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Sobre la creación de empleo privado en los años recientes

Se equivocan los que afirman que no ha habido creación de empleo asalariado, privado y protegido, en los años recientes: lo hubo. Pero fue exiguo, con un bajo perfil productivo y, además, se registró una caída de la tasa de actividad. ¿Qué debe hacer el nuevo Gobierno?

05 mayo de 2016

Por Javier Lindenboim (*)

Ultimamente se ha escuchado a funcionarios oficiales expresar que no hubo creación de empleo privado en el segundo Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. El primer tema que se presenta es la verificación de la información al respecto así como aquella que dé cuenta de lo ocurrido en los meses recientes.

Ante la falta de datos de la Encuesta de Hogares se proporcionan datos diversos, incluyendo menciones coincidentes o discrepantes con las afirmaciones oficiales mencionadas, muchas veces en base a datos difíciles de comprobar.

Una de las fuentes más mencionadas es la proveniente del sistema recaudatorio que registra los aportes de los empleadores sobre su nómina salarial. Esto es un buen dato aunque deja afuera lo que pasa con el empleo autónomo y con los asalariados desprotegidos (mal llamado trabajo en negro o informal).En estos días, por ejemplo, un trabajo académico de la Universidad de La Plata procura refutar tal argumentación oficial utilizando, precisamente, la reseña del Ministerio de Trabajo. El propósito de ese estudio es mostrar que, efectivamente, en el último cuatrienio hubo creación de puestos de trabajo: si bien no fue importante, tuvo un valor positivo.

Lo interesante, sin embargo, consiste en observar esa fuente con algún detenimiento y apreciar si efectivamente entre “no se creó empleo” y “se creó muy poco empleo” hay una diferencia sustancial.

Siguiendo la propuesta del trabajo aludido, tomamos el volumen de empleo creado en cada uno de los tres mandatos presidenciales: esa cifra fue de 2,1 millones para el de Néstor Kirchner, 600.000 para el primer Gobierno de Cristina Kirchner y 190.000 para su segundo período. Esto significa que entre 2007-2011 se crearon tantos empleos como los generados en cada año del Gobierno que lo precedió. Y en el segundo mandato de la ex Presidenta el ritmo fue un tercio del que hubo en su primer período. En resumen, en los doce años hubo creación de empleo asalariado privado protegido pero de modo cada vez más cansino.

Usando la misma fuente puede hacerse un ejercicio interesante para indagar sobre la dinámica de esa variable en su cuantía anual promedio a partir del año 2000. El resultado es sorprendente (Tabla 1).

Un rápido repaso indica que después de la profunda caída (2001-2002) la recuperación ?iniciada luego de la gran devaluación de nuestra moneda a comienzos de 2002? fue importante. De allí que, al asumir el presidente Néstor Kirchner en mayo de 2003, ya se había empezado a subir la cuesta desde las profundidades del año previo. El incendio se había apagado.

Un segundo elemento es que la creación de empleo en el primero de los años del nuevo Gobierno compensó íntegramente la caída registrada en 2001.

En tercer lugar, la creación anual de empleo asalariado protegido durante el primer período de Cristina Kirchner fue similar a la registrada en 2002-2003 (durante el primer año del ministro Roberto Lavagna). Esto equivale a decir que la creación de empleo había perdido impulso de modo significativo. Finalmente, en el segundo mandato de la ex Presidenta efectivamente hubo creación de empleo pero sin lugar a dudas en una cuantía singularmente modesta, tanto que resulta similar a la registrada en los años previos a la crisis 1998-2002. No es menos interesante analizar la composición sectorial del empleo privado que se fue incorporando en cada etapa (Tabla 2). La industria y la construcción, que habían liderado la caída del empleo en los '90 y en la crisis de la convertibilidad, dinamizaron la recuperación inicial. Ambas, en conjunto con los servicios inmobiliarios, dieron cuenta de la mitad del aumento ocupacional hasta 2007. Estos mismos tres sectores, en el último cuatrienio, arrojan un saldo negativo del 5%, principalmente debido a la profunda caída de los servicios inmobiliarios (asociado habitualmente con los efectos del cepo cambiario que rigió en el período).

Los servicios (enseñanza, salud y otros), que en el primer lapso explicaban sólo uno de cada ocho nuevos empleos (11,7%), en el más reciente representan más de la mitad ?56%? del total de los (pocos) nuevos empleos.

Si se atiende a los valores absolutos el contraste puede ser más impactante. Entre 2003 y 2007 en la industria se crearon 400.000 empleos asalariados privados protegidos. Recientemente, apenas 4.000.En la construcción ocurre algo parecido: 300.000 y 12.000, respectivamente. En servicios inmobiliarios, de sumar 362.000 entre 2003 y 2007 se pasa a una caída de 27.000 en los cuatro últimos años.

Este es el contexto en el que llegamos al cambio de Gobierno reciente. Al nuevo le cabe la responsabilidad enorme de revertir, en el plazo más breve posible, esta dinámica declinante. El gran interrogante es si hay ahora chances de producir los cambios estructurales que la anterior gestión no encaminó. En el pasado reciente se verbalizaba el predominio de la gestión estatal pero el balance pareció haber sido que el sector empresario, seguramente el de mayor porte, “se la llevaba en pala”. ¿Las nuevas autoridades ?que en gran medida se nutren de la experiencia empresarial? propiciarán los cambios que dinamicen la economía y, por tanto, generen nueva demanda ocupacional?

Sin duda se equivocan los que afirman que no ha habido creación de empleo asalariado, privado y protegido, en los años recientes: lo hubo. Claro que fue exiguo, de bajo perfil productivo (pese a la proclamada vocación industrial) y con una clara tendencia desfavorable en materia de dimensión de la fuerza laboral, habida cuenta de la caída de la tasa de actividad. Es lo que hay que cambiar, por cierto. Los requisitos para hacerlo y qué pasa hoy en el mercado laboral son aspectos que ameritan un próximo desarrollo.

(*) Director del CEPED e investigador del CONICET.

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