El Economista - 70 años
Versión digital

jue 25 Abr

BUE 14°C

“El Papa y Macri tienen sensibilidades muy distintas”

25 mayo de 2016

Director de la revista Criterio desde 1996 hasta la actualidad y analista calificado de la  relación entre Iglesia Católica y sociedad argentina, José María Poirier evalúa en esta entrevista con El Economista los gestos, acciones y actitudes del papa Francisco respecto de la política de nuestro país y su vínculo con los gobiernos de Cristina Kirchner y Mauricio Macri.

¿Qué cambios advierte en la relación entre el Estado Argentino y la Iglesia luego de la asunción de Jorge Bergoglio como Papa?

La primera sorpresa es que haya sido elegido Papa, precisamente. Porque estaba  fuera de las expectativas. Incluso, de los mismos vaticanistas y de la Iglesia argentina. Bergoglio no era una figura de la que se esperaba que fuese designada en el último cónclave. Eso, por supuesto, también creó gran desconcierto en el gobierno de ese momento. Por lo menos, durante los primeros tres días. Luego de ese lapso, Cristina Kirchner comprendió con gran habilidad política que había que dar un viraje. Hasta ese momento, la relación había sido de cierto enfrentamiento. Así considerado por la prensa y por distintos observadores. A nadie escapaba que dos de las dificultades mayores que afrontaba Bergoglio eran el gobierno de los Kirchner y la curia vaticana de Roma, de la que tenía un perfecto conocimiento. No obstante, al alcanzar la máxima autoridad posible de la Iglesia, las relaciones de fuerzas internas y externas cambian.   Y cambian rotundamente, como no podía ser de otra manera. La Curia se da cuenta   que tenía ahora una figura de temer para sus intereses. Porque Bergoglio los había hostigado, desde su cargo, con toda una serie de cuestionamientos sobre la burocracia existente y sobre la falta de definiciones respecto a una cantidad importante de escándalos que atravesaba la Iglesia. Mientras, que al Gobierno Argentino no le quedóotra, también, que dar ese viraje.

La relación con Cristina de parte de Bergoglio también cambia. ¿Lo ve así?

La respuesta de Bergoglio es otra, porque la posición que pasó a ocupartambién era distinta. Ya no era un hombre camino a jubilarse, que perdía su presencia eclesial y política, sino todo lo contrario. En ese sentido, incluso sobreactúa la relacióny, a mi   juicio, el encuentro afectuoso con Cristina. Y establece un raro vínculo. Siendo Bergoglio un hombre poco afecto a los protocolos, lo expresaba de una manera muy personal, fuera de los ámbitos tradicionalmente diplomáticos. ¿Qué pretendía con eso? Difícil saberlo. Algunos sostienen que reconstruir esa relación. Otros, que pretendía  introducir correcciones o ciertas cuñas al interior del peronismo, con el que simpatiza pero desde posturas bastante antagónicas, más ortodoxas que las de los Kirchner. Mientras que hay quienes sostienen que le preocupaba que pudiera producirse un  desenlace traumático del gobierno. La frase “Cuiden a Cristina” que se le adjudica, en ese sentido, podía ser garantizar la normalidad del traspaso.

En la relación con Macri   también parece haber sorpresas. ¿Comparte?

Sí. Hay sorpresa como la hay en la relación con Elisa Carrió o la vicepresidenta Gabriela Michetti. Curiosamente, figuras que por un motivo o por otro parecían afines o virtuales aliados, dejaron de serlo. Y se invierte la relación. Macri quizá elige un tono protocolar para la relación, que no me parece incorrecto, creyéndolo el mejor, y  probablemente la respuesta de Bergoglio haya sido refugiarse en una postura bastante indiferente, disfrazada de formalidad. Ahora están arrimando posiciones, me da la impresión...

¿Se tiende a sobreinterpretar las actitudes del Papa Francisco o esas actitudes existen y tienen destino político?

Las dos cosas. Como argentinos, tenemos una sensibilidad y una susceptibilidad donde  estamos acostumbrados a interpretar todo.Es difícil, de todos modos, poner la cuestión  en contexto, porque es la primera vez que Argentina tiene un Papa. Pero Italia, por ejemplo, tiene una tradición larguísima de interferencia de los papas en la política local y presiones de un lado y del otro. Juan Pablo II tuvo influencia notable  sobre su Polonia. Lech Walesa, por caso, no hubiese sido presidente sin su apoyo. Y Paulo VI, que es el primero que comprende la dificultad de esta relación en toda su  magnitud, tomó sus recaudos y colocó como secretario de Estado a un francés, para   que se ocupase él de lidiar con la política de su país.

¿Cuáles considera que son las raíces de la relación distante entre el Papa y Macri? ¿Sólo cuestiones protocolares?

Hay causas más profundas también, evidentemente. Por ejemplo, una comprensión  del fenómeno político desde el peronismo, una marcada sensibilidad social y una opción preferente por los sectores más vulnerables que, ciertamente, no es la primera  sensibilidad que manifiesta el PRO, que ha tenido que hacer camino al andar, que ha tenido que aprender de sensibilidad social, de política y de muchas cosas a medida que  fueron transcurriendo los meses. Por cierto, hay sensibilidades que son diferentes,  prioridades que no son las mismas y una cantidad de elementos que generan  distancias. Por otra parte, a Bergoglio la cuestión política lo apasiona. Y la política  argentina,aún más. Además, construyó su propio poder. Si está donde está y significa lo que significa hoy, no se lo debe a nadie. No fue construyendo alianzas o lobbies para llegar a donde llegó. Y eso le da una libertad muy grande a la hora de actuar. De alguna manera, tiene la estatura de un estadista, independientemente de que coincidamos más o menos con él. Y un estadista de la altura que el mundo hoy no tiene. Para eso basta con ver su rol en la política internacional, en el ecumenismo, en el diálogo interreligioso.

Se dio un fenómeno bastante singular en la sociedad argentina: elcambio entre simpatías y antipatías según diferentes actores.

Es que la opinión pública argentina no puede ser indiferente a la presencia de un papa argentino y tan afecto a intervenir en cuestiones sociales o políticas. Es cierto que el público que festejó su asunción, probablemente en las antípodas de lo que representaba el kirchnerismo, se encuentra que no es el aliado que esperaba. Y hasta llega a ser percibido como lo contrario. Esto generó cierto desconcierto. Es decir, no respondió a determinadas expectativas, quizá exageradas o indebidas, que la prensa había suscitado.

Entre las cuestiones que parecen inquietarlo están la situación social  del país y cierto clima de revanchismo que parece percibir.

Tendría en cuenta para analizar esto que siempre son versiones oficiosas. A Bergoglio siempre le hagustado una cierta indefinición o relativo caos informativo a su alrededor,contexto en el que se desenvuelve con bastante destreza. Sabe sacar provecho de esa multiplicidad de voces y de esas cosas sugeridas. Alguna vez escribí, sobre el cardenal Bergoglio, que me recordaba ciertas biografías sobre Hipólito Yrigoyen, que fue un político muy importante de la Argentina que no hablaba o que hablaba con sus silencios. Sobre  Yrigoyen trascendían los comentarios que hacían algunos enviados políticos y una nebulosa muy efectiva en torno a cuáles eran sus pensamientos, sus intenciones y su estrategia política. Bergoglio, a su modo, le imprime al silencio o a las palabras una  ambigüedad que necesita o suscita un montón de intérpretes, interpretaciones y hermeneutas políticos. Hasta el punto que, en algunas ocasiones, algunos dicen una cosa y, otros, casi lo contrario. Aunque nunca sea ingenuo y nunca descuidado con eso. Es decir, es un artífice político muy sutil.

¿Qué caracterización hace de ciertos gestos del Gobierno? Por ejemplo, la carta que hizo pública en las redes sociales el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y que tituló “El Papa y Hebe”, sobre la visita de la presidenta de Madres de Plaza de Mayo. El desconcierto parece explícito.

El Gobierno quizá hubiera pretendido una relación un poco más formal y distante, más acorde a la modernidad política. Y se encontró con una situación de difícil manejo.  Porque es una Iglesia que habla a través de sus obispos de una maneray de otra. Que  queda alineado con el Papa, pero no siempre o no demasiado. Y con un Papa que utiliza distintos voceros. Frente a esto, el Gobierno se desconcierta, comprende que debe recomponer la relación porque no se puede atravesar esta etapa en estado de desencuentro abierto con Bergoglio y entonces responde como puede. O como atina. Para tratar de limar asperezas, restarle importancia a posibles desacuerdos y a tratar de supeditar todo a un deseo de acuerdo o de encuentro, de reconstitución de las relaciones. Lo logre o no.

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés