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El crecimiento sustentable todavía está lejos

Es probable que la economía local vuelva a crecer en 2017, aunque no lo hará de modo sustentable: el patrón de ese proceso de crecimiento parecería ser mucho más parecido, que diferente, al del período 2011-2015.

06 junio de 2016

por Gabriel Caamaño Gómez y Evelin Dorsch (*)

Nuestras estimaciones preliminares indican que el nivel de actividad económica local promedió un ritmo de contracción interanual de poco más de 2,5% durante los primeros cuatro meses de 2016, redondeando el peor arranque desde el 2009 (crisis financiera y sequía).

Desde el punto de vista de los sectores sobresale el mal desempeño del sector agropecuario (-6,8% interanual en el primer cuatrimestre de 2016), de la industria (-1,5%) y la construcción (-9,2%).

En el caso del primero, las razones hay que buscarlas en la contracción del volumen de la cosecha de soja (exceso de lluvias), la persistente crisis de las economías regionales del interior del país (frutas de pepita, cítricos, miel, vid, etcétera) y el mal desempeño de los niveles de producción de la mayor parte de las actividades pecuarias y de granja.

En el caso de la industria, resalta la contracción del nivel de producción del sector automotriz, el siderúrgico, el de los minerales no metálicos y de la rama metalmecánica como resultado de factores externos (Brasil y China) e internos (retracción consumo bienes durable e inversión pública y privada)

En tanto, en el caso de la construcción resalta el fuerte ajuste aplicado por la el Gobierno sobre la obra pública, a lo que se suma la retracción de la inversión privada en estructuras.

En tanto, desde el punto de vista del gasto, el mal desempeño de la demanda interna (-2,6% interanual en primer cuatrimestre de 2016), derrape del consumo privado (-1,9%) y la inversión (-6,7%) mediante, es por lejos el factor más importante.

De lo dicho en los párrafos previos se desprende claramente que hay factores exógenos, endógenos y hasta fortuitos que afectaron negativamente el desempeño del nivel de actividad durante el primer cuatrimestre del año y que probablemente lo seguirán haciendo durante lo que queda del primer semestre y buena parte del segundo.

Dentro de los factores exógenos negativos resalta por lejos el mal desempeño de nuestro principal socio comercial (Brasil) y la desaceleración de China. Esta última no sólo impactó negativamente sobre el precio de las commodities durante el primer trimestre de 2016, sino que además es el principal factor detrás de la crisis mundial de la industria siderúrgica. En tanto, el proceso de ajuste de política monetaria en EE.UU., que profundizó el mal desempeño del precio de las commodities durante la mayor parte del primer cuatrimestre de 2015, fue retrasado y, consecuentemente, comenzó a jugar en sentido exactamente opuesto desde principios- mediados de abril.

Y es entonces cuando comienzan a ser relevantes los factores exógenos e inesperados (fortuitos), pues las condiciones climáticas adversas afectaron a los principales cultivos, en especial, a la soja, reduciendo los volúmenes de producción e impidiendo aprovechar esa primavera de precios internacionales.

En tanto, y mucho más relevante, están los factores endógenos. El proceso de ajuste gradual de los desequilibrios macroeconómicos iniciado por el Gobierno tuvo inicialmente un fuerte impacto negativo sobre el nivel de actividad, dada la fuerte aceleración de la inflación durante los primeros cinco meses (+24,5% según nuestras estimaciones para el IPC GBA) que supuso la devaluación, el ajuste de las tarifas y la eliminación de la mayor parte de las distorsiones de precios (eliminación de registros, quita y reducción retenciones, etcétera), con el consecuente deterioro del poder adquisitivo; la significativa alza de las tasas de interés locales asociada a, por un lado, el proceso de absorción del excedente de liquidez en pesos heredado y, por el otro lado, a la eliminación del cepo cambiario, en particular, y la mayor parte del esquema de control de capitales implementado por la administración anterior, en general, y un proceso de ajuste fiscal gradual que, por ahora, está centrado en una fuerte reducción real de la obra pública.

Ahora bien. Ese gradualismo fiscal que inicialmente había sido pensado para amortiguar el impacto negativo sobre el nivel de actividad local, impidió por ahora que la política monetaria fuera más flexible con la tasas interés local, dado su objetivo inflacionario, y alentó el endeudamiento externo, acotando el tipo de cambio nominal y permitiendo la rápida erosión del correlato real (impacto sobre TCR) de la devaluación inicial.

Consecuentemente, se redujo drásticamente la probabilidad de que el nivel de actividad comience a recuperarse en forma franca durante el segundo semestre y, ahora, el consenso económico comienza a girar sobre la posibilidad de que el mismo sólo logre estabilizarse hacia el último trimestre. En tanto, el retorno del crecimiento en 2017 sigue dependiendo en su mayor medida de factores exógenos: recuperación de Brasil y buenas condiciones climáticas.

En ese contexto, el Gobierno parece haber revisado su estrategia inicial. Sin embargo, lejos de decidir avanzar en forma más decidida sobre el ajuste del nivel de gasto público corriente y la recuperación de los niveles de rentabilidad de la economía real, todo indica que nos encaminamos hacia una nueva inyección expansiva vía el incremento del gasto público corriente financiado con recursos extraordinarios (blanqueo). Situación en buena parte explicada por las necesidades que plantean las elecciones legislativas previstas para 2017.

Con lo cual, es probable que la economía local vuelva a crecer en 2017, si los factores exógenos no juegan en contra, aunque no lo hará de forma sustentable. Aún más, el patrón de ese proceso de crecimiento parecería ser mucho más parecido, que diferente, del 2011-2015.

Cerrando. No debemos olvidar que las crisis económicas, en general, y las de balanza de pagos, en particular, son procesos de ajuste desordenado y, por lo tanto, altamente costosos en términos sociales, de los desequilibrios que las originan y explican. En ese sentido, el Gobierno logró evitar una crisis. Sin embargo, por ahora no ha logrado encarar de forma consistente el desafío siguiente: lograr avanzar en un proceso de ajuste macroeconómico ordenado que de pie a un proceso de crecimiento sustentable.

(*) Economistas y socios de Consultora Ledesma.

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