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Mitos, realidades y dudas del nuevo PIB

Las cifras revisadas del PIB por parte del Indec muestran que el modelo económico kirchnerista se agotó de forma progresiva.

01 julio de 2016

En un nuevo paso hacia la normalización de las estadísticas oficiales, esta semana el Indec publicó los datos del PIB para el año pasado y revisó los números de la última década, dejando en claro varias cuestiones. Una de las más relevantes es que las cifras anteriores casi sistemáticamente sobreestimaron las tasas de crecimiento, particularmente las de años “malos” como 2009, 2012 y 2014.

El modelo económico kirchnerista se agotó de forma progresiva. Entre 2004 y 2007 el crecimiento anual acumulado fue de casi 9%. La recuperación económica poscrisis de la convertibilidad se consolidó en un proceso de expansión, ayudado por un contexto global sumamente favorable. En una segunda etapa, de 2008 a 2011, la economía fue convergiendo a su crecimiento potencial, acumulando una variación anual de 3,5%. La política económica expansiva, tan efectiva hasta entonces para empujar la demanda agregada, comenzó a chocar con restricciones de oferta, a lo cual se sumó también el impacto de la crisis internacional. A partir de la reelección de CFK, los desequilibrios generados por la conducción económica (de los cuales el cepo cambiario fue el ejemplo más claro) se hicieron más evidentes y frenaron el crecimiento. En efecto, la variación anual acumulada del PIB entre 2012 y 2015 fue de 0,2%, inferior al crecimiento poblacional.

 A pesar del relato, la intermediación financiera fue el sector que más creció durante la gestión kirchnerista. Si bien todos los sectores económicos se expandieron bajo la administración de Néstor y Cristina Kirchner existen marcadas disparidades que permiten hablar de sectores “ganadores” y “perdedores”. Entre los primeros se destacan los servicios financieros, que se expandieron 84% en términos reales desde 2004. En tanto, la industria manufacturera se expandió 36% en ese mismo período, alcanzando una participación de 14% en el PIB (era 19% en 2004). Del otro lado, los sectores de peor performance bajo la gestión anterior fueron el sector agrícola (+34%) y la minería (cayó 3,8% en doce años).

La región

El recálculo del PIB muestra a Argentina entre los países de más bajo crecimiento regional. En los últimos doce años los países de América Latina experimentaron un crecimiento sostenido (4,5% anual acumulado), resultado de un contexto externo favorable y políticas económicas acordes. Este proceso estuvo liderado por Bolivia, Perú y Paraguay, economías relativamente pequeñas pero de más rápida expansión. Nuestro país, en cambio, tuvo una dinámica de crecimiento algo más modesta (4,1%), superando únicamente a Venezuela y Brasil. La revisión del PIB no fue inocua para el ranking de crecimiento, ya que con los datos anteriores Argentina ostentaba el segundo lugar, sólo superado por Perú.

Yendo a la coyuntura, los datos muestran que la economía pasó del estancamiento a la recesión. La tasa de crecimiento interanual se desaceleró progresivamente desde el segundo trimestre del año pasado, pasando del 3,7% de entonces a 0,5% en los primeros tres meses del 2016. Sin embargo, el crecimiento trimestral desestacionalizado muestra tres caídas consecutivas, lo cual entra en la definición técnica de recesión. Lo preocupante es que estas bajas fueron siendo más fuertes con el paso del tiempo. Los factores detrás de esta dinámica son los conocidos. El consumo privado se resintió por la pérdida de poder adquisitivo, el Gobierno piso el freno en cuanto al gasto público y la inversión se contrajo fuertemente. Sólo las exportaciones reaccionaron positivamente al cambio de condiciones macro.

¿Qué esperar de aquí en adelante? Tal como muestran los indicadores de mayor frecuencia de cada uno de los componentes de la demanda agregada (excepto exportaciones), la situación económica habría empeorado en el segundo trimestre. Ahora bien, a medida que transcurra el tiempo comenzará a sentirse el efecto positivo de las reformas estructurales (inversión), la recuperación parcial del poder adquisitivo (consumo), la reactivación de la obra pública y el mayor gasto del Estado (gasto público), a lo cual habrá que sumar unas exportaciones impulsadas por el agro. Si bien la mejora no será suficiente para compensar un primer semestre para el olvido (el 2016 cerraría con una baja de 0,7% del PIB), consideramos que las perspectivas para el año próximo son positivas (entre 3,5-4% de crecimiento esperado).

(*) Economista Jefe Management & Fit

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