Finalmente, ingresó a la Cámara de Diputados el proyecto de reforma política que había anunciado Mauricio Macri la semana pasada. Ahora comenzará una etapa de negociaciones entre los distintos bloques porque el artículo 77 de la Constitución exige que los proyectos de ley que modifiquen el régimen electoral “deberán ser aprobados por mayoría absoluta del total de los miembros de las Cámaras”.
Los cambios
Al presentarse el proyecto, sorprendió que el Gobierno propusiese que sólo se votase por el presidente, y no por fórmula completa y cerrada como hasta ahora. Se trata de un aspecto relevante para definir las estrategias electorales de los distintos partidos. La posibilidad de completar la fórmula luego de las primarias está contemplada, por ejemplo, en la CABA y cuenta con el apoyo de casi todos los especialistas en la materia.
De acuerdo al proyecto, una vez proclamado el candidato a presidente, éste tendrá 48 horas para definir a su compañero de fórmula. Pero no podrá elegir a alguien que haya participado en las primarias como precandidato de otra agrupación política salvo que sea parte del mismo acuerdo electoral. La otra restricción que establece y que parece muy difícil de instrumentar es que el candidato a vicepresidente seleccionado no puede ser rechazado expresamente por la agrupación política respectiva.
Esta parte del proyecto debería contar con un respaldo amplio porque es conveniente para la oposición. En el sistema político argentino, siempre el oficialismo tiende a unificarse en torno al Presidente mientras que la oposición, a fragmentarse: en 2015, el FpV tuvo un solo precandidato y Cambiemos, tres. Esto significa que, en las primarias de 2019, Cambiemos tendría un solo precandidato mientras que el arco opositor tendería a tener varios, que luego podrían integrar una fórmula con mayor potencia electoral. Los incentivos están para que los legisladores de la oposición acompañen la iniciativa.
La dinámica política puede llevar a que los precandidatos a presidente anuncien antes de las primarias a su compañero fórmula apostando que una figura con buena imagen los ayude a ganar. En
2015, por ejemplo, tanto Horacio Rodríguez Larreta como Gabriela Michetti dieron a conocer los nombres de quienes serían sus vices en caso de ganar la candidatura a jefe de Gobierno por el PRO. Pero, más allá de las estrategias políticas que se sigan, la posibilidad para integrar fórmulas con distintos sectores de un partido o alianza luego de las primarias puede ser una oportunidad para aprovechar.
A su vez, la experiencia internacional en la materia es positiva. En Uruguay, quien gana las primarias elige a su compañero de fórmula luego de una ronda de consultas dentro de su partido. Y en Estados Unidos el nombre del vice es anunciado en las convenciones partidarias luego de un riguroso y reservado proceso de selección para el cual se han utilizado distintos criterios y que lleva adelante un equipo designado por el candidato a presidente.
Más novedades
Otros aspectos de la reforma política como la boleta electrónica, el fin de las colectoras o la obligatoriedad de los debates también pueden lograr apoyos importantes. Son herramientas decisivas para que los comicios sean más transparentes, pero con menos influencia en las estrategias políticas que la decisión de no votar más por fórmulas cerradas.
De todas maneras, una reforma política integral no se puede hacer solo desde la Nación y requiere involucrar a todas las provincias. Porque Argentina tuvo un caótico calendario electoral en 2015 y coexisten en el país los más variados regímenes electorales. La estructura federal del país permite diseñar sistemas políticos que reflejen las realidades de las distintas provincias. Pero uno de los desafíos para la Nación y las provincias es lograr acuerdos para asegurar algunos principios comunes en todo el territorio del país. Entre ellos, terminar con las reelecciones indefinidas para los distintos cargos y la subrepresentación de las minorías que ocurren en muchos distritos.
En el bloque oficialista quieren que la aprobación del proyecto no se demore para que haya la mayor distancia posible con el inicio del año electoral para evitar que se discutan reglas de juego que deben ser perdurables.
