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Petróleo, plata y soja vencieron a la inflación

Argentina sufrió un mes de abril durísimo. La inflación fue del 7%. Las Lebac, tan promocionadas por los expertos, rindieron 2,7% mensual, como los bonos. La Bolsa ganó algo más con suerte muy diversa entre los distintos papeles. El dólar fue la peor opción tanto afuera como adentro.

02 mayo de 2016

Por Luis Varela

Abril fue un mes decididamente malo para los inversores de todas partes, especialmente para los inversores argentinos. Debido a un vertical cambio de posición de precios relativos, tras la intervención K de doce años, la inflación calculada por los expertos para todo el mes fue las más alta en años: 7% mensual.

Hubo sólo tres variables que superaron el aumento de los precios: el petróleo, que retenido por árabes y rusos subió 20%; la onza de plata, que remontó 15%, y la tonelada de soja, que mejoró 25% en Rosario y 12% en Chicago, debido a inundaciones dramáticas.

El resto, comparado con la inflación, en promedio, estuvo todo en zona negativa. El índice MerVal de papeles líderes de la Bolsa de Buenos Aires subió 5,6% en pesos, 8% en dólar oficial y 10% en dólar blue, pero con resultado muy diverso si se mira cada acción en detalle.

Entre los papeles privados, por ejemplo, hubo una suba tremenda del 70% en Celulosa y de casi 30% en Petrobras. Pero, del otro lado, hubo caídas de entre 9 y 11% en empresas como Edenor, Metrogas, Cresud y Molinos Río de la Plata.

Un poco más abajo que la Bolsa estuvo la onza de oro, que remontó 5%. El metal amarillo ya viene subiendo fuerte desde diciembre; en lo que va de este año acumula un aumento del 21%.

Después de todo lo mencionado, y muy por debajo de la inflación, estuvieron las benditas Letras del Banco Central (Lebac), tan promocionadas por todos y cada uno de los consejeros de inversión. El más corto de estos papeles rinde 38% anual, pero 2,7% mensual, y a eso hay que descontarle comisiones y veremos si pagan ganancias y bienes personales.

En línea con las Lebac evolucionó el bono argentino promedio, obviamente impulsado por la salida del default. El promedio de los papeles argentinos rindió 2,7% en abril, pero hubo gran dispersión, con una suba del 37% para el bono ERD16, que remontó notablemente tras el corte de marzo, y una baja del 10% para el bono NDG21.

Aún más abajo se ubicaron los plazos fijos comunes que ofrecen los bancos, con tasas que fueron del 2,2 al 2,5% mensual, según la cantidad a colocar y el banco tomador.

Y en el subsuelo, debajo de todo, estuvo el dólar, que viene bajando notablemente desde fines de diciembre, tanto en Argentina como en el mundo. En abril el dólar del exterior, medido contra una canasta de monedas, perdió 2,1% en el mes, con el yen como el gran ganador: subió más de 5% contra el billete verde.

Y en Argentina, con fuerte entrada de dólares golondrina para aprovechar las tasas y en pleno cobro de la cosecha, el dólar estuvo abajo de todo: en abril el dólar oficial en pesos bajó 2,4% y el dólar blue se achicó 3,9% (en los últimos dos meses el dólar bajó un peso y medio, de casi 16 a 14,50).

En cuanto a este momento debemos decir que, después de salir del default, la devaluación y las bajas en los subsidios decididas por Mauricio Macri empiezan a tener importantes efectos. El más visible en las últimas horas es la evidente reunificación de la oposición. El peronismo se está encaramando y los sindicatos acaban de dar una enorme demostración de fuerza, reuniendo a casi 300.000 personas protestando en contra de la política económica (veremos cómo se vota en las legislativas de 2017).

Sin embargo, como dato a favor de la devaluación debe decirse que mencionarse que acaba de conocerse la primera señal positiva: marzo tuvo un déficit comercial (exportaciones menos importaciones) de US$ 266 millones, muy inferior al rojo de US$ 672 millones que se había registrado en marzo de 2015. La balanza comercial del primer trimestre terminó con un rojo de US$ 381 millones, contra el resultado negativo de US$ 1.184 millones del mismo período de 2015.

O sea, la devaluación fue el camino correcto para ir en dirección de uno de los superávit que Duhalde le dejó a Néstor Kirchner en 2003, desde donde Argentina pudo iniciar un proceso de seis años seguidos de crecimiento, hasta que terminaron con los superávit gemelos.

Porque ahí está el gran punto de todo el problema. Realizada la devaluación y la quita de subsidios, con tarifazos incluidos, el Gobierno de Macri tiene que afrontar un agujero fiscal heredado del kirchnerismo de US$ 36.746 millones este año, una cantidad que entre el déficit primario y vencimientos de deuda significa el 7,2% del PIB.

Porque Macri y todo su equipo vienen diciendo que están achicando el rojo, pero para que las presiones no exploten están cediendo en todos los frentes y, según los últimos números, en este momento estamos con un rojo primario de US$ de 24.283 millones y con vencimiento de capital e intereses de títulos y préstamos con organismos por otros US$ 12.463 millones.

Esto explica perfectamente por qué razón un país como Guatemala acaba de colocar deuda (700 millones de dólares) pagando una tasa de interés del 4,5% anual, al tiempo que Argentina festejó la semana pasada por colocar 12.500 millones de dólares pagando 7,2% anual.

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