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El ansiado final de la estanflación se postergó unos meses

A poco del arribo del popular segundo semestre, no está tan claro que vaya a ocurrir lo que viene diciendo el Gobierno.

23 mayo de 2016

La llegada del “segundo semestre” es el punto de inflexión que se impuso el Gobierno para la performance de la economía. A partir de su inminente llegada, la inflación bajará drásticamente y la economía volverá, casi un lustro después, a crecer. Sin embargo, a poco de su arribo, no está tan claro que el país vaya a abandonar tan pronto la estanflación.

 Lo sugieren los economistas del sector privado e, incluso, varios funcionarios. Los números mensuales de inflación siguen calentitos (y aún faltan los llamados “efectos de segunda ronda”) y los indicadores “reales” muestran, al unísono, que la caída de la producción no cede.

Para algunos, fue una innecesaria sobreexigencia para un período de transición complicado y que iba a retacear “brotes verdes” por un tiempo. “El Gobierno se apuró”, dicen algunos. Para otros, era necesario políticamente para exhibir resultados, desalentar el malhumor social o, incluso, los temores sobre la gobernabilidad y, asimismo, tentar a los inversores a que se la jueguen hundiendo capital a la espera de una pronta mejora.

Sea como fuere, el segundo semestre está por llegar y el Gobierno pone en juego su credibilidad. Si la  tendencia mejora, saldrá fortalecido y capitalizará el momentum económico y si, en cambio, la inflación sigue merodeando los 2-3 puntos mensuales, los indicadores de la economía real siguen en rojo y las inversiones entran a cuentagotas, la cosa será diametralmente opuesta.

El jefe de Gabinete, Marcos Peña, por ejemplo, dijo que la inflación perforará el piso de 2% recién en octubre, ya bastante entrado el segundo semestre, aunque dijo que empezará a caer sin prisa pero sin pausa desde junio. Fue un primer reconocimiento de que la inflación tiene una inercia que no se desactiva tan fácilmente y, quizás, que algunas medidas (por ejemplo, la suba de 10% en los combustibles) alteraron los planes nominales oficiales.

“No podemos ignorar que la inflación core (que excluye a los precios regulados, sujetos del tarifazo) también presenta una dinámica preocupante; el subíndice registró en CABA aumentos de 3,0% en febrero; 3,5% en marzo y 2,8% en abril, una trayectoria que cuesta calificar como netamente descendente”, dice Federico Muñoz en un informe difundido ayer. Esa “resiliencia” fuerza al BCRA a mantener las tasas altas, algo que no es inocuo para el nivel de actividad.

 “Si bien nuestro relevamiento de precios también muestra una desaceleración de la inflación en mayo, nuestros 'números' son menos contundentes y muestran señales mixtas que sugieren que la parsimonia y la precaución son los mejores consejeros a la hora de hacer política monetaria y bajar la tasa de interés”, sostiene el último informe de Economía & Regiones, fundada, entre otros, por el hoy ministro del Interior, Rogelio Frigerio.

Es decir, podremos seguir conviviendo algunos meses más con registros inflacionarios superiores a 2%, y cercanos a 3%. El dato positivo es que ya habrán llegado los nuevos sueldos para recomponer los maltrechos presupuestos familiares. Pero, pese al alivio, la inflación alta implicará menos consumo del potencial y tasas aún altas, dos elementos contrarios a una suba en la actividad.

Pasa algo similar con el nivel de actividad. Los indicadores están casi todos en rojo y todas las apuestas están puestas en la inversión privada. ¿Tendrá la suba que imagina el Gobierno y podrá motorizar la demanda agregada? Por ahora, no se ve, aunque todos indican que los incentivos están sobre la mesa. Lentamente, los funcionarios del Gobierno y los consultores van postergando el comienzo de la reactivación: primero era mitad de año, luego fin de año y, ahora, recién para 2017.

Pese a cierta postergación, todos creen que la estanflación, más temprano que tarde, pasará a la historia y la economía se pondrá a andar y con una inflación en descenso. Pero, admiten, no tan pronto como en julio.

En la Casa Rosada están ocupados. Desde el punto de vista electoral, lo importante es que la economía crezca en el segundo semestre de 2017, y no necesariamente en 2016. Asimismo, nada de lo que están viendo por estos días los sorprende ampliamente. Sabían que todo esto iba a ocurrir y que el proceso de “normalización” tendría sus costos. Por eso, luego de un período de ajuste, ahora los esfuerzos están puestos en estimular la economía mientras, ya sin nuevos tarifazos, esperan los efectos del torniquete monetario sobre la inflación.

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