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¿Qué pasará cuando China sea economía de mercado?

Más de ochenta países del mundo han reconocido a China como economía de mercado, pero algunos de los principales actores del comercio mundial le siguen rechazando el otorgamiento de ese estatus, como es el caso de EE.UU., México, Canadá, Japón, Turquía e India.

Héctor Rubini 24 mayo de 2016

por Héctor Rubini (*)

El próximo 11 de diciembre, la Organización Mundial de Comercio (OMC) pasaría a calificar a la República Popular China como economía de mercado. El bloque europeo tiene particular inquietud por la caducidad a esa fecha de un párrafo del artículo 15° del Protocolo de Adhesión de China a la OMC. El mismo prevé que “una vez que China haya establecido, de conformidad con la legislación nacional del miembro importador, que tiene una economía de mercado” a esa fecha:

Caducarán las disposiciones por las cuales toda investigación contra China por daño provocado por dumping u otra práctica desleal debería realizarse según precios y costos de firmas chinas, siempre que en la rama de producción que produce el bien similar prevalezcan condiciones de una economía de libre mercado para la manufactura, producción y venta de ese bien, y cuando la legislación del país importador contenga criterios de economía de libre mercado a la fecha de adhesión de China a la OMC (11/12/2001).

Caducan bajo cualquier circunstancia la atribución del miembro importador para no usar comparaciones en base a precios o costos internos de China cuando los productores investigados no puedan demostrar claramente que en la rama de producción que produce el bien similar prevalezcan condiciones de una economía de libre mercado para la manufactura, producción y venta de ese bien.

En diciembre último, la experta italiana Bárbara Barone, del Parlamento Europeo, observó que luego de quince años contados desde la adhesión de China a la OMC, el Gobierno de ese país todavía incumplía varios compromisos con dicho organismo [1]. En otro informe previo, los alemanes Markus Taube y Peter in der Heiden han sostenido que “China no satisface los criterios de la Unión Europea para completar la transición de un sistema controlado por el Estado a una economía de mercado normal”, y que además “otorgar a China el status de economía de mercado tendrá un efecto devastador sobre la industria manufacturera de la UE” [2].

La evidencia disponible y los temores de cámaras empresarias europeas impulsaron el pasado 12 de mayo la aprobación del Parlamento Europeo de un pedido a la Comisión Europea para que coordine con el G7 y el G20 la oposición al reconocimiento de la OMC a China como economía de mercado. La votación a favor de esa solicitud fue aplastante: 546 a favor (83,9%), 28 en contra (4,3%) y 77 abstenciones (11,8%). Si bien no tiene efecto legal directo, le marcó la cancha a la Comisión Europea y al Consejo de Ministros para que se expida antes del inminente receso por vacaciones de verano. Según los expertos de la Comisión y del Parlamento Europeo, el nuevo status de China generaría un perjuicio a las ramas manufactureras directamente afectadas ?la más vulnerable sería la producción de acero?, estimándose una pérdida directa de 350.000 empleos y de varios millones más de empleos indirectos.

En el resto del mundo no hay una postura uniforme sobre el caso chino. Al presente, más de ochenta países del mundo han reconocido a China como economía de mercado, pero algunos de los principales actores del comercio mundial siguen rechazando el otorgamiento de ese status, como es el caso de Estados Unidos, México, Canadá, Japón, Turquía e India.

El viraje y la región

En este contexto, no se espera cambio alguno en la creciente participación de China como fuente de divisas en Sudamérica. Tanto por su demanda de materias primas, como por la disposición de fondos para financiar proyectos de obras públicas, las relaciones entre China y nuestra región no se va a debilitar. Sin embargo, es improbable el retorno de optimismo, algo exagerado, de diez años atrás.

En nuestra región, y no sólo en Argentina, buena parte del aumento de las exportaciones de materias primas y manufacturas de origen agropecuario se debe al crecimiento del Gigante asiático. Pero la creciente exposición al mercado chino es tanto una oportunidad como una fuente de riesgos. Si aumenta la agresividad comercial de la Unión Europea y de otras grandes potencias, no sólo se observará un impacto negativo sobre la economía china, sino sobre el comercio mundial. La volatilidad de los tipos de cambio y de los precios de las materias primas podrá generar ganancias transitorias para algunos países emergentes, pero en varios de ellos los ingresos de divisas dependen fuertemente de la demanda china, especialmente en aquellos en los que este país es ya su primer o segundo mayor destino exportador.

La evolución de China después de la crisis subprime empezó a decepcionar. Desde 2012 esa economía crece a una tasa anual inferior al 8% y en baja. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento anual de China no superará el 6% a partir de 2018, y de acuerdo al Banco Mundial (BM) convergería a no mucho más de 3% anual a fines de la próxima década. Mientras tanto, el comercio exterior de China crece a tasas cada vez menores desde fin de 2011. Sus exportaciones cayeron 2,9% en 2015 y las importaciones, 14,1%. A su vez, desde 2011 el superávit de cuenta corriente no supera el 3% del PIB.

La acumulación de inventarios no vendidos y la lenta reacción del mercado interno tornan inevitable una política comercial más agresiva de parte de China. Esta se verá exacerbada en 2017 si la Unión Europea y otras potencias adoptan políticas comerciales tajantes. En un contexto así, una mayor depreciación del yuan sería casi inevitable. Las víctimas potenciales serán los productores de bienes manufacturados de países emergentes, imposibilitados de competir con bienes más baratos de origen chino. En el corto plazo, los socios comerciales de China tendrán incentivos para aplicar barreras comerciales y devaluar sus monedas. Esto complicará los intentos de estabilización en los países en los que no sea factible ninguna deflación nominal de precios, salarios o tarifas públicas.

La posición argentina

En el caso argentino, también por este factor será crucial la recepción de inversiones extranjeras directas para revertir el actual escenario de estanflación. En caso de cierta contracción del comercio mundial, fortalecer alianzas privilegiando al Gigante chino como en la década pasada luce algo imprudente. Por el contrario, sin debilitar los vínculos con esa potencia, lo que se requiere es diversificar exportaciones y socios comerciales, no sólo para evitar una elevada volatilidad cambiaria, sino para reducir la vulnerabilidad de la economía real a riesgos no controlables de origen externo.

[1] El dossier, intitulado “El debate sobre la condición de economía de mercado de China cobra intensidad”, había sido solicitado por la Comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo. En diciembre de 2015 fue publicado en Bruselas por la Dirección de Políticas Exteriores del Parlamento Europeo. [2] El informe, de 372 páginas, se publicó en Munich en junio de 2015 con el título “Assessment of the normative and policy framework governing the Chinese economy and its impact on international competition”.

(*) Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la USAL.

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