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Un largo verano financiero

La soja en alza, el real para arriba, el dólar para abajo y las tasas de interés, bajas. Nuestra dura transición hacia una economía menos intervenida y regulada se encuentra con un contexto internacional favorable que persistirá por más tiempo al que esperábamos.

18 mayo de 2016

Con perfil bajo y sin el brillo de otros tiempos, el contexto internacional nos vuelve a jugar a favor. La enorme liquidez en los mercados financieros, el debilitamiento del dólar y la recuperación en el precio de las materias primas son aliados para la estabilidad del mercado cambiario actual. Si bien los riesgos persisten, todo indica que el contexto global continuará jugando a favor en una economía que necesita volver cuanto antes a los mercados financieros.

Concretamente, desde fines del año pasado que el contexto internacional se fue tornando cada vez menos hostil para con las economías emergentes. El flojo desempeño de la actividad en un contexto de riesgos de deflación en las economías más desarrolladas fueron la excusa ideal para que los principales bancos centrales mantengan los estímulos monetarios.

En especial, se destaca la actuación de la Reserva Federal de Estados Unidos, que desde que subió la tasa de referencia a 0,5% en diciembre de 2015, en las minutas de los últimos meses se mostró más dubitativa ante el panorama económico de Estados Unidos y del mundo, por lo que no dio señales de nuevas subas de tasas. En este escenario el dólar a nivel global, que se venía apreciando (logrando el valor más alto desde 2002), comenzó a debilitarse (en lo que va del año cayó más de 6%) al tiempo que las tasas de interés de los bonos del Tesoro a diez años cayeron más de 0,5 puntos porcentuales hasta 1,7%, un nivel históricamente bajo.

El contexto internacional nos vuelve a jugar a favor. La enorme liquidez en los mercados financieros, el debilitamiento del dólar y la recuperación en el precio de las materias primas son aliados para la estabilidad del mercado cambiario actual.

Con el dólar más debilitado y sin perspectivas de movimiento de tasas por parte de la Fed, los precios de las materias primas interrumpieron la caída y comenzaron a subir. Sin duda, por lo que representa a nivel global, lo más destacado fue el precio del barril de petróleo que de los US$ 23 de principios de febrero ahora cotiza por encima de los US$ 45. La soja mostró el mismo camino, incluso mejor, debido a factores climáticos que provocaron una reducción en la oferta que llevaron el precio a casi US$ 400 la tonelada, casi US$ 100 más que el de fines del año pasado. En otros términos, aunque es muy difícil que vuelvan a las cotizaciones récord, es importante notar que por primera vez en dos años los precios actuales son más altos que los de un año atrás.

 En este contexto también ayudó Brasil. Si bien el derrumbe que está mostrando el nivel de actividad y las importaciones están provocando severas complicaciones en el panorama local, en especial en la industria automotriz que tiene elevada dependencia de las compras cariocas, en el margen dio oxígeno. El buen contexto financiero global sumado al avance del juicio político a Dilma fueron determinantes para que la cotización del dólar en Brasil baje de 4,2 reales/US$ a 3,5 reales/US$. Si bien la salida de Dilma descomprime la situación, lejos está Brasil de recuperar el sendero de crecimiento que traccione al resto de la región, y lo mejor que podemos esperar de nuestro principal socio comercial es que modere la caída del PIB y que no utilice el tipo de cambio como variable de ajuste. Por lo pronto, se observa una tensa calma, con el Presidente provisional buscando consenso para una reforma económica integral que siquiera él está convencido de poder hacerla.

La mejora del contexto internacional sumado a los avances que hizo Argentina para corregir las cuentas externas (devaluación, liberación del mercado de cambios y salida del default) generan un colchón para el mercado cambiario. De hecho, desde marzo se observan mejoras en todas las cuentas del balance cambiario. Por un lado, las exportaciones del agro sumado al mayor financiamiento de las importaciones mantienen el superávit comercial liquidado al tiempo que es cada vez más ágil el ingreso de capitales ya sea por inversión directa, cartera y/o préstamos. En la salida de las provincias a los mercados financieros internacionales (hasta ahora Buenos Aires, Neuquén y Mendoza) las ofertas de suscripción de bonos fueron hasta cinco veces superiores a lo emitido. Con más oferta y tasas de interés en pesos muy elevadas y sin cepo, la demanda de dólares se redujo notablemente, e incluso se observan claras mejoras en el saldo de la cuenta de viajes y la demanda de dólar para ahorro se redujo a un tercio de lo que era a principios de año. En otros términos, sobran dólares.

Ante el cambio de política monetaria, el BCRA mantiene la flotación interviniendo muy poco en el mercado, por lo que (contrario a nuestras expectativas) no aprovechó este contexto para acumular reservas internacionales y sostener el tipo de cambio por lo que la cotización de la divisas americana volvió a los niveles de principios de año. Con esto reafirmamos nuestra hipótesis: el atraso cambiario llegó para quedarse.

Vemos así que la dura transición hacia una economía menos intervenida y regulada se encuentra con un contexto internacional favorable que persistirá por más tiempo que esperábamos. La dificultad de la economía de recuperar velocidad de crecimiento y con riesgos de deflación mantiene el ciclo de políticas monetarias en los países desarrollados muy expansivas contribuyendo a la liquidez global. Es un aliado para aprovechar y avanzar hacia las correcciones que necesita la macroeconomía local.

(*) Economista jefe de Analytica.

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