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Los vientos que se cruzan

El panorama de la economía global

24 junio de 2015

(Columna de Ricardo Theller, profesor-investigador del Instituto de Economía de UADE)

Las bajas del precio internacional de las materias primas, en paralelo con la lentitud de las tasas de crecimiento mundiales y la apreciación del dólar dentro de un entorno de bajas tasas de interés, demarcan en este primer semestre del año las tendencias centrales de la economía global. Los datos de desempeño de la actividad económica muestran una fuerte dispersión entre países. Los emergentes, Japón y Europa, con niveles de actividad próximos a los de estancamiento/recesión; China, desacelerándose y EE.UU., en suave pero persistente crecimiento.

Ante la eventualidad de riesgo de deflación en Europa, las propuestas de los gobiernos en materia de política monetaria de la eurozona y los EE.UU. coinciden en la necesidad de mantener un alto grado de liquidez financiera y bajas a las principales tasas de interés de referencia global. En el caso europeo, justificadas adicionalmente por factores extraeconómicos (eventos de Grecia y Ucrania, entre otros). Por el lado estadounidense, con el añadido de una política fiscal expansiva.

Parecería entonces que en el Hemisferio Norte, ya sea por convicción o por obligación, se coincide en una definición más o menos amplia de “estabilidad financiera”, aquella que conjuga el equilibrio financiero con la expansión del empleo y la actividad productiva. Pero son imposibles de soslayar otros ingredientes adicionales. En primer lugar, el principal productor mundial de petróleo mantuvo los niveles de producción, convalidando la sobreoferta y por lo tanto la empinada baja en el precio del barril, decisión que no se espera sea alterada en el mediano plazo. Segundo, el Fondo Monetario Internacional prevé que el suave crecimiento mundial para el 2015 permanecerá casi inalterado para el 2016. Y tercero, la trayectoria a la baja de las tasas de interés de largo plazo confirmaría, por un lado, el pesimismo en el crecimiento económico esperado y, por otro, señalaría un horizonte prolongado para la  política de flexibilidad monetaria instrumentada por la Reserva Federal y el Banco Central Europeo.

Amenazas y oportunidades para los países emergentes

La definición de este nuevo escenario también determina -en cuanto a impactos marginales sobre el crecimiento económico- grupos de “ganadores”, “perdedores”  y “empatados”. Entre los primeros se encuentran los países importadores netos de materias primas (ejemplo: Japón, China). En el segundo, los exportadores netos de materias primas (Argentina, Brasil, Rusia, Venezuela) y, con efecto neutro, aquellos con alto poder de mercado (EE.UU., Alemania).

Colocando el eje analítico en los países exportadores netos de materias primas (los perdedores), para éstos las tasas de riesgo soberano serán crecientes vía “vientos de proa” por el lado de los dólares comerciales, con todos los episodios indeseables que ello puede acarrear: iliquidez, desempleo, ataques especulativos sobre la moneda doméstica, y fuga de capitales.

Sin embargo, eventualmente, y bajo ciertas condiciones, podrían amortiguarse tales adversidades recurriéndose al crédito internacional o al “viento de popa” vía dólares financieros que, como se mencionó más arriba, son baratos. En efecto, el dinero a tasas casi gratuitas podría estimular a los grandes fondos inversores a tomar porciones de riesgo extra, confiriéndole una mayor rentabilidad a los respectivos portafolios. Por esta vía, el mercado de capitales podría así contribuir a mejorar las finanzas domésticas de los “perdedores” y, quizás, a proveer fondos puntuales para determinados proyectos de infraestructura u otros, más aún si en éstos el stock de capital y la mano de obra se depreciaron a la par que los precios de las materias primas.

Dentro de este entorno, China constituye un inversor externo con características propias al adicionar ingredientes geopolíticos en las decisiones económico-financieras. El año 2015 encontraría a las corporaciones chinas con apreciables ventajas para desarrollar políticas de internacionalización, en particular, hacia países emergentes.

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