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¿Qué se puede esperar de Brasil?

Comenzó el segundo período de Rousseff

16 enero de 2015

(Columna de Facundo Matos)

Dilma Rousseff asumió su segundo mandato con un primer desafío ineludible: el de revertir el estancamiento que sufre la economía brasileña desde hace ya algunos años. Según el Boletin Focus, un informe que realiza el Banco Central do Brasil en base estimaciones de analistas privados, 2014 concluyó con una magra expansión del PIB de 0,14% y una inflación de 6,38%, apenas por debajo de la meta fijada por el gobierno de Dilma (6,5%). Para 2015, en tanto, el crecimiento proyectado en el informe sigue siendo muy bajo (0,55%) y la inflación, más alta (6,53%), lo que repercute de manera negativa en las proyecciones para la economía argentina.

Con este objetivo en mente, Rousseff reemplazó al ministro de Hacienda de su primer mandato, Guido Mantega, por el banquero y PhD en la Universidad de Chicago, Joaquim Levy, quien ?a poco de asumir? anunció que su objetivo será llevar el actual déficit fiscal (1,5%) a un superávit de 1,2% en 2015 y de 2% en los próximos años. En ese marco, Argentina se podría ver beneficiada si, como se prevé, Brasil logra recuperar la senda del crecimiento hacia el segundo semestre.

Pero además, la importancia de ver qué sucede en el país vecino está en otra parte. Para Dante Sica, director de la consultora Abeceb.com, el programa económico de Dilma en su segundo mandato será “un espejo de lo que va a pasar en Argentina” una vez que se produzca el cambio de gobierno. Para el economista, las autoridades brasileñas entendieron que para volver a crecer deben dotar de mayor consistencia a sus políticas no argentino, ya que el actual limitó su política económica a llegar a 2015. “El programa de ajuste macroeconómico va a tener que ser muy fuerte y debe tener una credibilidad en el mercado para cumplirlo exitosamente”, lo que implicará medidas más cercanas a la visión de los mercados, sostiene.

En los meses de transición de su primero a su segundo mandato, Rousseff dio las señales de que volverá a las recetas clásicas que caracterizaron al “nuevo desarrollismo” implementado en los primeros años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT): una mixtura mejorada del viejo desarrollismo y la ortodoxia convencional. “La situación actual es similar a la de Lula cuando comenzó su gestión: un momento de recesión, la necesidad de mostrar una reactivación económica y un escenario internacional desfavorable. En ese momento, el PT partió de una visión muy monetarista de la economía, con restricción fiscal, que implicó equilibrio presupuestario, y restricción monetaria, que implicaba mantener la sustentabilidad de la moneda, pero todo con políticas sociales y de desarrollo muy marcadas”, recuerda el politólogo Ricardo Romero al ser consultado por El Economista. Ese mismo planteo es el que perseguirá la Presidenta brasileña en los próximos años.

Sin embargo, en sus proyecciones para el futuro, el gobierno pide paciencia. Según los pronósticos oficiales, Brasil crecerá 0,8% en 2015, 2% en 2016 y 2,3% en 2017, por lo que la recuperación brasilera ?tan ansiada para potenciar la economía argentina?recién se daría una vez que Cristina Fernández cumpla su mandato y haya asumido el nuevo gobierno.

Política monetaria

A su vez, en el mercado cambiario, el real seguirá depreciándose como lo hizo en 2014 (el 13%), motivado por factores internos y externos, como el fortalecimiento del dólar y las especulaciones en torno a una eventual alza de las tasas de interés por parte de la Fed. De esta manera, la divergencia entre las políticas económicas de ambos países va a alcanzar su punto máximo de los últimos años en todos los aspectos.

Este escenario de devaluación en Brasil traerá complicaciones para la Argentina, donde el tipo de cambio se mantiene estable debido a la estrategia del Gobierno de utilizarlo como ancla antiinflacionaria. “Un real más débil en principio nos afectaría de manera negativa porque si el peso argentino se mantiene estable y el real se deprecia, las exportaciones a Brasil van a ser más caras y las importaciones, más baratas, lo que dejará una balanza más deficitaria para Argentina”, advierte el economista de Carta Financiera, Pablo Artusso, en diálogo con El Economista.

Roberto Bouzas, director académico de la Maestría en Política y Economía Internacionales de la Universidad de San Andrés), pone el foco centralmente sobre el nivel de actividad económica de Brasil. “La relación entre Argentina y Brasil en 2015 estará marcada por el lento crecimiento de la economía brasileña y sus repercusiones sobre el comercio exterior argentino, y por el intento de los distintos precandidatos argentinos de volver a colocar la relación con Brasil en un papel más central para la política exterior argentina, aunque considero que no habrá grandes novedades”, señaló ante la consulta de El Economista.

Política exterior

En el plano exterior también habrá diferencias con Argentina. Brasil se hará cargo de la presidencia pro témpore del Mercosur y se espera que desde allí busque recrear marcos de negociaciones internacionales que está perdiendo por el proteccionismo excesivo del bloque aduanero.

Presionada por el lobby de la burguesía industrial paulista y el reclamo de la opinión pública brasileña, que percibe que la política exterior de Dilma no ha logrado trascender por fuera de la región, la mandataria buscará seguramente abrir al Brasil hacia mercados como la Alianza del Pacífico, la Unión Aduanera Euroasiática y la Unión Europea. La participación del nuevo canciller, Mauro Vieira, en el foro China-CELAC, podría ser el inicio de ese giro.

Precisamente, una buena noticia fue la designación al frente de las relaciones internacionales brasileñas de Vieira, actual embajador de Brasil en Estados Unidos y ex embajador del país en Argentina. En ese sentido, un funcionario de la Cancillería argentina ?que pidió no ser identificado? evaluó como “positivo para las relaciones bilaterales” el nombramiento de Vieira, ya que se trata de “un conocedor de Argentina” y un funcionario “de perfil más político que técnico, que participó incluso de la cumbre del NO al ALCA en 2005”.

En 2014, el comercio bilateral con Brasil registró su peor caída desde 2009, al bajar 21,2% con relación 2013, según la consultora Abeceb.com. A mediados de año, la relación bilateral volverá a ser sometida a una prueba de fuego, cuando venza la Política Automotriz del Mercosur (PAM) y funcionarios de las dos mayores potencias del bloque aduanero deban negociar la prórroga.

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