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Don Arturo, paradigma en varios sentidos

La honestidad fue un valor reconocido de su figura.

28 junio de 2016

Quienes intentaron debilitar desde un comienzo a Arturo Illia, calificaron a su gobierno de lento y se lo caracterizaba como a una tortuga. Siempre se procuró estigmatizarlo como un político provinciano sin conocimientos de lo que ocurría en el escenario global. Pocas descripciones tuvieron tan poco que ver con la realidad. Porque fue un médico destacado, diputado nacional y vicegobernador de Córdoba. En 1962 ganó las elecciones para gobernador de Córdoba pero el Gobierno, presionado por las Fuerzas Armadas, las anuló. Un año después, la Unión Cívica Radical lo postuló como candidato a presidente. Era una persona cultísima, enterado de lo que ocurría en el mundo y tenía un gran conocimiento sobre las características de distintas actividades productivas del país.

Durante todo 1934, Illia estuvo en Europa y en Alemania vio muy de cerca el nacimiento del nazismo lo cual fortaleció aún más sus convicciones democráticas. Volvió al país preocupado por lo que podía ocurrir en el mundo dada la consolidación de las ideologías totalitarias.

A Illia se lo valora enormemente por su honestidad y se lo considera un paradigma en ese sentido. Pero fue mucho más que eso.

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