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¿Cómo mejorar la inserción internacional?

El rol de los incentivos

21 septiembre de 2015

En todos los ámbitos, y la economía no es una excepción, para encontrar soluciones es menester no fallar en el diagnóstico. “Argentina tiene una baja inserción internacional”, asegura Inés Butler, economista del IERAL de la Fundación Mediterránea. La suma de las importaciones y las exportaciones sobre el PIB ronda el 21% y viene retrocediendo. Por ejemplo, en el período 2003-2005 superó el 30%. En Colombia, supera el 30%; en Perú, el 40% y en Chile, el 50%. Sólo Brasil tiene una inserción internacional menor. La participación argentina en el comercio global es de apenas 0,4% mientras su PIB es el 0,8% de la economía global.

¿Por qué es importante la inserción internacional? Fácil. “Es un requisito esencial para el desarrollo productivo, pues permite generar puestos de trabajo de calidad: los salarios en los sectores exportadores son más elevados y los puestos de trabajo de mejor calidad”, sostiene Butler. Sumarse a las cadenas globales de valor permite, además, incorporar tecnología y, por ende, aumentar la productividad de la economía. Por supuesto, las exportaciones también ayudan a proveer un lubricante necesario para la macroeconómica: divisas.

Como reseña Marcelo Capello, presidente del IERAL, apenas 18 de cada 100 argentinos tienen un empleo formal en el sector privado. En Chile, ese guarismo llega a 36 y en ninguna de sus regiones baja de 32. En Argentina, en cambio, las disparidades son muy grandes: por ejemplo, en el NEA apenas 9 de cada 100 personas (es decir, menos del 10%) tiene un empleo formal en el sector privado.

Los incentivos

Diagnóstico hecho. Ahora, las soluciones. Para empezar, hay que posar la mirada sobre los incentivos que ofrece el Estado a los sectores transables, y no todo pasa por tener un tipo de cambio competitivo (aunque no sea un tema menor). En rigor, un estudio reciente del Banco Mundial (BM) muestra que la elasticidad de las exportaciones ante una devaluación de la moneda local es cada vez menor. La competitividad es un tema más complejo y entran en juego otros factores. Uno de ellos son las negociaciones internacionales, un ámbito poco explorado en los últimos años. “No pasa todo por las reducciones arancelarias, que ya se han reducido mucho en todo el mundo”, asegura Butler. “Cada vez son más importantes en las negociaciones los temas no arancelarios: por ejemplo, las restricciones de impacto ambiental, las técnicas o las sanitarias”, explica. “Si no trabajamos en esos aspectos, el costo relativo de ingresar a otros mercados, en relación con nuestros competidores, es más alto”, señala y menciona el caso de los vinos y la carne. “No pasa todo por la competitividad- precio”, dice.

La lejanía del país con respecto a los principales mercados del mundo y las grandes distancias que la producción debe recorrer desde el origen hasta el puerto de salida también es un desafío a superar para dar un salto exportador. La solución es clara: mejorar la infraestructura, un tema que, bien venido sea, se está discutiendo en la campaña presidencial. “Hay que definir una cartera de proyectos en línea con la estrategia de desarrollo productivo”, asegura Butler y aconseja “aprovechar el tren, las vías navegables y el transporte multimodal”.

Incentivos macroeconómicos y financieros, desarrollo de la infraestructura para reducir costos de transporte y negociaciones internacionales para facilitar la colocación de la producción en el mundo. Son todas competencias del Estado. Pero el sector privado también tiene su rol. “Es el que debe desarrollar los productos exportables”, dice Butler. “Es importante que el sector privado avance en el tema de investigación y desarrollo. Tenemos esas capacidades y empresarios que están a la altura. Hay muchos productos sofisticados que han logrado insertarse en mercados muy competitivos, como la maquinaria agrícola que sale de Santa Fe y Córdoba”, reseña. Pero, advierte, si el sector público no acompaña, muchos exportadores trabajan a pérdida y, eventualmente, pierden esos mercados que tanto les costó conseguir. “Y, una vez que los perdés, es difícil volver a ganar esos mercados”, dice Butler.

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