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Un dragón entre las iguanas

Relaciones económicas de América Latina con China

20 enero de 2015

(Columna de Anthony Elson, profesor en las universidades de Duke y John Hopkins)

Durante su visita a América Latina en julio de 2014, el Presidente de China Xi Jinping describió la relación entre su país y la región como una “comunidad con un destino compartido”. Pero parecería ser que China está determinando dicho destino.

Con la apertura de la economía china después de su entrada a la Organización Mundial del Comercio en 2001, el país asumió rápidamente un papel de liderazgo en el comercio y la Inversión Extranjera Directa (IED) de la economía mundial. En 2012, llegó a ser el principal país comercial, y en 2013 se convirtió en el segundo beneficiario de IED después de Estados Unidos y en la tercera fuente de inversiones en el exterior, detrás de Estados Unidos y Japón.

Como parte de su enorme expansión en el comercio mundial y actividad de inversión desde el comienzo del siglo, China ha aumentado significativamente sus lazos económicos y financieros con América Latina. Estas iniciativas por parte de China no se han limitado a América Latina; son parte de una estrategia general de China de “salida” para entablar vínculos comerciales y financieros con ciertas regiones en desarrollo del sur (Africa, Asia central y sudoriental, y América Latina).

La importancia de esta creciente relación Sur-Sur para China y Brasil también fue evidenciada durante la visita de Xi en 2014, con motivo de la formalización de los mecanismos de crédito para países en desarrollo por parte de la alianza BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en Fortaleza, Brasil.

Lazos más estrechos

El comercio bilateral entre China y América Latina ha experimentado un crecimiento exponencial desde principios de la década de 2000, de US$ 12.000 millones en 2000 a US$ 289.000 millones en 2013. Si bien ha habido un creciente desequilibrio entre ambos socios comerciales a favor de China en este período, este comercio bilateral también ha sido asimétrico dado que China es un socio comercial mucho más importante para América Latina que a la inversa. Hoy, China es la segunda fuente de importaciones de América Latina (después de Estados Unidos) y el tercer destino de sus exportaciones (después de Estados Unidos y la Unión Europea). Prácticamente todas las exportaciones de América Latina a China son productos primarios (hidrocarburos, cobre, mineral de hierro, soja). La demanda de estos bienes por parte de China es una razón de las grandes ganancias en términos de intercambio que gozó América Latina durante los cinco años que precedieron a la crisis financiera mundial de 2008?09.

Estas ganancias y el concomitante crecimiento en volumen de exportaciones estimularon significativamente al PIB real y el crecimiento del ingreso de la región por encima de los niveles de la década previa.

Las importaciones latinoamericanas por parte de China evidencian la gran necesidad del país de materias primas en su proceso de desarrollo. Sus importaciones de la región están muy concentradas y provienen primordialmente de Argentina, Brasil, Chile, Perú y Venezuela. China se ha convertido en un gran socio comercial para estos países. No obstante, las importaciones de materias primas y bienes intermedios por parte de China se encuentran bien diversificadas en las regiones de Africa y Asia y con proveedores de América del Norte. Una excepción es el cobre, del que América Latina provee el 55% (30% del cual proviene de Chile). A su vez, las exportaciones de China a América Latina han consistido primordialmente en manufacturas, imitando el patrón histórico de comercio interindustrial entre países del Norte y el Sur.

No obstante, ha habido algunas excepciones notables al tradicional intercambio de materia prima por manufacturas, y el ejemplo más importante es la reciente compra por parte de China de un avión a reacción de la corporación Embraer de Brasil. En general, sin embargo, las significativas barreras administrativas de China han limitado las exportaciones latinoamericanas de productos manufacturados al país, así como también lo han hecho los elevados costos del transporte comparados con los mercados del hemisferio occidental.

Además, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha expresado inquietud en Argentina y Brasil y acerca del posible dumping chino de exportaciones manufactureras simples, tales como acero, textiles y productos electrodomésticos.

Créditos e inversiones

Los vínculos financieros entre China y América Latina también han aumentado significativamente desde mediados de la última década, si bien la actividad de crédito e inversión de China ha sido mucho menor en términos absolutos que sus importaciones de la región. Desde 2005, los compromisos de préstamos totales del Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportación e Importación de China a América Latina ascienden a casi US$ 100.000 millones, según el Diálogo Interamericano, con sede en Washington.

Los créditos otorgados por parte de China en 2010 prácticamente equivalieron a la combinación de los empréstitos del Banco Mundial, el Banco Interamericano y el Banco de Exportación e Importación de Estados Unidos, pero desde entonces han disminuido. A diferencia de los préstamos de estas agencias, gran parte del financiamiento chino fue asignado a países como Argentina, Ecuador y Venezuela, que tienen acceso limitado a otras fuentes de financiamiento oficial o privado.

Venezuela, que representa cerca de la mitad de los créditos totales de la región con China, espera reembolsar una parte sustancial en especie, mediante la exportación de petróleo. Se han impuesto pocas condiciones (cuando las hay) a los créditos de China a la región, que han sido asignados a distintos proyectos de infraestructura.

Durante su reciente visita a América Latina, Xi anunció US$ 35.000 millones en mecanismos de préstamo para financiar proyectos de infraestructura y desarrollo de interés tanto para China como para los países beneficiarios de América Latina. Un nuevo foro conjunto conformado por China y la CELAC, que fue anunciado durante la visita del presidente chino, administrará la mayor parte de este financiamiento. El foro tiene el propósito de promover la cooperación de ambos socios en una gama de temas que van más allá de los lazos económicos y financieros. Un importante proyecto de infraestructura en tratativas entre China, Brasil y Perú es la construcción de una vía férrea transcontinental en América del Sur, que sería el primer proyecto regional de esta índole. Además, ha habido conversaciones entre un inversor privado chino y el gobierno nicaragüense respecto de un canal transoceánico a través de Nicaragua. La IED que proviene de China refleja de cerca su patrón en cuanto a importaciones y se encuentra sumamente orientada hacia la expansión de la explotación de los recursos naturales de América Latina (minería de cobre y mineral de hierro, exploración de hidrocarburos, producción de soja). Argentina, Brasil y Perú han sido los principales beneficiarios de la IED china, que ascendió a alrededor de US$ 32.000 millones durante 2010-12.

Las empresas chinas tienen un inventario de proyectos especialmente sólido en Perú para desarrollar los recursos mineros de cobre de dicho país, por un monto de US$ 20.000 millones. Esto supera las inversiones combinadas de empresas estadounidenses y canadienses, que hasta ahora habían sido los principales inversores en el sector del cobre de Perú. Parte sustancial de la IED china en América Latina es canalizada a través de las Islas Vírgenes Británicas y las Islas Caimán, según estadísticas de la UNCTAD.

Sin embargo, no es posible identificar con claridad el destino final de estos flujos. Si se excluyen los flujos canalizados mediante estos centros financieros extraterritoriales, la IED de China ascendió solo a alrededor del 5% al 6% de las inversiones totales del exterior en América Latina en los últimos años, si bien se prevé que esta participación aumente.

No son todas buenas noticias

Las relaciones económicas y financieras de América Latina con China han brindado a la región ganancias significativas durante los últimos años con la expansión de las exportaciones y la entrada de capital extranjero. Pero es posible que haya repercusiones negativas a largo plazo. Un problema tiene que ver con lo que se conoce como la recomoditización de las exportaciones de la región. La proporción de materias primas en las exportaciones de América Latina cayó de aproximadamente 52% a principios de los años '80, a un mínimo de 27% a fines de los '90, pero aumentó a más del 50% precisamente antes de la crisis financiera mundial. La dependencia histórica de América Latina de las exportaciones basadas en recursos naturales ha sido un problema para la región, y la ha expuesto a la volatilidad de los términos de intercambio y debilitado la competitividad del sector manufacturero mediante fluctuaciones cambiarias. El fenómeno de recomoditización ha sido reforzado por el reciente aumento en América Latina de importaciones de manufacturas chinas, muchas de las cuales compiten de modo directo con la manufactura de la región, que se encuentra orientada tanto hacia mercados nacionales como regionales. Esto, a su vez, podría desalentar la demanda de productos de otros sectores manufactureros y no manufactureros que abastecen a estas industrias. Los problemas de dumping intensifican estas inquietudes. Dada la índole de las exportaciones chinas a la región, hay poca o ninguna contribución a la modernización tecnológica de la producción regional. La manufactura como proporción del PIB regional disminuyó de 25% en 1980 a 21% en 2000, y a 15% en 2010, según datos compilados por la CEPAL. Durante el mismo período, las manufacturas dentro de la región de la Asociación de Naciones del Asia sudoriental y en China aumentaron a aproximadamente 40% del PIB.

Un estudio reciente llegó a la conclusión de que las exportaciones chinas de manufacturas de bajo costo a América Latina y terceros mercados han erosionado significativamente la competitividad de América Latina en dichos mercados, lo que ha sido un freno importante para la expansión de la base industrial de la región. Además de la competencia de las exportaciones manufactureras de China, América Latina está lidiando con el reciente debilitamiento de sus términos de intercambio externos y una demanda mundial más débil por sus productos básicos, relacionada en parte con el reequilibramiento de China de alejarse de la inversión e inclinarse hacia el consumo interno.

Este acontecimiento, a su vez, ha vuelto a exponer a la región a un panorama de crecimiento mucho más bajo, según las recientes proyecciones del FMI en Perspectivas de la economía mundial. Con estos vientos en contra, la región se enfrenta a algunos de los mismos desafíos que tenía antes de su relación con China y que obstaculizaron el desarrollo sostenido necesario para su desarrollo a largo plazo. Una dificultad es la expansión y modernización de su infraestructura de transporte, embarque y generación de energía más allá de lo que China financia.

En los últimos años, América Latina ha hecho inversiones insuficientes en infraestructura, con una inversión pública en torno a 2% del PIB durante la última década. Esto es menos de la mitad de la tasa anual invertida por las economías de alto crecimiento del este de Asia. Un área importante de desarrollo de infraestructura que se ha convertido en un factor crucial para la competitividad de las exportaciones es la calidad de los servicios de facilitación del comercio (procedimientos de despacho de aduanas y tránsito, servicios de comunicaciones, financiamiento del comercio exterior y los mecanismos para la inscripción de nuevas empresas).

Con la creciente importancia de las cadenas de valor mundiales en el comercio internacional, estos servicios se están volviendo indispensables. América del Sur participa poco en estas cadenas. Esta última región ha sido llamada Asia fabril gracias a la densa red de vínculos manufactureros transfronterizos que es la base de su dinamismo en cuanto a exportaciones, en el que China desempeña un papel clave. Un segundo aspecto crítico para el desarrollo de América Latina es la innovación tecnológica, que es esencial para mejorar su base manufacturera y la productividad laboral. La diversificación de las exportaciones unida a un aumento en la sofisticación tecnológica de las manufacturas es un factor clave para promover altas tasas de crecimiento económico. Estudios internacionales del Foro Económico Mundial señalan que, en general, la empresa privada en América Latina no está a la altura ?comparada con el este de Asia? en cuanto a la capacidad técnica de sus operaciones comerciales, tal como se observa en los gastos en investigación y desarrollo, capacidad instalada para innovaciones y la cantidad de patentes concedidas. Los gobiernos de América Latina deben aprovechar el nuevo foro conjunto entre China y CELAC para buscar modos de diversificar el comercio de exportación de la región y aumentar su IED en China.

El reequilibramiento de la economía china debería ofrecer oportunidades de crecimiento a las exportaciones manufactureras de la región debido a que se espera que el renminbi se fortalezca y aumenten los salarios internos y el consumo. Con el paso del tiempo, tales esfuerzos deberían permitir a América Latina beneficiarse más de sus vínculos económicos y financieros con China, que se ha convertido en uno de sus socios clave. La visita del Presidente Xi a América Latina en 2014 muestra claramente que también China tiene un gran interés estratégico en esta evolución.

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