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“Al BCRA lo dejaron solo en la batalla contra la inflación”

Entrevista a Lorenzo Sigaut Gravina, Economista jefe de Ecolatina.

15 julio de 2016

En diálogo con El Economista, Lorenzo Sigaut Gravina plantea que “dejaron solo al BCRA, que puso una tasa muy elevada, para frenar un proceso inflacionario que no depende tanto de la expansión monetaria sino también de otros factores” ¿Resultado? “Mucha recesión y poco resultado en materia inflacionaria”. ¿Recomendación? Una visión más integral.

Juzgar la política antiinflacionaria del Gobierno no tenía mucho sentido en el contexto del ajuste de precios relativos porque era evidente que, en ese momento, la inflación se iba a acelerar. ¿Seguimos en esa fase, o ya lo hemos pasado y nos hemos quedado con una inflación más alta?

Sí, hubo en el Gobierno una sorpresa por la inflación. Algunos consultores decíamos, cuando planteaban una meta del 20% o 25% anual para 2016, que no cerraba porque, si hay ajuste del tipo de cambio y tarifas, y ya lo habíamos visto en 2014, la inflación se aceleraría. El enfoque inicial del Gobierno tuvo un error de diagnóstico porque el razonamiento era que los precios estaban valuados al dólar informal y, entonces, la devaluación no iba a acelerar la inflación. Algunos precios habrán estado fijados más cerca del informal, pero la gran mayoría no. Entonces, ahí hubo un primer salto que llevó la inflación al 30 y pico interanual. Después, la pata que el Gobierno dejo más floja, y donde yo más critico su accionar, es que podría haber hecho algo para coordinar la puja distributiva. Inicialmente se avanzó en ese sentido, pero después la política antiinflacionaria pasó al BCRA, ya sea porque creen que es un fenómeno monetario o porque el BCRA es el que tiene los instrumentos. Todo se dejó en manos del BCRA, pero es una tarea muy difícil porque la inflación que tenemos tiene muchas causas. La inercia es un gran problema y hemos tenido mucha inercia en el pasado en los '70 y '80. Los que estudiaron el tema te dicen que a la inercia no se la vence sólo con política monetaria sino con muchas cosas. Tiene que haber un pacto social o decir 'bueno, tratemos de que este año todas las variables nominales se mantengan en torno al 25% o 30% y no al alza'. Luego, con el tarifazo, sobre todo en el caso de la electricidad y el gas, hubo un error de cálculo. Sobre todo por un doble impacto no solo vía precios residenciales que impactan en el IPC sino, sobre todo, por el efecto de segunda ronda pues, además, hubo un tarifazo para las empresas que, si les sube mucho el costo de la energía, eso termina en los precios de los bienes. En el Gran Buenos aires, donde la variación es un poco más alta que en el interior, terminamos el primer semestre en 26,2%. Es decir, claramente se superó la meta anual del 20% o 25%.

Tras los números de junio, ¿cambió sus proyecciones para la inflación en el segundo semestre?

Nosotros veíamos junio alrededor del 3%, y al Indec le dio 3,1%. Respecto del futuro, veo un segundo semestre con inflación no tan elevada como el primer semestre que dio, en promedio, casi 4% mensual y va a ir más cercano a 2%. Nosotros fuimos bastante críticos porque el Gobierno veía 1% mensual para el segundo semestre. El Gobierno fue cambiando y ahora habla de 1,5% para el cuarto trimestre. El consenso es que se va a desacelerar porque no va a haber depreciación del peso (salvo algún accidente internacional) ni suba de tarifas. Eso marca que va a haber una desaceleración y ahí hay consenso en la profesión. ¿Va a ser más lento o más rápido que lo que el Gobierno dice? Va a ser más lento, decimos nosotros. Lo cual va a hacer que la recuperación del salario real, que muchos ven como el motor la recuperación del consumo en el segundo semestre, va a ser también más lento. Después de este semestre duro vamos a volver al statu quo del kirchnerismo, que es alrededor del 2%. Recordemos que en 2015 tuvimos, entre enero y octubre, y para llegar con mayores chances electorales, no subió el tipo de cambio ni las tarifas y tuvimos una inflación apenas inferior al 2% mensual.

Una crítica común a las devaluaciones (por ejemplo, la de 2014) fue que no vinieron acompañadas por un plan integral y que, por ende, se fueron rápidamente a los precios. ¿Pasó lo mismo en 2016?

Sí, siempre que uno hace un ajuste es para mejorar el tipo de cambio real porque si no un año después volvés a tener el mismo problema y, además, la devaluación tiene un costo porque es recesiva. Acá la sutileza y complejidad de lo que hizo el Gobierno fue que tenía que ajustar dos precios. Creo que el Gobierno trató de corregir los desequilibrios macroeconómicos para evitar una situación que ya no se sostenía. Ibamos en una dirección de colisión. Ya nos quedábamos sin reservas, le habíamos pedido a China y un déficit fiscal muy abultado financiado con emisión. Una situación muy crítica. El plan económico fue evitar esa colisión y acomodar precios relativos. Creo que lo más grave no fue el plan sino la falta de un ministro de Economía que vele por la integralidad de los problemas. Carlos Leyba escribió una muy buena nota en El Economista al respecto. Se está viendo que no hay una visión sistémica. Que no haya alguien que vea el todo. En la implementación hubo muchos problemas. Dejaron solo al BCRA, que puso una tasa muy elevada, para frenar un proceso inflacionario que no depende tanto de la expansión monetaria sino también de otros factores. Entonces, tenés mucha recesión y poco resultado en materia inflacionaria.

¿Qué le falta a la política antiinflacionaria?

Hace falta mucho más que política monetaria. Eso se vio mucho en los '80 en algunos programas de estabilización. A principios de año se vio mucho la idea de un acuerdo social o un acuerdo precios-salarios, pero quedó en la nada. No sé si porque Mauricio Macri no pudo negociar con los gremios o porque no creen en ese instrumento, pero la verdad es que falta un anclaje. Si todo sube al 40% todos vamos a querer subir al 40% para no perder en términos reales. Entonces suben precios y salarios. Ahora tenés la reapertura de paritarias; los que pactaron a seis meses pero a fin de año te pueden pedir un bono y los que cerraron 32% pero la inflación se fue a 40%. Ahí hay un componente de inercia para lo cual se necesita una política de ingresos, pacto social o una coordinación desde el Gobierno para frenarla. No es fácil, y no se debe dejar solo al BCRA.

Pero retrasar tarifas y tipo de cambio, como todo indica que hará el Gobierno, tampoco es muy virtuoso?

No, puede ser que vuelva a tener problemas de competitividad externa. En 2014, por caso, terminaste el año con un tipo de cambio real parecido. En tarifas, en cambio, no lo veo tanto porque el ajuste fue fuerte y los costos de producción no van a subir mucho, pero en el tipo de cambio real te comiste una buena parte de la devaluación. En algún momento, la inflación convergerá al 2%.

Pero, ¿podremos perforar ese exótico, a nivel mundial, umbral?

Tenés esa inercia difícil de desarticular. Es importante que el Gobierno aprenda para 2017, que tienen una meta también ambiciosa: 12-17%. Y vamos a arrancar con una cifra más parecida a 25%. La otra forma de lograrlo es pisar tipo de cambio y tarifas. Y una cosa es este segundo semestre, pero hacerlo durante todo 2017 puede generar réditos políticos a costa de generar atraso cambiario y problemas tarifarios. E, incluso, hay un dilema fiscal. Si quiero cumplir la meta de 12% o 17% no tengo que hacer ajustes de tarifas, pero si no recortas tarifas en 2017 probablemente no logre reducir el déficit y, allí, la meta también es muy significativa: 4,8% a 3,3%.

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