Muchos analistas políticos sostuvieron durante bastante tiempo que Donald Trump nunca obtendría la candidatura republicana. Aplicaron el razonamiento convencional para una persona que no lo es y un contexto diferente. Algunos suponían que abandonaría rápido la carrera, otros que sería fácilmente derrotado por los demás candidatos o que finalmente el establishment partidario encontraría la forma de bloquearlo dado que nunca llegaría a reunir la cantidad de delegados necesarios para obtener la nominación. Como todos esos pronósticos resultaron errados y nadie quiere equivocarse dos veces con la misma persona muchos sostienen ahora que Trump puede llegar a ganar en noviembre.
Incluso, entre quienes lo afirman, hay intelectuales cercanos al Partido Demócrata como Robert Reich que consideran que lo peor que puede hacer Hillary Clinton es confiar en exceso de que finalmente el electorado le dará la espalada a Trump ¿En qué se basa este cambio de pronóstico? En buena medida en las debilidades que muestra la candidatura de Hillary que tiene una alta imagen negativa. La mejor prueba es que Bernie Sanders le ganó las elecciones en 21 estados y logró seguirá en la carrera hasta el final.
Por otra parte, no logra adhesión en las capas más jóvenes de la sociedad que la ven demasiado identificada con el establishment tradicional. Es una mezcla entre Washington y Wall Street en un año en el cual ése no es un perfil que cotiza alto. Y si bien no simpatizan con Trump se trata de un segmento favorable a los demócratas que no se movilizaría el día de la elección.
Sobre esa base, hay analistas que consideran que Trump puede ser competitivo en algunos estados que resultan decisivos por la cantidad de electores que aportan y por no tener un comportamiento definido ya que pueden cambiar sus preferencias de una elección a otra. En esa situación está Florida pero también estados industriales en los cuales hay mayor resistencia a los acuerdos comerciales que Hillary reivindica y que Trump cuestiona. Pero se trata de razonamientos muy forzadas porque todos los antecedentes electorales y la demografía del país favorecen a los demócratas aunque cuando su candidata no sea la más adecuada.
