Con tipo de cambio estable, sin ajustes de tarifas y con la demanda interna muy floja, estimamos que en junio la inflación volverá a su velocidad crucero. Prevemos un incremento del IPC en torno al 2% y, por ende, que acumule un alza del 25% en los primeros seis meses del año. En el interior prevemos un incremento mensual menor en tanto que la inflación acumulada rozará el 20% dado que el ajuste de los servicios fue mucho menor.
El mayor impulso sobre el IPC vendría en el rubro de atención médica debido a los ajustes previstos en las prepagas (subas que se sentirán en junio y julio) y por gastos de vivienda dado los aumentos previstos en las expensas luego del acuerdo de paritarias con porteros.
Más allá de estos ajustes puntuales, lo más importante será ver que se consolide el escenario de desinflación dado que la dinámica de los precios volvería a ser la misma que previa a la devaluación y ajustes de precios de tarifas. Esto será el mejor impulso para la reactivación dado que permitirá darle al BCRA la evidencia empírica para que acelere la baja en las tasas de interés de las Lebac y dar impulso al crédito.
En este sentido, con los precios de los alimentos estabilizados y con la inflación general estabilizada y bajando, el poder adquisitivo de los salarios comenzará una etapa de recuperación y eso, además, estará potenciado porque entrarán en vigencia las subas salariales logradas recientemente. Incluso, con cierta marcha atrás en los ajustes de tarifas y devolución de IVA para algunos alimentos, será un empujón adicional a un nivel de consumo que estuvo muy golpeado en los primeros meses del año.
(*) Economista jefe de Analytica.
