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Compartimentos estancos

Carlos Leyba 02 julio de 2016

por Carlos Leyba

La política económica de Mauricio Macri está administrada en “compartimentos estancos”, y la economía ha sido dividido en varios ministerios y secretarias que incluyen a las coordinadoras de la Jefatura de Gabinete. Los resultados no han sido buenos.

Lo que desde el oficialismo se reputa como “capacidad de escuchar y rever medidas y corregir errores” es, más que una virtud, una reacción tardía ante las consecuencias “inesperadas”. ¿Por qué falla la capacidad de prever?

Un detalle: Alfonso Prat-Gay dio por terminados los ajustes tarifarios. Horas después, Juan José Aranguren se despachaba con otro aumento que no estaba en el programa. No es un problema de comunicación. Es de concepción. En sus análisis Alfonso no tenía en cuenta esas tarifas.

Tipo 1 y 2

Este es el caso de “compartimentos estancos de tipo 1”: funcionarios del mismo nivel ignoran lo que va a pasar con variables que afectan a sus carteras. ¿Cómo diseñar armónicamente?

La larga la lista de marchas y contramarchas denota la existencia perturbadora de esos compartimentos estancos. Una forma de organización que produce ausencia de programa, genera contradicción y no alimenta “confianza”.

Más graves son los “compartimentos estancos de tipo 2”. Veamos. La política económica tiene objetivos parciales que componen un objetivo global. Una acotación: J. L. Borges dijo: “Siempre se dan volúmenes, nunca superficies, ni líneas, ni puntos”. En la realidad nunca hay “un objetivo” sino un conjunto interrelacionado que compone, en términos de Borges, el volumen de la situación. Es el “volumen de la situación” lo que hay que mirar.

El consenso profesional del “volumen de la situación” macroeconómica, desde la posguerra, establece varios objetivos a la vez: estabilidad de los precios, crecimiento del producto, pleno empleo y equilibrio de las cuentas externas. Hay muchos objetivos más si atendemos al desarrollo, la integración, la equidad, etcétera. Pero circunscriptos a la macro, esos cuatro objetivos, conforman un “volumen” en el que, cada uno de ellos, es línea, punto o superficie. Si uno falla el volumen se deforma y se achica, es decir, la política económica fracasa.

Es posible crecer con desempleo, estabilizar con desequilibrio externo, y así. Combinaciones de frío y caliente son posibles. Pero no son sustentables, además de no ser apetecibles. A mediano plazo no funcionan.

Por eso los “compartimentos estancos de tipo 1” tienden a deformar y achicar el volumen de la situación por desconexión, descoordinación y contradicción de las políticas segmentadas.

Pero un problema aún mayor es el de los “compartimentos estancos de tipo 2”. Es el caso en que un “compartimento estanco” se ocupa, por ejemplo, de la inflación y otro del equilibrio externo o del nivel de actividad. Es decir, un objetivo, un instrumento, un responsable.

La realidad

El Bano Central hoy trabaja así: su objetivo excluyente es achicar la inflación. El crecimiento, el empleo, el equilibrio externo, la situación fiscal, no están en su agenda.

En ese marco, la apasionada autonomía de sus autoridades, las llevó a cometer el gigantesco error (y la gigantesca transferencia de riqueza) de “cumplir el compromiso” de pagar miles de millones de pesos a los especuladores del dólar futuro.

La descomunal emisión monetaria está detrás de las gigantescas tasas de interés por las Lebac ?una nueva transferencia de recursos a favor del sistema financiero ?y, contemporánea del retroceso cambiario en términos reales, esas tasas fueron fuente de un período de pedal financiero sencillamente lamentable.

Por “compartimento estanco”, el BCRA contribuyó a frenar la actividad, el empleo, y a darle un empujoncito a los costos. Seguimos en recesión, con problemas de empleo y de presión importadora, y pesar de esto la tasa de inflación no bajó. Dicen en el BCRA que va a bajar. Pero será después. No ahora. El caso de “compartimentos estancos de tipo 2” es la idea de “un responsable, un objetivo, un instrumento”. Inviable en el ámbito público porque todos los instrumentos interceptan otros objetivos.

Según se observa la gestión, parece que los que deciden no se comunican entre sí al momento de formular sus medidas y eso lleva a contradicciones y, además, de tanto insistir en que cada uno es responsable, con sus herramientas, de un objetivo, vamos camino de descuartizar la gestión y de postergar la visión y los resultados globales que es la esencia de la política.

Esa organización, compartimentada y estanca, ha generado una cadena de acontecimientos en los que se ha sufrido la consecuencia de que el “orden de los factores altera el producto”.

Me explico: si hago primero una cosa y después otra, pudo verificar que haciendo las mismas cosas, el resultado es harto diferente que si las hubiera hecho en el orden inverso. Ejemplo, un hombre se está por tirar del balcón y es inevitable que caiga. Una reacción es poner un colchón para que el cuerpo aterrice sobre algo blando y el daño sea mínimo. Otra reacción es descuidar el aterrizaje y ocuparse de llamar a la ambulancia para que lo levante con una camilla. Esperar el error y compensarlo después del daño es el tercer caso de compartimento estanco, el “mental”. O el del modo de no pensar la política como previsión: gobernar es prever.

Medidas oficiales

Casi todas las medidas de este Gobierno ?justificadas o no?, y las que afectaron negativamente a diversos sectores, fueron compensadas sólo después de haber generado daño y reacciones. Tarde. No colchón, sino ambulancia.

El costo fiscal de lo hecho después del daño fue idénticamente igual al costo que hubiera habido de haberlo hecho antes de herir. Pero el costo político fue infinitamente superior (“gobiernan para los ricos”, se escucha). Y el costo inferido a los que lo sufrieron es sencillamente irreparable (agravamiento social). El orden de las medidas altera el resultado, ¿por qué no anticipar la compensación?

No son sólo las idas y vueltas de las tarifas, sino las tardías compensaciones (planes ayudas, devoluciones o subsidios), con la que se trató de emparchar las pinchaduras groseras inferidas por no tener el orden mental necesario para la política, que no es el mismo que orden mental suficiente en la vida de la empresa.

Como decía don Jorge Luis, hay líneas, puntos, superficies pero vivimos volúmenes. Y en función de ello la política económica resulta siempre una sola, por más que se pretenda hacerla por pedazos. Y no hay mirada si no es global: de la periferia al centro y viceversa.

El tema de la inflación La cuestión no es, por ejemplo, “combatir la inflación” e imaginar que ?a pesar de afectar el nivel de actividad, el empleo y el equilibrio externo? una vez el dragón inflacionario aplastado, resurgirá todo lo que quedó exhausto. No es así. Es todo a la vez. Difícil.

No hay “todo a la vez” con compartimento estancos de tipo 1: cada uno hace sin coordinar con los demás. Ni con de tipo 2: persigo un objetivo sin preocuparme de los demás objetivos. Ni de tipo 3, el mental: si se rompe lo trato de arreglar después y no preparo el terreno antes. Esos tres compartimentos estancos ordenan los errores de este gobierno.

Es que la política no es coordinar miembros independientes. Necesariamente un cerebro conduce. Y los miembros ejecutan. No hay política sin proyecto. La política no es administrar.

El cerebro es una visión y un diseño de trayecto hacia un objetivo global. Y eso supone una maduración profunda y en común, de todos los que ejecutan. Hace falta tener una concepción global y un Jefe ? respetado intelectualmente ? para conducir.

Son condiciones necesarias para una política consistente y eficaz. Y esa se mide, en economía, por el cómo van los cuatro objetivos básicos mencionados.

Hoy estos no van bien. El Gobierno se evade porque mide por encuestas que reciben por minuto el beneficio de un escándalo K. La política “espectáculo policial” por TV ayuda porque distrae. Pero gota a gota finalmente la bañadera se llena.

Cambiemos tiene a los ocupados en la ética pública: los socios de la Coalición Cívica. Tiene a los dirigentes radicales comprometidos por recuperar la política mediante el fortalecimiento de la UCR, que derivará en el fortalecimiento de todos los partidos y esa es la vía para diseñar el bien común.

Y finalmente el PRO en el que lo dominante es la no política, el rechazo a las visiones globales (ignoran que tienen una) y a gobernar con programa y proyecto (ignoran que el proyecto, el futuro, es lo que estamos haciendo ahora). Y finalmente hay “oportunistas” enrolados en la ética, el partido, y el “de a poco” del PRO, a pesar de haber firmado cosas espantosas durante el kirchnerismo.

Los que deciden son los “ejecutivos” del PRO lanzados a “estadistas” y sobre ellos pesa el Principio de Peter: “todos alcanzan su nivel de incompetencia”. De CEO a ministro hay un millón de horas de vuelo y tomar decisiones no es igual a cabalgar la realidad.

Resultados políticos

Por ahora los políticos de Cambiemos han logrado éxitos parlamentarios extraordinarios. Pero, por ahora, los exitosos ejecutivos de la vida privada, por los resultados (precios, empleo, actividad y equilibrio externo) están más cerca del Principio de Peter que de los dorados éxitos de la vida empresarial.

Ellos parecen estar cómodos en compartimentos estancos: miren lo que hago.

Pero lo que le dicen a ellos los resultados es que la realidad es incomoda. Porque para hacer política económica en serio hay que derribar esos muros (incomunicación, independencia, desconsiderar las repercusiones) y poner a conducir un cerebro con visión y programa.

La realidad es volumen y no punto, línea o superficie. Sólo mirar los números, no las encuestas, puede ayudarlos a ver el volumen de la realidad.

No estamos bien. De haber continuado la trayectoria de CFK estaríamos peor. Es cierto. Ahora han reemplazado el pronóstico oficial de giro en el segundo semestre. Muy bien. Pero gobernar no es pronosticar. Es modificar el curso no deseado. ¿Lo están haciendo?

Con compartimentos estancos, sin cerebro que programe globalmente y miembros que ejecuten, nada podrá mejorar la performance: no lo están haciendo.

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