2% mensual. ¿Cómo se hace para ir desde allí a niveles mensuales más normales internacionalmente?

Me cuesta pensar en una desinflación sostenida que no tenga como uno de los elementos no saltar en el tipo de cambio o las tarifas. Miremos los casos de estudio, como las desinflaciones de Colombia o Chile en los '90. En esos casos, el tipo de cambio empezó arriba y tuvo una caída gradual. Es decir, operó como ancla. Y no hubo sacudones con las tarifas. Para imaginar una desinflación sostenida, entonces, esas anclas las tenés que tener, en el punto de partida, en niveles apropiados y que no te pidan una corrección futura. Si vos tratás de moderar la inflación con política monetaria y fiscal, es decir, vía la demanda agregada y, por otro lado, las expectativas no están bien establecidas, y dudo que respondan a esos esos incentivos fiscales o monetarios, vas a tener una recesión y por ese disciplinamiento de la demanda puede venir cierta desinflación. O si subís mucho la tasa de interés, el tipo de cambio se te aprecia y tenés, nuevamente, el mecanismo cambiario allí adentro. Hay un agregado típicamente nuestro: la política fiscal le pone presión a la política monetaria. Eso es sabido. Si tenés una economía en recesión, eso te complica la ecuación fiscal y, luego, eso te complica la política monetaria. Para los fines estabilizadores, es necesario mantener el nivel de actividad. El arte de la desinflación es que la demanda agregada nominal se desacelere en simultáneo con los precios nominales. Si los precios quieren seguir creciendo y vos querés reducir la demanda agregada, vas a ajustar por cantidades.

Con todo esto, ¿podemos crecer?

Puede ser. Ojalá que, por ejemplo, el sector agropecuario puede generarlo. Esa es una variable clave. Allí tendrías un crecimiento real en la oferta de divisas. Van a quedar algunos sectores transables más limitados porque el tipo de cambio no les alcanzará, pero tendrás la oferta para aumentar la demanda y cerrar la ecuación macroeconómica. Debemos pensar en los precios relativos que más o menos podremos sostener. Estamos en una transición y hay que intentar que las fichas se muevan acompasadamente.

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