Hoy, la Cámara Alta dejaría la superley lista para la promulgación por parte del Presidente. Junto al pago a ley para saldar el pleito con los holdouts, es la ley más importante desde el 10-D y seguramente se convertirá en un caballito de batalla discursivo para Cambiemos. Si bien el proyecto tiene muchas aristas, y allí la explicación de su apodo, la clave será la reparación a la clase pasiva y el cumplimento de los fallos de la Corte, junto al establecimiento de un ingreso universal para la vejez. No casualmente se espera un apoyo amplio a la iniciativa oficial.
Pero, más temprano que tarde y según pudo conocer El Economista, los cambios previsionales no se agotarían allí y el Gobierno planea una reforma previsional en línea con las que se están desarrollando en las economías centrales.
Si bien la letra chica sigue sin definirse y el timing tampoco, los ejes de la reforma serían actualizar el sistema a la nueva realidad (tanto laboral como demográfica pues la gente vive cada vez más), garantizar su sustentabilidad (es decir, que no comprometan la salud fiscal de las maltrechas cuentas públicas y la economía puede llegar en equilibrio a 2019) y encontrar mecanismos para que
las personas que quieren seguir trabajando pueden hacerlo.
Asimismo, un tema que preocupa en Balcarce 50 es cuidar los incentivos para la promoción del empleo formal (por ejemplo,a través de la reducción de impuestos al trabajo, y no aumentarlos)
pues allí se juega la gran batalla de la famosa “pobreza cero” que promete Cambiemos: la generación de empleo.
