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Mejora el contexto global para Argentina

El impacto que ahora tiene la economía mundial en el país está muy lejos del viento de cola de otras épocas, pero es mejor de lo que se esperaba a comienzos de año

04 mayo de 2016

Las condiciones globales, siempre determinantes para una economía del tamaño de la argentina, están mostrando algunos datos positivos en las últimas semanas. La caracterización del contexto internacional ha formado siempre parte del debate político local. Desde la existencia o no de un viento de cola para explicar el crecimiento económico del país hasta justificar el deterioro interno porque “el mundo se nos cayó encima”. Un buen gobierno es aquel que aprovecha al máximo las condiciones externas favorables y que limita todo lo posible el impacto local de los ciclos globales negativos.

En cualquier caso, hoy el contexto luce mejor que hace unos meses.

Un dato clave es Brasil. A comienzos de año, se daba la peor combinación posible porque el principal socio comercial del país sufría una recesión y su moneda se devaluaba. Durante todo enero el dólar se ubicó por encima de los 4 reales y tuvo su pico el 16 de febrero cuando se cotizó a 4,067. Pero recientemente, la moneda se revaluó porque los mercados financieros apuestan a la salida de Dilma y las consultoras privadas estiman que el dólar se cotizará a 3,72 reales a fines de este año y a 3,90 cuando termine el próximo. A su vez, el promedio de los pronósticos de las consultoras privadas apunta a un crecimiento del PIB del 0,4% en 2017. Es un porcentaje muy bajo pero marca una reversión de la tendencia ya que en 2015 y 2016 Brasil tuvo fuertes caídas del producto (la de este año será de 3,9%).

Quizás, por primera vez en mucho tiempo, pronto comiencen a llegar mejores noticias desde Brasil.

Otro dato importante para Argentina es la estabilización de la situación de China. Cuando arrancó 2016, era la mayor preocupación en el escenario global. Ahora, los temores se han disipado y una economía china funcionando sin sobresaltos financieros y con un buen nivel de crecimiento es clave para sostener el valor de las materias primas que exporta Argentina.

El otro dato clave lo aporta el valor del dólar. Su ciclo alcista terminó y el resto de las monedas está recuperando posiciones. Un dólar más débil implica mejores precios para las commodities como se ha visto en las últimas semanas (estos días la soja alcanzó su mayor cotización en diez meses). La economía estadounidense, aunque sigue siendo la de mejor desempeño entre las desarrolladas, está creciendo a un ritmo muy lento y eso aleja la posibilidad de que la Reserva Federal suba las tasas de interés en su próxima reunión de junio. Y en la medida en que las tasas en Estados Unidos no aumenten y que la economía de Europa frene su caída (crecería 1,6% este año y 1,8% en 2017 según los pronósticos de la Comisión Europea), el dólar difícilmente retome un ciclo alcista en el corto plazo. Enero arrancó con una relación de 1,08 dólares por euro y ahora se ubica en 1,15 mientras que la caída frente al yen fue aún mayor.

Ese escenario también es favorable para lograr financiamiento internacional dado que las tasas en los países desarrollados seguirán bajas por mucho tiempo y habrá interés en buscar inversiones más rentables en otros mercados.

¿Qué puede alterar este cuadro? Desde una perspectiva económica hay quienes sostienen que una etapa de muy bajo crecimiento o de recesión global no puede descartarse por completo aunque no parece el escenario más probable. Eso podría, entre otras cosas, desatar nuevamente una guerra de monedas que en este momento no se está registrando. Desde el punto de vista político, siempre se menciona la turbulencia que podría provocar que el Reino Unido abandone la Unión Europea. Pero todo indica que el resultado del plebiscito será favorable a la permanencia de ese país en el bloque por lo cual es un riesgo que tiende a disiparse. Por lo tanto, aún sin pensar en un escenario extremadamente favorable, Argentina tiene, al menos en el corto plazo, a la economía internacional como aliada. Muy lejos del viento de cola de otras épocas, pero mucho mejor de lo que se suponía cuando arrancó el año.

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