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Fuerte caída de ingresos en 2014

¿Qué pasará en 2015?

12 febrero de 2015

(Columna de Matías Carugati, economista jefe de Management & Fit)

En 2014, se cumplió el viejo dicho: los precios subieron por el ascensor, mientras que los salarios lo hicieron por la escalera. La remuneración promedio de la economía se incrementó cerca de 33% el año pasado, equivalente a una baja de 4% si se descuenta la inflación. No obstante, estas cifras podrían estar subestimando la verdadera caída, debido a las sospechas levantadas por la estimación oficial de los salarios de los trabajadores informales (+39% nominal). Por caso, el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM), aproximación razonable para la remuneración de los empleados “en negro”, aumentó 33% en 2014. Dudas al margen, las estadísticas dan cuenta de una fuerte caída de los ingresos laborales, la primera desde 2008 (-2%). La evolución de los ingresos de otros grupos sociales fue dispar. Los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH), más de 3,5 millones de personas, lograron aumentos superiores a la inflación, aunque el incremento real fue exiguo (1%). En cambio, los 7,6 millones de jubilados sufrieron una caída de su poder adquisitivo. Regidos por la ley de movilidad previsional, los haberes de la clase pasiva aumentaron dos veces en 2014, redondeando una suba de 30% anual. En términos reales, ello equivale a una caída de 6%. Siendo uno de los determinantes fundamentales de la demanda, la pérdida de poder adquisitivo sufrida por casi dos tercios de la sociedad tuvo un correlato directo sobre el consumo. Durante 2014, las ventas en shoppings se redujeron 4,6% en términos reales, mientras que las ventas minoristas relevadas por la CAME cayeron 6,5%. Los mercados de bienes semidurables y durables tuvieron una peor performance: las ventas de electrodomésticos acumulaban una caída real del 12% a septiembre (último dato), mientras que las transferencias de automóviles nuevos y usados mostraron una baja de 17% en 2014. Incluso las ventas en supermercados, más relacionadas con la satisfacción de necesidades básicas, no lograron sostenerse (-0,7% real). Con una representación de 60% en el PIB, la baja del consumo arrastró la economía hacia la recesión. La economía pasó de crecer 2,9% en 2013 (según el PIB Congreso) a una recesión cercana al 2% en 2014. Si bien el ritmo de caída parece haber encontrado un piso, la magnitud de la misma dejará consecuencias. Las diversas estimaciones del nivel de actividad dejan un arrastre estadístico que superaría el 1%. Es decir que aún creciendo dicho porcentaje la economía mostraría un estancamiento a finales de este año.

A pesar de todo, el 2015 podría comenzar “con el pie derecho” en materia de ingresos. Con la inflación anual moderándose producto de la elevada base de comparación, negociaciones salariales levemente superiores a las del 2014 (30% promedio, según el Ministerio de Trabajo) permitirían recomponer el poder adquisitivo de los trabajadores formales durante la primera mitad del año. En cuanto a las jubilaciones, la suba de 18,26% en los haberes a partir de marzo implica un incremento anual de 38,6% (su efecto real se irá diluyendo hasta septiembre, cuando se actualicen automáticamente). Hasta el SMVM podría ganarle por algunos meses a la inflación, puesto que aumentó 31% anual desde principios de año. No obstante, la recomposición de los ingresos es condición necesaria pero no suficiente para empujar la economía. La escasez de dólares ha obligado al Gobierno a administrar el flujo de divisas comerciales, bloqueando el ingreso no sólo de bienes de consumo, sino de todo tipo de insumos industriales, repuestos y hasta maquinaria. Si el Gobierno no libera importaciones, entonces el empuje de demanda no generará un rebote económico sino mayor inflación. En este sentido, el 2015 no trae novedades. Sin dólares financieros, el dilema de política económica continúa siendo entre crecimiento y estabilidad. Tal vez la proximidad de las elecciones pueda modificar este panorama. En 2014, se cumplió el viejo dicho: los precios subieron por el ascensor, mientras que los salarios lo hicieron por la escalera. La remuneración promedio de la economía se incrementó cerca de 33% el año pasado, equivalente a una baja de 4% si se descuenta la inflación. No obstante, estas cifras podrían estar subestimando la verdadera caída, debido a las sospechas levantadas por la estimación oficial de los salarios de los trabajadores informales (+39% nominal). Por caso, el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM), aproximación razonable para la remuneración de los empleados “en negro”, aumentó 33% en 2014. Dudas al margen, las estadísticas dan cuenta de una fuerte caída de los ingresos laborales, la primera desde 2008 (-2%). La evolución de los ingresos de otros grupos sociales fue dispar. Los be-neficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH), más de 3,5 millones de personas, lograron aumentos superiores a la inflación, aunque el incremento real fue exiguo (1%). En cambio, los 7,6 millones de jubilados sufrieron una caída de su poder adquisitivo. Regidos por la ley de movilidad previsional, los haberes de la clase pasiva aumentaron dos veces en 2014, redondeando una suba de 30% anual. En términos reales, ello equivale a una caída de 6%. Siendo uno de los determinantes fundamentales de la demanda, la pérdida de poder adquisitivo sufrida por casi dos tercios de la sociedad tuvo un correlato directo sobre el consumo. Durante 2014, las ventas en shoppings se redujeron 4,6% en términos reales, mientras que las ventas minoristas relevadas por la CAME cayeron 6,5%. Los mercados de bienes semidurables y durables tuvieron superaría el 1%. Es decir que aún creuna peor performance: las ventas de electrodomésticos acumulaban una caída real del 12% a septiembre (último dato), mientras que las transferencias de automóviles nuevos y usados mostraron una baja de 17% en 2014. Incluso las ventas en supermercados, más relacionadas con la satisfacción de necesidades básicas, no lograron sostenerse (-0,7% real). Con una representación de 60% en el PIB, la baja del consumo arrastró la economía hacia la recesión. La economía pasó de crecer 2,9% en 2013 (según el PIB Congreso) a una recesión cercana al 2% en 2014. Si bien el ritmo de caída parece haber encontrado un piso, la magnitud de la misma dejará consecuencias. Las diversas estimaciones del nivel de actividad dejan un arrastre estadístico que ciendo dicho porcentaje la economía mostraría un estancamiento a finales de este año. A pesar de todo, el 2015 podría comenzar “con el pie derecho” en materia de ingresos. Con la inflación anual moderándose producto de la elevada base de comparación, negociaciones salariales levemente superiores a las del 2014 (30% promedio, según el Ministerio de Trabajo) permitirían recomponer el poder adquisitivo de los trabajadores formales durante la primera mitad del año. En cuanto a las jubilaciones, la suba de 18,26% en los haberes a partir de marzo implica un incremento anual de 38,6% (su efecto real se irá diluyendo hasta septiembre, cuando se actualicen automáticamente). Hasta el SMVM podría ganarle por algunos meses a la inflación, puesto que aumentó 31% anual desde principios de año. No obstante, la recomposición de los ingresos es condición necesaria pero no suficiente para empujar la economía. La escasez de dólares ha obligado al Gobierno a administrar el flujo de divisas comerciales, bloqueando el ingreso no sólo de bienes de consumo, sino de todo tipo de insumos industriales, repuestos y hasta maquinaria. Si el Gobierno no libera importaciones, entonces el empuje de demanda no generará un rebote económico sino mayor inflación. En este sentido, el 2015 no trae novedades. Sin dólares financieros, el dilema de política económica continúa siendo entre crecimiento y estabilidad. Tal vez la proximidad de las elecciones pueda modificar este panorama.

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